UN SUEÑO PARA VENEZUELA
Por: Marianela Escalona
Montesinos
Ponente: Roberto Casanova.
Escritor. Consultor y Profesor de la UNIMET. Economista (UCV) con estudios de
Maestría en Historia de las Américas (UCAB)
En las circunstancias tan trágicas y duras como las que
vivimos, quizá alguien pueda preguntarse si tiene algún sentido hablar de un
sueño para nuestro país. Al hablar de sueño realmente hablamos de esperanza,
por lo que la pregunta adecuada sería ¿Es posible para cualquiera de nosotros
sobreponernos? ¿Es posible perseverar y emprender si no tenemos esperanza?
Cuando se habla de esperanza no se habla de ilusiones o un compendio de buenos
deseos, sino de la esperanza como una energía transformadora, como emoción
creadora.
En el libro
"Un sueño para Venezuela", escrito por Roberto Casanova y Gerver
Torres, (ya en su segunda edición) se trata de extraer del pasado lecciones que
ayuden a pensar en el futuro que queremos construir; además, los autores
intentan describir de manera realista y hasta cruda nuestra terrible realidad,
tratando de identificar oportunidades que se presentan, capacidades y activos
con los cuales contar.
Roberto
Casanova está convencido que, tener esperanza en Venezuela, permitirá
aglutinarnos y movilizarnos; una esperanza en Venezuela sacará lo mejor de los
venezolanos, nuestro lado más creativo y generoso. Se trata de pensar en el
pasado, presente y futuro de libertad y justicia que podemos forjarnos y que
todos soñamos.
UN DOBLE
DESAFÌO
Los tiempos que
corren son, sin duda, nuestros peores tiempos y paradójicamente pueden ser
también los mejores. Nuestra situación hoy se parece a la de un país que sufre
una guerra; somos bombardeados diariamente por un régimen que quiere
derrotarnos, doblegarnos y someternos. Reconociendo esta terrible realidad, y
poniendo por un momento nuestra atención en las oportunidades que se están
gestando y en las fortalezas que hemos ido adquiriendo, se puede decir que en
estos tiempos nos hemos "curtido" para vivir la más increíble liberación
transformadora de nuestra historia.
Estos años
pueden representar el final de la revolución socialista: una época de errores,
soberbia, violencia y corrupción; ha sido como un río que arrasa con todo pero
cuando pase, como habrá de pasar, tendremos la posibilidad de cosechar los
frutos de lo que hemos sembrado en medio de tantas dificultades. Pero debemos
tener cuidado al pensar al país como algo que está fuera de nosotros;
Venezuela, al fin y al cabo, somos nosotros, los venezolanos dondequiera que
estemos.
Por eso es que
estos tiempos exigen también tomar conciencia de cómo lo mejor y lo peor de
cada uno de nosotros nos condujo a este presente y también cómo nos está
ayudando a salir de él. La lucha que damos en contra de la dictadura y a favor
de nuestra transformación es también una lucha interna. Necesitamos desarrollar
lo que un autor llamó hace mucho la "imaginación sociológica" que es
la conciencia de la estrecha conexión que existe entre mi vida y el devenir de
la historia del mundo, además de lo que esa conexión significa para el ser
humano en el que nos vamos convirtiendo y en la clase de actividad histórica de
la que puedo formar parte.
En este
momento, en nuestra historia, tenemos planteado un desafío con 2 caras: por una
parte liberarnos de la tiranía para poder transformar a Venezuela en un mejor
país, y además liberarnos de nuestras peores actitudes, ideas y sentimientos
para transformarnos en los mejores venezolanos que podamos ser. Nuestra
liberación y nuestra transformación deben en definitiva, ser doble: tanto
social como personal.
LECCIONES DE
NUESTRA HISTORIA
Nuestra
transformación como sociedad supone conocer, ante todo, qué es lo que queremos
transformar y para ello debemos volver la vista y comprender el camino que nos
condujo hasta aquí. Sin conciencia histórica no lograremos una auténtica
conciencia de lo que podemos ser. Los logros alcanzados por Venezuela entre los
años `20 y `80 del siglo pasado fueron diversos y muy significativos.
