LA PALABRA COMO HERRAMIENTA PARA EL ENCUENTRO CIUDADANO
Resumen realizado por Marianela Escalona Montesinos.
Ponente: Cedhot Arias.
Escritor y Emprendedor Social-Media.
Diplomado en Gestión de Gobierno Local (UCAB y The George Washington University).
Especialista en Gestión de Crisis y Estrategia Comunicacional.
La palabra es espacio de distensión y encuentro; todos, alguna vez, han situado el mental territorio de las palabras como campo de intensas batallas.
¿Qué son las palabras? Es el conjunto de signos organizados o símbolos estructurados con la atribución de 1 o más significados comunes a una sociedad o grupo humano que dan sentido, nombre o definición a un objeto, contexto o abstracción.
Las palabras tienen su asiento en el lenguaje, atributo especialmente útil a la humanidad ya que su uso, desarrollo y diversidad dotó a la especie de la capacidad de vivir y evolucionar en comunidades organizadas. El lenguaje, por la importancia que tiene para la especie humana, ha sido objeto de interesantes debates por parte de algunos estudiosos que han hecho aportes sustanciales a su comprensión como principal herramienta humana para la evolución.
El lenguaje esencialmente, tiene 2 funciones: una explicativa, interior, reflexiva y automática que a partir del pensamiento interpreta la realidad desde el nacimiento; la otra función es comunicativa que a partir de la maduración del diálogo silencioso y personal, nos impulsa a la interacción con los demás, al hecho social. A partir de estas funciones del lenguaje ¿cuándo se comenzó a interpretar esta vital función humana como un campo de batalla?
LA CIUDADANÍA PUEDE PERDERSE: el ciudadano "de a pie" interpreta su condición de ciudadano como un derecho inalienable y sin embargo, esta premisa es falsa. El concepto de ciudadano está fundamentado más que en el sentimiento de ser parte de la ciudad, como una herramienta tecnológica humana. Ciudadano es un concepto que incorpora atributos jurídicos, filosóficos, sociales y políticos. La ciudadanía ha ido transformándose desde la Revolución Francesa en un referente de sentido de pertenencia, compromiso, participación y comunidad, con implicaciones ideológicas y sociales como el concepto de comunidad que ha ido trascendiendo y desplazando con fuerza y poder al de ciudadanía; sin embargo, que el solo hecho de ser parte de la comunidad no convierte a la persona en ciudadano.
Se es ciudadano cuando se es parte activa de la comunidad y además, tener derecho a ejercer poder a través de la participación y la vida común es el requisito que va adquiriendo más importancia para ser ciudadano. Es por ello que en los sistemas autoritarios y excluyentes, la herramienta de control socio político por excelencia es la limitación de la participación de la vida de las personas no consideradas ciudadanos en las instancias de participación o toma de decisiones.
EL LABERINTO DEL ODIO: Son grillos para las palabras y guillotina para la ciudadanía. Hannah Arendt en su libro "La Banalidad del mal" escribió:"...nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político".
La opresión que se traduce en impotencia, despierta en las personas sujetas de exclusión una ira profunda que luego se transforma en reacción, movilización y confrontación. En la ira casi siempre hay ceguera física y psíquica en defensa de la integridad amenazada, que resulta dolorosa y compleja porque afecta al alma.
La condición de ciudadano, histórica y originaria, requería de las personas una característica fundamental: un ciudadano era una persona libre y esta condición le era intrínseca; podía cumplir con sus compromisos económicos, legales y sociales, tenía acceso a la educación y podía formar parte de la toma de decisiones si así lo quería. En muchos aspectos, aún hoy día, el aspirante a ciudadano no reconocido como tal, puede cumplir con esas prerrogativas y además puede cumplir con una muy poco mencionada y es la de ser libre de decidir cómo pensar y cómo sentir.
El laberinto del odio no tiene salida y resulta difícil darse cuenta de que es un error mascullar la rabia, ignorar el sensato sendero de la razón, la alegría de los talentos y la esperanza de la innovación.
VOLVER A SER CIUDADANOS: recuperar el control sobre las emociones, reacciones y acciones es el triunvirato del gobierno sobre sí mismos como seres libres. Enfocarse en el restablecimiento de una agenda personal y familiar productiva es lo más importante, fortalecer el proyecto de vida, revisar planes, asociaciones y actividades compartidas con amigos y socios.
