domingo, 27 de diciembre de 2020

Persecución a la construcción de la solidaridad por @edmatute

Por Eduardo Matute A.

Desde el mes de enero de este año, el régimen de Nicolás Maduro ha emprendido la persecución judicial y policial contra varias organizaciones que trabajan en atender las múltiples emergencias de la crisis humanitaria compleja que afecta a la sociedad venezolana.

Se han ensañado con aquellas que laboran en el área sanitaria, como Prepara Familia (@preparafamilia), Acción Solidaria (@accionsolidaria), con los que trabajan en la atención a personas de la tercera edad, como Convite (@conviteac) y las que proveen alimentos a niños e infantes, tal como Alimenta la Solidaridad (@alimentasol).

Las razones para esta persecución son etéreas, imprecisas. Las que señalan son que no saben de dónde provienen sus ingresos. La realidad es que estas organizaciones afectan su estrategia de dominación, por la cual han provocado esta crisis humanitaria.

Desde el año 2015, el periodista Luis Carlos Díaz, (@luiscarlos) viene documentando la tesis de que esta crisis es instrumentada y aupada desde el poder. Es la manera como entiende el régimen su forma de gobernar: subyugando y cooptando el ánimo y la gestión popular. De ahí que el esfuerzo de las organizaciones de construcciones de solidaridad atenta contra esta intención.

Algo en común de estas organizaciones es el empoderamiento de sus beneficiarios. No es una propuesta de atención caritativa, es una construcción de la solidaridad entre iguales, en las que la participación de todos es parte de la manera cómo se enfrentan los problemas.

Pero es que, además, este esfuerzo no se queda solo en la distribución de ayudas, sino en la profundización del análisis de la problemática y en la incorporación de instituciones internacionales, así como de la propia diáspora venezolana que le molesta, le incomoda al poder, este, particularmente, con una clara vocación totalitaria.

El asedio desde el Estado a estas organizaciones intenta lograr la disminución drástica y el bloqueo de sus fondos e ingresos; la paralización de las actividades, no importándole el costo humano que acarrea y, por último, la detención e imputación penal de sus dirigentes.

Estas amenazas, empiezan a acercarse a las empresas cooperativas.  Desde el lejano 2007, cuando fue agredida y liquidada la experiencia de Coopercentro, en Catia, el movimiento cooperativo había logrado, con sus altas y bajas, “surfear”, la intención totalitaria del régimen.

Este mes, el servicio cooperativo de distribución de gas en la península de Paraguaná ha sido asediado por las fuerzas represivas.

Ya no se molestan en inventar excusas. Incautan las unidades de distribución y cierran las instalaciones. No les interesa que existan organizaciones autónomas. En este caso, quieren que la distribución de gas doméstico pase por sus mafias.

A pesar de este panorama sombrío, se están multiplicando los esfuerzos. La presión del proceso de emigración masivo y la profundización de la crisis humanitaria, estimulan que más gente se organice para construir procesos de solidaridad. A pesar de estos intentos del régimen, cada día más personas se incorporan a estas y a otras decenas de organizaciones.

Es el fortalecimiento de las capacidades de los que acompañan y de los que son acompañados en este duro trance.

Nuestra solidaridad con los amigos de las organizaciones que han sufrido embates y con nuestros compañeros de Cecofal.

edmatute@gmail.com

Eduardo Matute es Cooperativista.



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