El ingreso
fiscal petrolero sirvió para promover grandes transformaciones: Venezuela
creció de manera continua, se urbanizó aceleradamente, se expandió la
educaciòn, se mejoraron notablemente los índices de salud, se desarrolló una de
las mejores infraestructuras de América Latina, se comenzó a establecer un
parque industrial moderno y se creó y fortaleció la Democracia. No fue una
historia lineal de progreso, hubo avances y retrocesos pero el balance, al cabo
de casi 6 décadas de habernos convertido en una nación petrolera, era
claramente positivo.
Sin embargo, la
dinámica que impulsó con tanta fuerza y éxito ese desarrollo económico y
social, contenía las semillas de su propia destrucción. En efecto, los
crecientes ingresos fiscales, en un contexto institucional precario, nos
convirtieron en una "petronaciòn" cuyo rasgo primario es que en ella
el Estado ejerce el control de la actividad petrolera y de la renta que ésta
genera, permitiéndole funcionar y desarrollarse sin necesitar demasiado los
impuestos internos; de esta manera la relación normal entre el Estado y los
ciudadanos se invierte y en vez de ser los ciudadanos quienes financian al
Estado es éste quien financia a aquellos.
En una
"petronaciòn" las organizaciones civiles, el empresariado y los
ciudadanos en general son muy débiles ante el peso del Estado. Pero esta es
solo la mitad de la historia. El Estado es poderoso porque puede controlar a la
economía en la sociedad pero su presencia sobreextendida lo hace fácilmente
capturable por intereses de grupos y sectores de todo tipo. Estamos entonces
ante un proceso de doble vía: el Estado invade al sector privado pero ese, a su
vez, invade al Estado convirtiéndolo en botín y la sociedad en depredadora.
No pudimos
entonces desarrollar a cabalidad instituciones que sirvieran realmente al
interés general. La burocracia y el gasto gubernamental se expandieron hasta
quedar fuera de control. El sector privado se fue haciendo progresivamente
menos eficiente y más dependiente de la protección y el apoyo estatal. Amplios
sectores de la sociedad fueron quedando al margen de esa dinámica de reparto.
En definitiva no se logró crear una economía productiva, diversificada e
incluyente.
Las reformas
económicas y políticas de comienzo de los años `90 no pudieron convocar el
apoyo de la mayoría potencialmente beneficiaria de tales reformas y estas
fueron anuladas, en buena medida, por la resistencia ejercida por diversos
grupos de poder. El país quedó sin una visión compartida de un futuro deseable,
un futuro factible.
La llamada
"revolución bolivariana" vino a capitalizar el deseo de cambio de
muchos sectores, aunque pronto demostró su naturaleza antirrepublicana y
antidemocrática, además de despilfarrar en medio de una terrible ineficiencia y
una corrupción generalizada, no solo los enormes ingresos petroleros sino
también los derivados de un endeudamiento público completamente descontrolado.
Nuestros
problemas de fondo no fueron resueltos y, de hecho, se agravaron, surgiendo
además unos nuevos. Como nunca antes, la miseria se ha expandido en nuestro
país, como nunca antes se ha apuntalado la opresión y la represión política.
Hoy ya no es cierto que los venezolanos estamos divididos entre chavistas y
opositores; hoy tenemos 2 países en 1: el de los poderosos y enchufados por una
parte y el de la gran mayoría humillada y empobrecida por la otra.
Nuestra
estrategia de reconstrucción debe tomar debida nota de los males que en el
pasado nos impidieron avanzar sostenidamente por la ruta del desarrollo. El
intervencionismo estatal y la dependencia petrolera, la creación de privilegios
y la exclusión social, el proteccionismo y la escasa competencia, la
indisciplina fiscal y la precariedad institucional son algunos de tales males y
no es exagerado sostener que en grado importante, el socialismo del siglo XXI
terminó siendo la fase superior de todos ellos.
UN INVENTARIO
DE OPORTUNIDADES
Nuestro
presente es trágico. Si se lo describe en cifras, son simplemente
inconcebibles. Venezuela encabeza la lista de indicadores de mal desempeño no
solo a nivel de la región, sino también a nivel mundial en algunos casos. Pero
esas cifras, con todo lo impactante que resultan, no reflejan el dolor y la
desesperación de muchos venezolanos. Haber pasado de un país de inmigrantes a
otro de emigrantes es, tal vez, el mejor indicador del colapso nacional causado
por la revolución socialista.
