Nelson Freitez
La realización del IV
Encuentro Nacional de Defensores y Defensoras de DDHH en fecha reciente en
Caracas con la presencia de más de 250 integrantes de unas 150 organizaciones
no gubernamentales de 21 entidades federales del país, constituye una expresión
consistente de la expansión y fortalecimiento de un movimiento nacional de DDHH
con el que Venezuela puede contar. Quienes participaron en el evento promueven
y defienden en las regiones y en todo el país, prácticamente todos los derechos
humanos –civiles y políticos; económicos, sociales, culturales y
ambientales- de los más diversos grupos
de nuestra población, desde poblaciones indígenas, infancia, trabajadores,
personas en condición crónica hasta estudiantes, mujeres, personas con
discapacidad.
Se ha logrado avanzar en
estos últimos 3-4 años en la gestación de una identidad con la misión y el rol de
promoción y defensa de DDHH por parte de quienes realizaban su labor en
distintos ámbitos y no se autorreconocían como defensores. Hoy organizaciones y
personas que laboran en la defensa ambiental, rehabilitación de la salud, la
defensa laboral, protección de la infancia con desnutrición, entre otros,
asumen su plena identidad con ese papel y se integran al conjunto de quienes en
diversos ámbitos igualmente lo hacen. Esta identidad compartida es la base de
un movimiento social de derechos humanos que se ha venido gestando en todo el
país con una visión cada vez más interrelacionada en cuanto a la conexión entre
los diferentes derechos.
La emergencia humanitaria
compleja en pleno desarrollo ha acicateado el surgimiento de nuevas
agrupaciones desde sectores religiosos, profesionales, gremiales,
universitarios, las cuales emergen por imperativos éticos, sociales,
humanitarios, de quienes se resisten a “ver pasar el cadáver de Job” sin asumir
una acción organizada y proactiva frente a los graves deterioros que afectan a
nuestra población. Incluso se han incorporado activamente a este movimiento de
DDHH, asociaciones de personas con afectaciones crónicas que más que asumirse
estrictamente como víctimas, vienen abogando por su derecho a la salud y la
vida y los de toda la población, con una plena y firme presencia en los
espacios públicos
Este contingente de
agrupaciones desempeña una diversidad de roles en el contexto de la emergencia
humanitaria, más allá del acompañamiento de las víctimas y las denuncias de sus
afectaciones, es por ello que ha asumido documentar cada vez con mayor
sistematicidad y rigor las dimensiones, intensidades e impactos de las
violaciones a los DDHH. Sorteando de mil maneras los cercos de opacidad y
secretismo que la élite en el poder ha establecido para ocultar la trágica
realidad de nuestra población, ambiente y economía, han avanzado en generar
rigurosos registros e informes que son cada vez mejor valorados y consultados
por distintas instancias internacionales de DDHH y organismos multilaterales de
desarrollo. La credibilidad y reconocimiento que como movimiento nacional de
DDHH se ha alcanzado es digno de mencionar y reconocer. Hace sólo unos años,
aún el régimen lograba divulgar ampliamente “sus verdades” sin contraste ni
información fundamentada que permitiera alcanzar una visión real del acelerado
deterioro de los DDHH que se estaba produciendo en el país. Los diversos
observatorios de DDHH, los informes periódicos generados en distintos ámbitos,
las audiencias en las que se participa con mayor intensidad, la vinculación
cada vez más fluida y estrecha con los órganos del sistema interamericano y
universal de DDHH, constituyen hoy claros avances en la protección y defensa de nuestra
población en los escenarios internacionales
Distintas agrupaciones de
DDHH, asimismo han asumido la búsqueda de nuevas formas de expresión de la
protesta pública como vía de exigibilidad de derechos. Ante la feroz represión
oficial de los ciclos de protesta de los años anteriores, y a partir de una
densa reflexión sobre la lucha no violenta, se han producido nuevos repertorios
de protestas creativas que ya se han incorporado al acervo de saberes de las
organizaciones de DDHH y progresivamente vienen haciéndose presentes y
contagiando a diversos actores sociales en sus iniciativas de exigencia de
derechos en las calles.
De tal forma, estos últimos
años han sido testigos de la consistente construcción colectiva de un
movimiento social en el campo de los DDHH,
que asumiendo su compromiso con los derechos de toda la población
planteó en este IV Encuentro con voz alta y firme en su declaración final
“Exigir al Estado venezolano cumplir sus responsabilidades de garantizar la
realización efectiva de todos los derechos humanos a la población venezolana y
poner fin a sus múltiples y graves violaciones…detener las prácticas de
criminalización, violencia y persecución sistemática por razones políticas o
por ejercer la libertad de expresión, protesta pacífica y disentimiento, y
aceptar de inmediato la asistencia y cooperación internacional como derecho y
obligación del Estado…”
Este luminoso encuentro nos
hizo recordar un texto de nuestro poeta larense Rafael Cadenas “Los poetas no
convencen / Tampoco vencen / Su papel es otro, ajeno al poder: ser contraste”.
Siento que este movimiento de derechos humanos que se levanta con plenitud, va
convirtiéndose en contraste frente a la devastación y en esperanza de redención.
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