UN SUEÑO PARA VENEZUELA
Por: Marianela Escalona Montesinos
En las circunstancias tan trágicas y duras como las que vivimos, quizá alguien pueda preguntarse si tiene algún sentido hablar de un sueño para nuestro país. Al hablar de sueño realmente hablamos de esperanza, por lo que la pregunta adecuada sería ¿Es posible para cualquiera de nosotros sobreponernos? ¿Es posible perseverar y emprender si no tenemos esperanza? Cuando se habla de esperanza no se habla de ilusiones o un compendio de buenos deseos, sino de la esperanza como una energía transformadora, como emoción creadora.
En el libro "Un sueño para Venezuela", escrito por Roberto Casanova y Gerver Torres, (ya en su segunda edición) se trata de extraer del pasado lecciones que ayuden a pensar en el futuro que queremos construir; además, los autores intentan describir de manera realista y hasta cruda nuestra terrible realidad, tratando de identificar oportunidades que se presentan, capacidades y activos con los cuales contar.
Roberto Casanova está convencido que, tener esperanza en Venezuela, permitirá aglutinarnos y movilizarnos; una esperanza en Venezuela sacará lo mejor de los venezolanos, nuestro lado más creativo y generoso. Se trata de pensar en el pasado, presente y futuro de libertad y justicia que podemos forjarnos y que todos soñamos.
UN DOBLE DESAFÌO
Los tiempos que corren son, sin duda, nuestros peores tiempos y paradójicamente pueden ser también los mejores. Nuestra situación hoy se parece a la de un país que sufre una guerra; somos bombardeados diariamente por un régimen que quiere derrotarnos, doblegarnos y someternos. Reconociendo esta terrible realidad, y poniendo por un momento nuestra atención en las oportunidades que se están gestando y en las fortalezas que hemos ido adquiriendo, se puede decir que en estos tiempos nos hemos "curtido" para vivir la más increíble liberación transformadora de nuestra historia.
Estos años pueden representar el final de la revolución socialista: una época de errores, soberbia, violencia y corrupción; ha sido como un río que arrasa con todo pero cuando pase, como habrá de pasar, tendremos la posibilidad de cosechar los frutos de lo que hemos sembrado en medio de tantas dificultades. Pero debemos tener cuidado al pensar al país como algo que está fuera de nosotros; Venezuela, al fin y al cabo, somos nosotros, los venezolanos dondequiera que estemos.
Por eso es que estos tiempos exigen también tomar conciencia de cómo lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros nos condujo a este presente y también cómo nos está ayudando a salir de él. La lucha que damos en contra de la dictadura y a favor de nuestra transformación es también una lucha interna. Necesitamos desarrollar lo que un autor llamó hace mucho la "imaginación sociológica" que es la conciencia de la estrecha conexión que existe entre mi vida y el devenir de la historia del mundo, además de lo que esa conexión significa para el ser humano en el que nos vamos convirtiendo y en la clase de actividad histórica de la que puedo formar parte.
En este momento, en nuestra historia, tenemos planteado un desafío con 2 caras: por una parte liberarnos de la tiranía para poder transformar a Venezuela en un mejor país, y además liberarnos de nuestras peores actitudes, ideas y sentimientos para transformarnos en los mejores venezolanos que podamos ser. Nuestra liberación y nuestra transformación deben en definitiva, ser doble: tanto social como personal.
LECCIONES DE NUESTRA HISTORIA
Nuestra transformación como sociedad supone conocer, ante todo, qué es lo que queremos transformar y para ello debemos volver la vista y comprender el camino que nos condujo hasta aquí. Sin conciencia histórica no lograremos una auténtica conciencia de lo que podemos ser. Los logros alcanzados por Venezuela entre los años `20 y `80 del siglo pasado fueron diversos y muy significativos.
El ingreso fiscal petrolero sirvió para promover grandes transformaciones: Venezuela creció de manera continua, se urbanizó aceleradamente, se expandió la educaciòn, se mejoraron notablemente los índices de salud, se desarrolló una de las mejores infraestructuras de América Latina, se comenzó a establecer un parque industrial moderno y se creó y fortaleció la Democracia. No fue una historia lineal de progreso, hubo avances y retrocesos pero el balance, al cabo de casi 6 décadas de habernos convertido en una nación petrolera, era claramente positivo.