Pero otra
mirada sobre nuestra realidad es posible: la inteligencia creadora es el gran
recurso de cada persona y también de la sociedad que conforman. Esta realidad,
entre otras cosas, nos permite descubrir y crear oportunidades en nuestro
entorno, así como capacidades en nosotros para aprovecharlas.
En tal sentido,
el proyecto de transformar a Venezuela nos plantea desde ahora la tarea de
inventariarnos como país para reinventarnos. Los venezolanos tenemos en nuestro
pasado, en nuestra geografía, en nuestro presente, activos y oportunidades en
los cuales podemos apoyarnos para salir adelante, aunque esto por sí solo no
nos garantizará el éxito en la tarea, pero son una excelente base para
intentarlo, sobre todo cuando examinamos la experiencia de otros países que han
logrado superar situaciones también muy adversas.
En una rápida
búsqueda de oportunidades y activos podríamos encontrar cosas como las
siguientes: los venezolanos supimos y aún sabemos cómo progresar materialmente,
la actitud emprendedora se ha ido ampliando y consolidando en muchos sectores,
la libertad, el respeto a la propiedad privada, la solidaridad, etc, son hoy
valores ampliamente compartidos por la ciudadanía. Somos una sociedad
igualitaria y abierta, sin conflictos étnicos o religiosos, la mayoría de los
venezolanos está en plena edad reproductiva, la diáspora, a pesar de la pérdida
que supone, también amplía nuestro potencial productivo y nuestro radio de
acción. Contamos con una ubicación geográfica muy ventajosa, nuestro territorio
es de baja propensión a riesgos naturales, poseemos abundantes recursos
naturales, podemos apoyarnos en varios de los logros de la región, podemos
atraer abundantes capitales venezolanos en el exterior, contamos aún con una
planta industrial con gran capacidad ociosa, hemos preservado nuestra cultura
democrática.
El colapso del
Estado distribuidor nos obliga a hacernos directamente responsables de nuestro
porvenir. Finalmente tenemos, aunque no lo hayamos buscado, la oportunidad de
construir muchas cosas desde "cero".
Algunos de
estos activos y oportunidades son resultado de nuestras acciones, otros son
legados de la naturaleza, otros se derivan de la situación y las tendencias de
la economía y la política a nivel mundial, así como de nuestra propia situación
actual, con todo lo grave y calamitosa que es.
Hay activos y
oportunidades que son de larga duración, mientras otros pueden desperdiciarse
si no actuamos a tiempo para aprovecharlos. Inventariar de esta manera nuestro
país es una tarea que, si se realiza con la perspectiva resuelta de los
reconstructores, puede convertirse en una gran fuente de esperanza colectiva.
EL SUEÑO
Hoy luchamos
por vivir en una verdadera república justa y democrática dentro de la cual
podamos desarrollar libremente nuestras capacidades y disfrutar de
oportunidades para progresar espiritual y materialmente.
En este país
por construir, nuestras inevitables diferencias y las acciones desleales de
minorías antidemocráticas de cualquier signo, serán enfrentadas decididamente
en el marco del Estado de Derecho. En ese país futuro, el Estado responderá
verdaderamente al interés general y no tendrá "tomacorrientes" para
evitar que nuevamente una casta de enchufados pretenda prosperar mediante el
tráfico de influencias y la corrupción. Dejaremos atrás el rentismo.
Nuestros
servicios públicos y especialmente la salud y la seguridad personal,
funcionarán eficientemente; nuestra educaciòn será la mejor posible y todos
tendrán acceso a ella. Nuestros ambientes serán saludables y disfrutaremos de
una excelente calidad de vida.
Nuestro
potencial será desarrollado en empleos productivos y gratificantes y nuestro
talento nos hará emprender actividades generadoras de bienes socialmente
valorados. Nuestra capacidad de consumo se expandirá constantemente ante una oferta
variada y accesible de productos y servicios; nuestra creatividad artística,
intelectual y deportiva florecerá como nunca.
