Por Marino Alvarado, 02/08/2018
Hiperinflación es el vocablo que se ha puesto de
moda en la Venezuela actual. Interpretada más allá de un término económico,
significa hambre. Eso es realmente la hiperinflación, someter a la mayoría de
la población ya empobrecida a niveles superiores de miseria y de hambre.
El Fondo Monetario Internacional acaba de
pronosticar que a finales de año la inflación podía llegar a 1.000.000%. Esa
cifra significa que más niños y niñas seguirán muriendo de desnutrición como se
reporta semanalmente en los medios de comunicación. Implica que muchas familias
que hoy apenas logran a medias garantizar dos comidas diarias, tal vez sólo
puedan ingerir alimentos una vez al día. Más y más personas sentirán como van
perdiendo peso por la incapacidad de consumir una dieta balanceada.
Someter a la población al hambre es una grave
violación de derechos humanos. Una violación sistemática y generalizada.
Conduce a un deterioro considerable de las condiciones de vida de millones de
personas y las priva a la vez del disfrute de otros derechos.
Estamos frente a una crítica situación en el país.
Si ya nos encontramos ante una situación de emergencia humanitaria los próximos
meses probablemente serán de mayor complejidad. Insisto, no es un asunto de
números y estadísticas. Es un asunto de personas, con nombre y apellido y un
lugar en la geografía nacional. De personas a quienes se les prometió hace años
la mayor suma de felicidad posible y hoy se les conduce a la mayor miseria
posible. De niños, niñas, jóvenes, que tal vez no acudan a las escuelas porque
no podrán desayunar. De maestras que seguirán desmayándose en las aulas. De
madres y abuelas que dejarán de comer para garantizar que los pequeños de la
casa si lo hagan.
Con qué ánimos saldrá a trabajar una persona que
gana salario mínimo y con ello no se garantiza ni siquiera los desayunos del
mes.
Pero haber llegado a esta situación tiene
responsables. Los tiempos que se avecinan de mayor hambre no son por casualidad
o por un castigo divino. Son el resultado de las malas obras y políticas de
quienes hoy están gobernando y tienen la responsabilidad principal en la
conducción económica. En primer lugar, Nicolás Maduro que es el conductor
principal de todo este desastre económico. Junto a él quienes integran su
consejo de ministros porque hay decisiones que no son individuales sino
colectivas del equipo de gobierno. También es responsable la directiva del
Banco Central de Venezuela.
No es normal lo que viene ocurriendo con el alza
incesante de los precios y debemos empezar a señalar responsabilidades
concretas. La violación sistemática y generalizada de derechos sociales es
parte de la crítica situación de derechos humanos existente en el país. No solo
es responsable el funcionario que dispara y viola el derecho a la vida de una
persona, también lo es quien, como consecuencia de sus actos, genera muertes
por hambre o porque no consigues medicamentos.
Debemos transformar la indignación en acción y la
acción en cambio. La solución a esta situación está en nuestra capacidad de
lograr un cambio en la conducción del país por mecanismos constitucionales y
pacíficos.
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