Sin embargo, la dinámica que impulsó con tanta fuerza y éxito ese desarrollo económico y social, contenía las semillas de su propia destrucción. En efecto, los crecientes ingresos fiscales, en un contexto institucional precario, nos convirtieron en una "petronaciòn" cuyo rasgo primario es que en ella el Estado ejerce el control de la actividad petrolera y de la renta que ésta genera, permitiéndole funcionar y desarrollarse sin necesitar demasiado los impuestos internos; de esta manera la relación normal entre el Estado y los ciudadanos se invierte y en vez de ser los ciudadanos quienes financian al Estado es éste quien financia a aquellos.
En una "petronaciòn" las organizaciones civiles, el empresariado y los ciudadanos en general son muy débiles ante el peso del Estado. Pero esta es solo la mitad de la historia. El Estado es poderoso porque puede controlar a la economía en la sociedad pero su presencia sobreextendida lo hace fácilmente capturable por intereses de grupos y sectores de todo tipo. Estamos entonces ante un proceso de doble vía: el Estado invade al sector privado pero ese, a su vez, invade al Estado convirtiéndolo en botín y la sociedad en depredadora.
No pudimos entonces desarrollar a cabalidad instituciones que sirvieran realmente al interés general. La burocracia y el gasto gubernamental se expandieron hasta quedar fuera de control. El sector privado se fue haciendo progresivamente menos eficiente y más dependiente de la protección y el apoyo estatal. Amplios sectores de la sociedad fueron quedando al margen de esa dinámica de reparto. En definitiva no se logró crear una economía productiva, diversificada e incluyente.
Las reformas económicas y políticas de comienzo de los años `90 no pudieron convocar el apoyo de la mayoría potencialmente beneficiaria de tales reformas y estas fueron anuladas, en buena medida, por la resistencia ejercida por diversos grupos de poder. El país quedó sin una visión compartida de un futuro deseable, un futuro factible.
La llamada "revolución bolivariana" vino a capitalizar el deseo de cambio de muchos sectores, aunque pronto demostró su naturaleza antirrepublicana y antidemocrática, además de despilfarrar en medio de una terrible ineficiencia y una corrupción generalizada, no solo los enormes ingresos petroleros sino también los derivados de un endeudamiento público completamente descontrolado.
Nuestros problemas de fondo no fueron resueltos y, de hecho, se agravaron, surgiendo además unos nuevos. Como nunca antes, la miseria se ha expandido en nuestro país, como nunca antes se ha apuntalado la opresión y la represión política. Hoy ya no es cierto que los venezolanos estamos divididos entre chavistas y opositores; hoy tenemos 2 países en 1: el de los poderosos y enchufados por una parte y el de la gran mayoría humillada y empobrecida por la otra.
Nuestra estrategia de reconstrucción debe tomar debida nota de los males que en el pasado nos impidieron avanzar sostenidamente por la ruta del desarrollo. El intervencionismo estatal y la dependencia petrolera, la creación de privilegios y la exclusión social, el proteccionismo y la escasa competencia, la indisciplina fiscal y la precariedad institucional son algunos de tales males y no es exagerado sostener que en grado importante, el socialismo del siglo XXI terminó siendo la fase superior de todos ellos.
UN INVENTARIO DE OPORTUNIDADES
Nuestro presente es trágico. Si se lo describe en cifras, son simplemente inconcebibles. Venezuela encabeza la lista de indicadores de mal desempeño no solo a nivel de la región, sino también a nivel mundial en algunos casos. Pero esas cifras, con todo lo impactante que resultan, no reflejan el dolor y la desesperación de muchos venezolanos. Haber pasado de un país de inmigrantes a otro de emigrantes es, tal vez, el mejor indicador del colapso nacional causado por la revolución socialista.
Pero otra mirada sobre nuestra realidad es posible: la inteligencia creadora es el gran recurso de cada persona y también de la sociedad que conforman. Esta realidad, entre otras cosas, nos permite descubrir y crear oportunidades en nuestro entorno, así como capacidades en nosotros para aprovecharlas.