Los recursos
que legítimamente obtengamos y las propiedades que adquiramos nos darán
estabilidad y bienestar. Nuestro retiro, luego de una vida de trabajo y
esfuerzo, será tranquilo y digno.
Los deberes
ciudadanos como el pago de impuestos, la participación política y el
voluntariado serán asumidos por la mayoría de nosotros con clara conciencia del
bien común. De igual modo, consideraremos los problemas globales como propios y
cooperaremos activamente a nivel internacional en el diseño y ejecución de
soluciones conjuntas. Venezuela será de nuevo un destino para inmigrantes,
muchos compatriotas regresarán y nuestro gentilicio nos llenará de orgullo.
Algunos
pensarán que todo esto, aunque deseable, es simple utopía; otros ni siquiera se
interesarán en el asunto pues sienten que ya no pertenecen a Venezuela.
Respetuosos de la libertad de pensamiento y de la libertad para elegir, no se
juzgan tales convicciones aunque, en opinión del Profesor Casanova, uno
realmente no pertenece a Venezuela... uno "es" Venezuela. Es la
articulación de nuestras acciones la que da forma cotidianamente al país.
Una fracción de
Venezuela desaparece cada vez que 1 venezolano pierde la esperanza en ella y se
vigoriza con cada venezolano que persevera en la lucha por la libertad
creadora, condición imprescindible para transitar este exigente pero
maravilloso camino de nuestro renacimiento nacional.
Una mirada
atenta a nuestro entorno nos permitiría descubrir comportamientos y
experiencias de esa otra Venezuela que pugna diariamente por hacerse realidad.
Emprendedores en las distintas esferas del quehacer humano (economía, activismo
social, educaciòn, etc) son, sabiéndolo o no, portadores del ideal de un mejor
país, de un sueño nacional; son el símbolo de la libertad creadora, son la
antítesis de la sumisión que envilece, de la resignación o de la huida.
Se trata de
personas que se caracterizan por su acción esperanzada, por su perspicacia para
encontrar o imaginar oportunidades, por su resiliencia para afrontar un entorno
hostil, por su vocación realizadora, por su contagiosa fuerza vital.
UNA ESTRATEGIA
TRANSFORMADORA
Hacer de
Venezuela un país de oportunidades para todos y de privilegios para nadie será
una tarea compleja. Se debe diseñar, acordar y ejecutar una estrategia de
reconstrucción y desarrollo en diversos ámbitos.
- La economía a la que aspiramos debe ser
una economía pujante y diversificada, capaz de incrementar incesantemente sus
niveles de productividad y con ello, nuestros niveles de vida. Para que esto
sea así, debe ser una Economía de Mercado abierta al comercio mundial y basada
en la competencia, lo cual implica que debe ser una economía caracterizada por
la libertad para invertir y producir, comerciar y consumir, en el marco de
reglas que eviten el surgimiento de monopolios y conductas fraudulentas; que protejan
nuestros derechos de propiedad.
Un contexto
como éste incentivará constantemente el emprendimiento y la innovación. Pero
otras políticas serán necesarias en este reto de hacer competitiva nuestra
economía: la capacitación de nuestro capital humano por una parte, y la
investigación y desarrollo en materia en materia científica y tecnológica por
la otra, son imprescindibles para aumentar nuestro conocimiento productivo
colectivo y generar así productos de mayor valor agregado, superando la tendencia
de basar nuestro crecimiento solo en la abundancia de algunos recursos
naturales.
Asimismo, para
que este desarrollo económico sea sostenible y garantice un hábitat sano, debe
guardar una constante armonía con el ambiente.
- Debemos
proponernos superar la pobreza, desafío histórico que no hemos sabido
enfrentar. El crecimiento desde luego es una condición necesaria para superar
la pobreza pero no es suficiente; más aún, la pobreza puede ser un obstáculo
para el crecimiento pues limita el desarrollo de capacidades productivas en las
personas. Se trata en realidad de un círculo vicioso que debemos romper.
Roberto
Casanova afirma que el desafío de acabar con la pobreza implica, por una parte,
dar forma a una pujante economía de mercado que promueva la competencia y la
productividad y genere constantemente nuevas oportunidades de empleo, y por
otra parte, se debe desarrollar una política social de calidad, centrada en
lograr que las personas desarrollen sus capacidades productivas para acceder a
esos empleos de calidad que la economía en expansión pueda generar.