No se puede influir positivamente en la agenda social sin una agenda personal sólidamente establecida. Reflexionar sobre lo que ya no funciona, evaluar lo debilitado y establecer una nueva visión personal y compartida en el proyecto de familia, pués la primera comunidad a fortalecer es esta, el más importante ejercicio de ciudadanía reside en el trabajo sobre los valores, el cumplimiento de las tareas y en especial, de los ideales. El ciudadano no debe sobreentender y subestimar el valor de los ideales; sin capacidad de soñar no hay esfuerzo que valga la pena ni sacrificio con sentido.
TAREAS PARA UNA AGENDA CÍVICA FAMILIAR: es importante que cada miembro de la familia tenga sus propios sueños e ideales. El carácter y la personalidad de un ciudadano productivo, sano y eficiente se forman en una autoestima sana y en el reconocimiento de su propio valor y la importancia de sus propios proyectos.
El diálogo entendido como "aprendo a hablar" y sobre todo "aprendo a escuchar", tiene que convertirse en una acción cotidiana de cada familia venezolana. No se habla para ganar, para tener razón o para derrotar al que escucha, sino para comprender, dialogar y encontrar soluciones y establecer acuerdos. Se debe hablar para explicar y escuchar para comprender, establecer acuerdos y respetarlos.
Más ciudadanos compartiendo los mismos valores, el establecimiento de mejores hábitos como una sana práctica personal que tiene repercusiones positivas en el entorno. Nada educa más que el ejemplo. Tener a la familia como el núcleo de valores compartidos y del establecimiento de nuevos hábitos, el ciudadano activo establece sus metas sociales para su entorno porque no se trata de una agenda autoimpuesta sino de una forma de ser.
Volver a ser ciudadanos es una cuestión de establecer nuevos y mejores hábitos de acción personal, familiar y social. El ciudadano es un ser libre en control de sí mismo, distribuye su tiempo de acuerdo a su disponibilidad y ofrece a los demás sus mejores talentos; su patrón de competencia es consigo mismo. Ha aprendido la importancia de escuchar, comprender, valorar e incluir.
Para un ciudadano activo el ejercicio del poder no depende de un agente externo ni del reconocimiento sino de la cantidad de organización social que puede aportar, su capacidad de proponer soluciones o ejercitar sus talentos en beneficio de la comunidad en la que es parte activa. El poder es la capacidad de dar para el bien común con alto nivel de compromiso en el alcance de los objetivos.
TAREAS PARA UN NUEVO PROYECTO CIUDADANO: El uso adecuado de las herramientas que proporciona el poder implica el establecimiento de algunas tareas, de un proyecto y de una visión a mediano y largo plazo. A juicio de Cedhot Arias, lo primero dentro de las tareas para el fortalecimiento de un nuevo proyecto o modelo de participación ciudadana es el establecimiento de grupos de diálogo comunitario en distintos ámbitos sociales, orientados a la búsqueda de soluciones a las diferentes problemáticas que se presentan en la vida cotidiana. Además, el establecimiento de cooperación y apoyo interinstitucional en función de talentos y fortalezas y de las oportunidades que se presentan, para dar respuesta a las comunidades. Asimismo, crear equipos de información ciudadana sobre diversos tópicos y en resumen, toda una inteligencia social orientada a informar y comunicar las oportunidades disponibles para salir adelante.
Innovar sobre nuevos medios de comunicación comunitaria debido a la necesidad de estar informados y para superar las limitaciones en la información, la comunicación, la opinión y la libertad de expresión del pensamiento. El ciudadano debe participar en todos los escenarios de la vida institucional tomando en cuenta la diversidad y la pluralidad. La tolerancia, el respeto, el diálogo y el reencuentro son valores que ya deberían estar aprendidos en Venezuela.
El diálogo inclusivo con todos los grupos sociales, raciales, religiosos y de toda índole para conseguir soluciones, establecer acuerdos y construir el proyecto de país.
La importancia del tema explica la nutrida participación de 341 ciudadanos a través de un chat de WhatsApp, en esta Edición No. 264 del Foro Hatillano.
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