En tal sentido, el proyecto de transformar a Venezuela nos plantea desde ahora la tarea de inventariarnos como país para reinventarnos. Los venezolanos tenemos en nuestro pasado, en nuestra geografía, en nuestro presente, activos y oportunidades en los cuales podemos apoyarnos para salir adelante, aunque esto por sí solo no nos garantizará el éxito en la tarea, pero son una excelente base para intentarlo, sobre todo cuando examinamos la experiencia de otros países que han logrado superar situaciones también muy adversas.
En una rápida búsqueda de oportunidades y activos podríamos encontrar cosas como las siguientes: los venezolanos supimos y aún sabemos cómo progresar materialmente, la actitud emprendedora se ha ido ampliando y consolidando en muchos sectores, la libertad, el respeto a la propiedad privada, la solidaridad, etc, son hoy valores ampliamente compartidos por la ciudadanía. Somos una sociedad igualitaria y abierta, sin conflictos étnicos o religiosos, la mayoría de los venezolanos está en plena edad reproductiva, la diáspora, a pesar de la pérdida que supone, también amplía nuestro potencial productivo y nuestro radio de acción. Contamos con una ubicación geográfica muy ventajosa, nuestro territorio es de baja propensión a riesgos naturales, poseemos abundantes recursos naturales, podemos apoyarnos en varios de los logros de la región, podemos atraer abundantes capitales venezolanos en el exterior, contamos aún con una planta industrial con gran capacidad ociosa, hemos preservado nuestra cultura democrática.
El colapso del Estado distribuidor nos obliga a hacernos directamente responsables de nuestro porvenir. Finalmente tenemos, aunque no lo hayamos buscado, la oportunidad de construir muchas cosas desde "cero".
Algunos de estos activos y oportunidades son resultado de nuestras acciones, otros son legados de la naturaleza, otros se derivan de la situación y las tendencias de la economía y la política a nivel mundial, así como de nuestra propia situación actual, con todo lo grave y calamitosa que es.
Hay activos y oportunidades que son de larga duración, mientras otros pueden desperdiciarse si no actuamos a tiempo para aprovecharlos. Inventariar de esta manera nuestro país es una tarea que, si se realiza con la perspectiva resuelta de los reconstructores, puede convertirse en una gran fuente de esperanza colectiva.
EL SUEÑO
Hoy luchamos por vivir en una verdadera república justa y democrática dentro de la cual podamos desarrollar libremente nuestras capacidades y disfrutar de oportunidades para progresar espiritual y materialmente.
En este país por construir, nuestras inevitables diferencias y las acciones desleales de minorías antidemocráticas de cualquier signo, serán enfrentadas decididamente en el marco del Estado de Derecho. En ese país futuro, el Estado responderá verdaderamente al interés general y no tendrá "tomacorrientes" para evitar que nuevamente una casta de enchufados pretenda prosperar mediante el tráfico de influencias y la corrupción. Dejaremos atrás el rentismo.
Nuestros servicios públicos y especialmente la salud y la seguridad personal, funcionarán eficientemente; nuestra educaciòn será la mejor posible y todos tendrán acceso a ella. Nuestros ambientes serán saludables y disfrutaremos de una excelente calidad de vida.
Nuestro potencial será desarrollado en empleos productivos y gratificantes y nuestro talento nos hará emprender actividades generadoras de bienes socialmente valorados. Nuestra capacidad de consumo se expandirá constantemente ante una oferta variada y accesible de productos y servicios; nuestra creatividad artística, intelectual y deportiva florecerá como nunca.
Los recursos que legítimamente obtengamos y las propiedades que adquiramos nos darán estabilidad y bienestar. Nuestro retiro, luego de una vida de trabajo y esfuerzo, será tranquilo y digno.
Los deberes ciudadanos como el pago de impuestos, la participación política y el voluntariado serán asumidos por la mayoría de nosotros con clara conciencia del bien común. De igual modo, consideraremos los problemas globales como propios y cooperaremos activamente a nivel internacional en el diseño y ejecución de soluciones conjuntas. Venezuela será de nuevo un destino para inmigrantes, muchos compatriotas regresarán y nuestro gentilicio nos llenará de orgullo.
