Primarias
opositoras.
Ismael Pérez Vigil
Es el momento −siempre lo es− de tocar los temas álgidos de
la política venezolana. La semana pasada abordamos el voto en el exterior, sus
dificultades y posibilidades reales. Toca ahora reflexionar sobre el tema de
las primarias, a lo mejor es tentar demasiado a la suerte.
Aunque no se sabe aún cómo, cuándo, ni otros detalles, la
escogencia del candidato de la oposición, para las elecciones presidenciales de
2024, se llevará a cabo mediante elecciones primarias. Sin embargo, resultan
bizarros −en su acepción de “raro” y “extravagante” − algunos de los aspectos
que rodean la discusión de ese tema.
Las variantes
Las variables que están en juego son innumerables y
discusión se decanta emparejando términos y conceptos y haciendo las
combinaciones, infinitas, correspondientes. Solo por mencionar algunas, las
primarias pudieran ser: con o sin CNE; con una o con doble vuelta; con
participación de todos o solo algunos opositores; con votación de todos los
inscritos en el registro electoral o mediante algún “filtro opositor”; votarán
los venezolanos en el exterior o no votarán; participarán los inhabilitados
políticos, partidos y candidatos −en abierto desafío al régimen− o no lo harán;
se dará cabida a los presos políticos o se prescindirá de ellos; y por allí
seguiría la lista, que como se puede ver, en una respuesta pueden entrar varias
o todas esas combinaciones, juntas o por separado, lo que nos daría, aplicando
la fórmula correspondiente, varios cientos de posibles opciones y
combinaciones. Discutir estas opciones, para algunos es estratégico, pero para
otros es simplemente una manera de exacerbar diferencias y generar más rupturas
y divisiones.
Discusiones Bizantinas
Restricciones obvias de espacio me impiden tratar todas las
opciones y sus combinaciones; solo me referiré a dos aspectos de la muy amplia
discusión y, para empezar, resulta ineludible hablar de la más bizantina de
esas discusiones −para mi gusto, claro− que es esa de si las primarias de
oposición se deben hacer con o sin el CNE.
Digo que una discusión bizantina, porque se hagan o no con
el CNE, eso no va a impedir que el régimen intente sabotear o influir en el
proceso; bizantina, porque hacerlas con el CNE supone ahorrarse una buena
cantidad de dinero y disponer de más centros y máquinas para agilizar el
proceso, sabiendo como sabemos los costos que implican estas dos cosas, para
los escasos recursos de que dispone −o no dispone− la oposición democrática;
bizantina porque seguramente algunos de los que participarán, se declararán
“pobres” de solemnidad y sin recursos para contribuir con su cuota del aporte
−alegando por supuesto “razones democráticas” de peso, “libertad de voto” y
demás excusas, para dejar de aportar lo que deben aportar− y así contribuirán a
encarecer el proceso para los que si aportarán o para que se quede con un gran
déficit o mono, que nadie sabe −seguramente, nadie− quien lo cubrirá;
bizantina, porque pase lo que pase, decídase lo que se decida, en cuanto a
hacerlo o no con el CNE, los “inefables radicales” y anti oposición
democrática, de todas maneras no participarán, aunque se haga sin el CNE;
siempre encontrarán alguna excusa para negarse y darle la patada a la mesa o a
la lámpara, o a ambas.
Mi fórmula
Por lo tanto, en mi opinión, lo sensatamente político es
que la oposición democrática trate no solo de maximizar la participación,
poniendo más mesas, más máquinas y más centros de votación, sino también bajar
costos, para ahorrar recursos que pueda dedicar a movilizar votantes, que de
todas maneras sabemos que difícilmente pasaremos del 15% los que iremos a
votar. Histórica y desgraciadamente ese es el porcentaje de participación en
estos eventos y, sinceramente hablando, no se percibe hoy en día un ánimo que
pueda superar este porcentaje.
Esto implica, como es fácil darse cuenta, solicitar el
apoyo del CNE para realizar la elección, ahorrar recursos e incrementar puntos
de votación. No solo eso, siendo consecuentes y tratando de buscar el mayor
consenso posible para el candidato opositor, de no lograr el ganador en primera
vuelta un porcentaje significativo −digamos del 30% de los votos−, se debe ir a
una segunda vuelta, para que el candidato resultante goce de amplio consenso.
En la misma lógica de lograr la más alta participación, deben votar todos los
que deseen hacerlo y estén en el registro electoral, inhabilitados o no,
incluidos los partidarios del régimen, descartando esa monserga de que de esa
forma los “chavistas” decidirían quien es el candidato; creer eso no es más que
una fantasía, los ya escasos partidarios de régimen −menos del 18% de los
votantes− que no se movilizan para votar por los suyos, no lo van a hacer para
escoger el candidato de la oposición; y si lo hacen, mejor, aumentarán el
caudal de participación y votos. Naturalmente, creo que en el proceso deberán
participar quienes están en el exterior, para lo cual la oposición, sin contar
en ese caso con el CNE ni los consulados, debe procurar abrir la mayor cantidad
de mesas y centros que sea posible e implantar la posibilidad de votar
electrónicamente.
Pre candidatos a granel
El otro elemento que quiero considerar, que no debería ser
raro, pero que sorprende a muchos, es la cantidad de precandidatos a disputar
esa única plaza. Hasta la última “lista” de precandidatos que revise en
persona, había 31 aspirantes; pero ya he escuchado cifras que pasan de 50. Digo
que no es algo raro y que además, en vez de lamentarse con discursos moralistas
sobre la “ambición política”, ¿Por qué no verlo como una señal del “vigor” de
nuestra oposición, que es capaz de generar tal cantidad de aspirantes, por más
que todos sepamos que una buena parte de ellos no tiene la más mínima
calificación para el oficio, mucho menos el carisma o la simpatía popular?;
pero, democracia es democracia y todos puede tener su aspiración y derecho; el
pueblo que siempre juega a ganador, se encargará de darles su dosis de
“ubicación” y bajarlos de esa nube.
Pero entiendo que, a muchos sorprenda, de manera ingrata,
esa hemorragia de ambición, un tanto desmesurada, habida cuenta que el
entusiasmo de la población por participar, como ya dije, escasamente llegará al
15% de los mayores de 18 años, aquí y en el exterior. En cualquier caso,
cuantos más aspirantes, más gente habrá en la búsqueda de apoyo y mayor será la
movilización que se logre, que es de lo que se trata: Sacudir la apatía,
indolencia y desánimo alrededor de la vía electoral.
Conclusión
Son muchos más los temas en torno a las primarias, pero
creo que con lo planteado tenemos material para discutir y en todo caso, lo
importante es definir cuanto antes la fórmula completa, que permita la mayor
participación posible y nos permita dedicarnos cuanto antes, con un candidato
en la calle, a plantearle al país una opción creíble para salir de este
inaguantable oprobio.
https://ismaelperezvigil.wordpress.com/
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