El Camino del Voto en Venezuela (y 3)
Ismael Pérez Vigil
Politólogo. 1 de abril de 2023
31 de marzo de 2023. El resumen sobre el camino del voto, iniciado hace dos semanas, lo concluyo en esta entrega con una exhortación al rescate del voto, al que debemos dedicar tanto esfuerzo como el que hemos dedicado a ayudar al régimen, de manera indirecta, a socavar ese camino, al prestarnos a su juego con políticas abstencionistas o denuncias de fraudes que no hemos podido probar ni concluir satisfactoriamente.
Pero antes, embalado como está el gobierno para mantener el poder con las elecciones de 2024, debemos esperar cualquier ocurrencia o que todo lo tiña con esa finalidad. Por eso, quiero examinar una última e “ingeniosa” modalidad del régimen para socavar la fe en la política, en las instituciones, en definitiva: en el valor del voto.
“… esto se arregló…”
Esa frase es, en mi opinión, una nueva modalidad, más sutil, de “trabajar” para mantenerse en el poder, pero es el mismo decorado. Lo lamentable es que no es solo una “prédica” del gobierno, sino también la de algunos sectores, de empresarios, de asesores y analistas, que nos pretenden mostrar un país más allá de la realidad, una fantasía económica, enumerando las cuatro o cinco medidas macroeconómicas adoptadas, absolutamente insuficientes para llevar comida a las mesas, generar empleos o resolver la carencia de elementales servicios públicos que atosigan a la población. La “mejora” de algunos sectores y de algunos indicadores económicos, o la frivolidad de algunos espacios de consumo y lujosa diversión, no son un indicador importante para aseverar que el 80% o más de los venezolanos, viviendo en precarias condiciones y sumidos en la pobreza, están saliendo de ella. Por mucho que los indicadores señalen que la economía creció en 2021 y en 2022, al nivel de las inversiones y actividad económica actual, se necesitarán varios años para que ese crecimiento nos nivele al PIB que teníamos a finales del siglo pasado, cuando comenzó este oprobioso régimen, o tan solo para nivelarnos al PIB del 2013, cuando se inició el régimen madurista.
No hace falta abundar más en el tema, ni hacer una descripción −que siempre será incompleta y poco detallada− de la inadecuada o claramente falsa interpretación de las cifras, sería un insulto a la inteligencia de los lectores, que se dan cuenta perfectamente de lo que ocurre y, de todas maneras, seguramente, no lo voy a hacer mejor que connotados especialistas en la materia, que han opinado al respecto y demostrado la falsedad de la imagen que pretende crear el gobierno. Solo me interesa resaltar el mensaje que es, para mí, claro: “como esto se arregló… ¿para qué cambiar? … mejor quedémonos como estamos…”. Ese es en el fondo el mensaje.
Debemos prepararnos para esa y cualquier otra estratagema; por ejemplo, de arremetidas diversas, acompasadas y concertadas, contra la elección primaria de la oposición democrática y que lamentablemente, ya lo vemos, contará con el apoyo de algunos “analistas”, supuestamente “opositores”.
Rescatando el valor del voto.
Si difícil y escabroso ha sido el camino del voto, para establecer la democracia, también lo ha sido el camino del rescate de su valor, del cual vale la pena resumir algunos eventos. Por ejemplo: uno, el esfuerzo importante que se hizo en 2006, con una candidatura presidencial unitaria, por consenso; dos, el triunfo en el referéndum constitucional del 2007, derrotando la propuesta de modificación de la Constitución; tres, las exitosas elecciones primarias en 2012 −de donde salió un candidato unitario− y otras durante varios años más; cuatro, el triunfo en la elección de la Asamblea Nacional en 2015 e innumerables triunfos parciales en Alcaldías, Gobernaciones, Asambleas Legislativas, Concejos Municipales, etcétera, durante los últimos 23 años.
Después de todos esos ejemplos, hasta resulta difícil entender, porque para un gran sector de la población sigue tan deteriorada la vía electoral; lo único que lo explica es que el régimen ha sido exitoso en su empeño de desestimar el voto, aun cuando los ejemplos demuestran que la oposición ha desarrollado una tenaz resistencia, que debemos continuar.
Coyuntura electoral.
No repetiremos argumentos ya trillados, pero en 2024, se nos presenta una nueva oportunidad con la elección presidencial; pero antes, en 2023, debemos ser exitosos en la selección del candidato o candidata unitario en el proceso de primaria; son dos hitos interconectados y dependientes, no habrá éxito en 2024, sin éxito en 2023.
La coyuntura electoral de los años 2023 y 2024, son una buena oportunidad para replantearnos como oposición, como país, como un todo, la superación de la crisis social, política, humanitaria compleja, que nos asola. Para ello es imprescindible dejar de voltear hacia atrás o hacia los lados, imprescindible mirar al frente, al futuro, tomar lecciones de los errores cometidos, enseñar al país que hay una ruta, que comienza y termina en la unidad de objetivos, una unidad más allá del candidato o candidata −que ya es algo− pero con un basamento real, pragmático, efectivo, que sume y multiplique, no que reste o divida al país.
Superar barreras
Nos corresponde para ello sortear algunas barreras, políticas y emocionales. Las políticas obviamente tienen que ver con los partidos, su credibilidad y la del liderazgo. Para ello es preciso que se imponga y mantenga el espíritu unitario, que se mantenga igualmente la presión internacional y que se desarrolle la movilización interna, ambos retos grandes e importantes.
Las barreras emocionales, relacionadas con las anteriores, también hay que superarlas y son esa mentalidad antipolítica −fenómeno realmente mundial− que mantiene el desánimo en importantes sectores del país, que produce rechazo al liderazgo opositor y que produce como efecto colateral la marginación de los procesos electorales. Es una tarea difícil, por el impacto innegable en redes sociales de las criticas indiscriminadas, que aun cuando puedan tener algún basamento, en buena medida siguen la pauta que marca el régimen para desmoralizar a la oposición y negar el valor del voto.
Conclusión.
La elección primaria de 2023, ya se ha dicho, es además una buena oportunidad de movilización y de mostrar al pueblo venezolano una cara unida y una alternativa para superar este oprobio y ganar las elecciones de 2024.
Algunos dudan, lo sé, que el voto sea el camino a la democracia, pues se afirma que no se cree que por esta vía el gobierno vaya a entregar el poder, si pierde la elección presidencial. Pero, en realidad, eso es algo que no sabemos si ocurrirá, que solo podemos especular, pues en verdad, nunca le hemos ganado a este régimen una elección presidencial. Ese es el reto para 2024.
Volveré la semana siguiente a la Semana Santa, con comentarios acerca del proceso de selección y designación de las Juntas Regionales que asistirán a la Comisión Nacional a organizar la elección primaria del 22 de octubre de 2023.
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