Algunos pensarán que todo esto, aunque deseable, es simple utopía; otros ni siquiera se interesarán en el asunto pues sienten que ya no pertenecen a Venezuela. Respetuosos de la libertad de pensamiento y de la libertad para elegir, no se juzgan tales convicciones aunque, en opinión del Profesor Casanova, uno realmente no pertenece a Venezuela... uno "es" Venezuela. Es la articulación de nuestras acciones la que da forma cotidianamente al país.
Una fracción de Venezuela desaparece cada vez que 1 venezolano pierde la esperanza en ella y se vigoriza con cada venezolano que persevera en la lucha por la libertad creadora, condición imprescindible para transitar este exigente pero maravilloso camino de nuestro renacimiento nacional.
Una mirada atenta a nuestro entorno nos permitiría descubrir comportamientos y experiencias de esa otra Venezuela que pugna diariamente por hacerse realidad. Emprendedores en las distintas esferas del quehacer humano (economía, activismo social, educaciòn, etc) son, sabiéndolo o no, portadores del ideal de un mejor país, de un sueño nacional; son el símbolo de la libertad creadora, son la antítesis de la sumisión que envilece, de la resignación o de la huida.
Se trata de personas que se caracterizan por su acción esperanzada, por su perspicacia para encontrar o imaginar oportunidades, por su resiliencia para afrontar un entorno hostil, por su vocación realizadora, por su contagiosa fuerza vital.
UNA ESTRATEGIA TRANSFORMADORA
Hacer de Venezuela un país de oportunidades para todos y de privilegios para nadie será una tarea compleja. Se debe diseñar, acordar y ejecutar una estrategia de reconstrucción y desarrollo en diversos ámbitos.
- La economía a la que aspiramos debe ser una economía pujante y diversificada, capaz de incrementar incesantemente sus niveles de productividad y con ello, nuestros niveles de vida. Para que esto sea así, debe ser una Economía de Mercado abierta al comercio mundial y basada en la competencia, lo cual implica que debe ser una economía caracterizada por la libertad para invertir y producir, comerciar y consumir, en el marco de reglas que eviten el surgimiento de monopolios y conductas fraudulentas; que protejan nuestros derechos de propiedad.
Un contexto como éste incentivará constantemente el emprendimiento y la innovación. Pero otras políticas serán necesarias en este reto de hacer competitiva nuestra economía: la capacitación de nuestro capital humano por una parte, y la investigación y desarrollo en materia en materia científica y tecnológica por la otra, son imprescindibles para aumentar nuestro conocimiento productivo colectivo y generar así productos de mayor valor agregado, superando la tendencia de basar nuestro crecimiento solo en la abundancia de algunos recursos naturales.
Asimismo, para que este desarrollo económico sea sostenible y garantice un hábitat sano, debe guardar una constante armonía con el ambiente.
- Debemos proponernos superar la pobreza, desafío histórico que no hemos sabido enfrentar. El crecimiento desde luego es una condición necesaria para superar la pobreza pero no es suficiente; más aún, la pobreza puede ser un obstáculo para el crecimiento pues limita el desarrollo de capacidades productivas en las personas. Se trata en realidad de un círculo vicioso que debemos romper.
Roberto Casanova afirma que el desafío de acabar con la pobreza implica, por una parte, dar forma a una pujante economía de mercado que promueva la competencia y la productividad y genere constantemente nuevas oportunidades de empleo, y por otra parte, se debe desarrollar una política social de calidad, centrada en lograr que las personas desarrollen sus capacidades productivas para acceder a esos empleos de calidad que la economía en expansión pueda generar.
La superación de la pobreza es un asunto que atañe tanto a la política econòmica como a la social.
- El Estado debe tener el papel fundamental de garantizar y promover la libertad y la justicia, siendo un auténtico estado de derecho, y también debe recaudar y asignar recursos para el logro de propósitos colectivos en educaciòn, ciencia y tecnología, salud, seguridad social, etc. Debe además garantizar la existencia de reglas generales que promuevan la estabilidad monetaria y la competencia econòmica.
En el cumplimiento de tales responsabilidades, el Estado mismo tiene que estar sometido a reglas de disciplina fiscal y transparencia, que le impidan crecer sin límites y despilfarrar recursos. Definitivamente, el Estado no debe ser empresario.