La superación
de la pobreza es un asunto que atañe tanto a la política econòmica como a la
social.
- El
Estado debe tener el papel fundamental de garantizar y promover la libertad y
la justicia, siendo un auténtico estado de derecho, y también debe recaudar y
asignar recursos para el logro de propósitos colectivos en educaciòn, ciencia y
tecnología, salud, seguridad social, etc. Debe además garantizar la existencia
de reglas generales que promuevan la estabilidad monetaria y la competencia
econòmica.
En el
cumplimiento de tales responsabilidades, el Estado mismo tiene que estar
sometido a reglas de disciplina fiscal y transparencia, que le impidan crecer
sin límites y despilfarrar recursos. Definitivamente, el Estado no debe ser
empresario.
El Estado debe
ser federal lo cual exige una significativa distribución del poder entre los
niveles nacional, estadal y municipal. Un Estado como este, al servicio de
todos, debe ser "desparasitado" de aquellos que buscan privilegios y
renta. Tiene que ser entonces un Estado fuerte y justo, con capacidad para
gobernar en función del bien común.
- Los
venezolanos debemos reinventar nuestro proceso político y rediseñar algunas
instituciones que lo regulan. La reelección presidencial indefinida, por
ejemplo, ha demostrado que puede ocasionar graves distorsiones, permitiendo que
quienes gobiernan, abusen del poder del Estado para perpetuarse en su
ejercicio. Hay que evaluar opciones como la disminución del período
presidencial con la posibilidad de 1 sola reelección, o la fijación de ese
período en 5 o 6 años sin reelección. De igual modo se debe considerar la
pertinencia de la doble vuelta en las elecciones presidenciales a los fines de
elevar la legitimidad y gobernabilidad democrática. Tal vez ha llegado el
momento de superar el sistema presidencialista que tanto poder ha permitido
concentrar en un gobernante y adoptar un
sistema semipresidencialista.
Estos cambios
deben ser complementados con la necesaria transformación de los Partidos
Políticos quienes junto a la ciudadanía, deben formular un nuevo pacto
histórico. Los partidos deben comprometerse, entre otras cosas, a desarrollar
sus propuestas estratégicas y programáticas, implementar sistemas de debate
permanente con el resto de la sociedad, crear programas de formación política
para sus militantes y para la ciudadanía, rendir cuentas periódicamente,
adoptar esquemas organizativos consistentes con el carácter federal del país,
realizar elecciones internas periódicamente, etc.
De manera similar, la Sociedad Civil debe profundizar su
tarea de observación, evaluación y denuncia en materia de políticas públicas,
leyes y problemas colectivos. Casanova cree no exagerar cuando afirma que
nuestro país podría vivir en los próximos años un milagro económico, social y
político. Los venezolanos capaces de generar riquezas pero impedidos de hacerlo
por un régimen opresor, podríamos rápidamente reactivar nuestra economía. Esto
solo sería una parte de lo que eventualmente ocurriría.
Lo que los
venezolanos viviremos será el renacimiento de nuestra sociedad que luego de
verse casi destruida, pudo encontrar el camino, la esperanza y la fortaleza
para resurgir.
UN CÒDIGO
MORAL
Nuestra
liberación y transformación es también un proyecto ético. Al fin y al cabo, la
economía y la política no pueden funcionar bien en un entorno moral pobre. Tal
vez nuestros aprendizajes pueden sintetizarse en un decálogo moral que sirva de
referencia a la hora de decidir y de actuar en los diversos ámbitos en los que
transcurren nuestras vidas.
Tal código
podría decir cosas como las siguientes:
-Debemos
esforzarnos por hacer cosas valiosas para nosotros mismos y para los demás; ser
trabajador, empresario o funcionario consiste ante todo en crear cosas que las
otras personas valoren y sus ingresos dependen de esa valoración; esto en el
fondo es lo que significa el mercado.
- Volver a
ser solidarios como antes ya que muchos requerirán de nuestro apoyo para
nuevamente ponerse de pie. El gobierno tendrá que otorgar subsidios a una parte
de la población durante algún tiempo pero también la Sociedad Civil deberá
encontrar la manera de ayudar a los más necesitados.