El Estado debe ser federal lo cual exige una significativa distribución del poder entre los niveles nacional, estadal y municipal. Un Estado como este, al servicio de todos, debe ser "desparasitado" de aquellos que buscan privilegios y renta. Tiene que ser entonces un Estado fuerte y justo, con capacidad para gobernar en función del bien común.
- Los venezolanos debemos reinventar nuestro proceso político y rediseñar algunas instituciones que lo regulan. La reelección presidencial indefinida, por ejemplo, ha demostrado que puede ocasionar graves distorsiones, permitiendo que quienes gobiernan, abusen del poder del Estado para perpetuarse en su ejercicio. Hay que evaluar opciones como la disminución del período presidencial con la posibilidad de 1 sola reelección, o la fijación de ese período en 5 o 6 años sin reelección. De igual modo se debe considerar la pertinencia de la doble vuelta en las elecciones presidenciales a los fines de elevar la legitimidad y gobernabilidad democrática. Tal vez ha llegado el momento de superar el sistema presidencialista que tanto poder ha permitido concentrar en un gobernante y adoptar un sistema semipresidencialista.
Estos cambios deben ser complementados con la necesaria transformación de los Partidos Políticos quienes junto a la ciudadanía, deben formular un nuevo pacto histórico. Los partidos deben comprometerse, entre otras cosas, a desarrollar sus propuestas estratégicas y programáticas, implementar sistemas de debate permanente con el resto de la sociedad, crear programas de formación política para sus militantes y para la ciudadanía, rendir cuentas periódicamente, adoptar esquemas organizativos consistentes con el carácter federal del país, realizar elecciones internas periódicamente, etc.
De manera similar, la Sociedad Civil debe profundizar su tarea de observación, evaluación y denuncia en materia de políticas públicas, leyes y problemas colectivos. Casanova cree no exagerar cuando afirma que nuestro país podría vivir en los próximos años un milagro económico, social y político. Los venezolanos capaces de generar riquezas pero impedidos de hacerlo por un régimen opresor, podríamos rápidamente reactivar nuestra economía. Esto solo sería una parte de lo que eventualmente ocurriría.
Lo que los venezolanos viviremos será el renacimiento de nuestra sociedad que luego de verse casi destruida, pudo encontrar el camino, la esperanza y la fortaleza para resurgir.
UN CÒDIGO MORAL
Nuestra liberación y transformación es también un proyecto ético. Al fin y al cabo, la economía y la política no pueden funcionar bien en un entorno moral pobre. Tal vez nuestros aprendizajes pueden sintetizarse en un decálogo moral que sirva de referencia a la hora de decidir y de actuar en los diversos ámbitos en los que transcurren nuestras vidas.
Tal código podría decir cosas como las siguientes:
-Debemos esforzarnos por hacer cosas valiosas para nosotros mismos y para los demás; ser trabajador, empresario o funcionario consiste ante todo en crear cosas que las otras personas valoren y sus ingresos dependen de esa valoración; esto en el fondo es lo que significa el mercado.
- Volver a ser solidarios como antes ya que muchos requerirán de nuestro apoyo para nuevamente ponerse de pie. El gobierno tendrá que otorgar subsidios a una parte de la población durante algún tiempo pero también la Sociedad Civil deberá encontrar la manera de ayudar a los más necesitados.
- Debemos cuidar las reglas que hacen posible la vida civilizada; es imposible que una sociedad nos ofrezca lo que esperamos de ella si los que la conformamos no nos comportamos con apego a ciertas reglas y valores. El sentido de justicia, el cumplimiento de las leyes, la honradez, el respeto, deben formar parte de nuestra conducta cotidiana.
- No debemos depender del gobierno; de ningún gobierno. Hay que acabar con el enchufe como forma de progresar. No es solo un tema moral.
- Tenemos que superar de una vez y para siempre el presidencialismo, para evitar el exceso de poder en una persona o grupo. Un hombre fuerte es un pueblo débil.
- Recuperar el pluralismo y la tolerancia. La revolución intentó dividir a los venezolanos sin éxito porque entendimos que aunque cada quien tenga derecho a su opinión, no tiene derecho de imponerla a los demás. Revalorizar la política. Quienes se dedican a ella tienen que cambiar para ganar la confianza de la gente, tienen que cumplir con lo que ofrecen y sus acciones tienen que ser transparentes. Asimismo, debemos superar la actitud "antipolítica". La política puede ser una actividad ruin y degradante o noble y enaltecedora y tiene una complejidad que muchas veces desconocen quienes la critican.
- Hay que conocer nuestra historia y aprender de ella, porque un pueblo que no conoce su historia es como una persona sin memoria que puede ser manipulada y convencida de cosas que nunca ocurrieron o que sucedieron de otra forma. En política siempre habrá quien intente manipular la historia en su beneficio. Aprender de las experiencias de otros pueblos. Otras sociedades también han vivido duras épocas y algunas de ellas no solo se recuperaron sino que se convirtieron en mejores sociedades. Entender cómo lo lograron podría ser de utilidad para enfrentar nuestro desafío nacional.
- No dejemos de cultivar la esperanza porque ella nos dará la energía emocional que necesitamos para salir de los tiempos oscuros en los que vivimos y entrar en la época de paz, libertad y progreso que tanto deseamos.
LUCHAR Y CAMBIAR
Alguien dijo que el arte de gobernar consiste fundamentalmente en evitar que todos se pongan bravos el mismo día. ¿Cómo podemos millones de venezolanos que rechazamos la dictadura salir finalmente de ella? Tenemos que resolver entre nosotros un problema de coordinación, debemos dar forma a procesos que nos movilicen en todos los planos, en contra de la dictadura, alineando los apoyos internacionales y nuestra capacidad de lucha. No es un asunto fácil pero no hay alternativa, nadie invadirá al país para liberarnos y la vía electoral es un campo minado, a juicio de Roberto Casanova.
Con todo, para que nuestra liberación sea transformadora, no bastará con salir de la dictadura. El problema histórico y fundamental de nuestro siglo XX fue el rentismo, es decir, el habernos convertido en una sociedad parasitaria, organizada alrededor del Estado distribuidor de la renta petrolera. Pero ese Estado ha desaparecido y necesitamos otro Estado y también tenemos que convertirnos en otra sociedad. Necesitamos un nuevo contrato social que respete la dignidad de las personas y evite el abuso de poder en cualquiera de sus formas. Debemos plantearnos con claridad y convicción el equilibrio de poder en nuestra sociedad liberando al Estado y a la economía de la captura de renta, promover la competencia y el emprendimiento, apoyar solidariamente a los sectores rezagados, ofrecer oportunidades educativas a todos, dialogar públicamente sobre nuestros problemas colectivos y sus soluciones.
Ese es el reto que enfrentamos quienes en definitiva aspiramos a vivir en una sociedad de hombres y mujeres libres, emprendedores, solidarios. No debemos preocuparnos mucho por el tiempo que tarde la transformación; lo importante es que la emprendamos YA, lo antes posible. En el momento en que comencemos decididamente a reconstruirnos, los venezolanos de bien sentiremos un gran alivio, nos llenaremos de fuerza y optimismo y a partir de allí, iremos remontando el camino, alimentándonos cada paso de más energía para continuar.
Aunque necesitaremos el apoyo solidario de los pueblos libres del mundo, nadie lo enfrentará por nosotros porque es nuestra responsabilidad, la responsabilidad de nuestro liderazgo político, empresarial, sindical, estudiantil, vecinal y del ciudadano común.
Cada venezolano, no importa el lugar desde el que actúe, tiene que preguntarse a sí mismo ¿Qué está dispuesto a hacer? pues todos somos parte del problema o de su solución. No hay otra opción. Es cuestión de decidir el papel que nos gustaría desempeñar y que cuando nos toque hacer el balance de nuestras vidas, podamos sentirnos orgullosos.
EL FORO HATILLANO NO SE HACE RESPONSABLE POR LAS OPINIONES EMITIDAS POR EL PONENTE
La importancia del tema explica la nutrida participación de ciudadanos a través de dos chats simultáneos de WhatsApp, para un total de 348 asistentes en esta Edición No. 200 del Foro Hatillano
Como regalo el escritor del libro un Sueño para Venezuela Roberto Casanova les deja este enlace para que pueda leer su libro:
https://drive.google.com/file/d/1lxhJts4rnr9TZGV9Jqn-RK-ysFf2hGbm/view?usp=sharing
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