- Debemos
cuidar las reglas que hacen posible la vida civilizada; es imposible que una
sociedad nos ofrezca lo que esperamos de ella si los que la conformamos no nos
comportamos con apego a ciertas reglas y valores. El sentido de justicia, el
cumplimiento de las leyes, la honradez, el respeto, deben formar parte de
nuestra conducta cotidiana.
- No
debemos depender del gobierno; de ningún gobierno. Hay que acabar con el
enchufe como forma de progresar. No es solo un tema moral.
- Tenemos
que superar de una vez y para siempre el presidencialismo, para evitar el
exceso de poder en una persona o grupo. Un hombre fuerte es un pueblo débil.
-
Recuperar el pluralismo y la tolerancia. La revolución intentó dividir a los
venezolanos sin éxito porque entendimos que aunque cada quien tenga derecho a
su opinión, no tiene derecho de imponerla a los demás. Revalorizar la política.
Quienes se dedican a ella tienen que cambiar para ganar la confianza de la
gente, tienen que cumplir con lo que ofrecen y sus acciones tienen que ser
transparentes. Asimismo, debemos superar la actitud "antipolítica".
La política puede ser una actividad ruin y degradante o noble y enaltecedora y
tiene una complejidad que muchas veces desconocen quienes la critican.
- Hay que
conocer nuestra historia y aprender de ella, porque un pueblo que no conoce su
historia es como una persona sin memoria que puede ser manipulada y convencida
de cosas que nunca ocurrieron o que sucedieron de otra forma. En política
siempre habrá quien intente manipular la historia en su beneficio. Aprender de
las experiencias de otros pueblos. Otras sociedades también han vivido duras
épocas y algunas de ellas no solo se recuperaron sino que se convirtieron en
mejores sociedades. Entender cómo lo lograron podría ser de utilidad para
enfrentar nuestro desafío nacional.
- No
dejemos de cultivar la esperanza porque ella nos dará la energía emocional que
necesitamos para salir de los tiempos oscuros en los que vivimos y entrar en la
época de paz, libertad y progreso que tanto deseamos.
LUCHAR Y
CAMBIAR
Alguien dijo
que el arte de gobernar consiste fundamentalmente en evitar que todos se pongan
bravos el mismo día. ¿Cómo podemos millones de venezolanos que rechazamos la
dictadura salir finalmente de ella? Tenemos que resolver entre nosotros un
problema de coordinación, debemos dar forma a procesos que nos movilicen en
todos los planos, en contra de la dictadura, alineando los apoyos
internacionales y nuestra capacidad de lucha. No es un asunto fácil pero no hay
alternativa, nadie invadirá al país para liberarnos y la vía electoral es un
campo minado, a juicio de Roberto Casanova.
Con todo, para
que nuestra liberación sea transformadora, no bastará con salir de la
dictadura. El problema histórico y fundamental de nuestro siglo XX fue el
rentismo, es decir, el habernos convertido en una sociedad parasitaria, organizada
alrededor del Estado distribuidor de la renta petrolera. Pero ese Estado ha
desaparecido y necesitamos otro Estado y también tenemos que convertirnos en
otra sociedad. Necesitamos un nuevo contrato social que respete la dignidad de
las personas y evite el abuso de poder en cualquiera de sus formas. Debemos
plantearnos con claridad y convicción el equilibrio de poder en nuestra
sociedad liberando al Estado y a la economía de la captura de renta, promover
la competencia y el emprendimiento, apoyar solidariamente a los sectores
rezagados, ofrecer oportunidades educativas a todos, dialogar públicamente
sobre nuestros problemas colectivos y sus soluciones.
Ese es el reto
que enfrentamos quienes en definitiva aspiramos a vivir en una sociedad de
hombres y mujeres libres, emprendedores, solidarios. No debemos preocuparnos
mucho por el tiempo que tarde la transformación; lo importante es que la
emprendamos YA, lo antes posible. En el momento en que comencemos decididamente
a reconstruirnos, los venezolanos de bien sentiremos un gran alivio, nos
llenaremos de fuerza y optimismo y a partir de allí, iremos remontando el
camino, alimentándonos cada paso de más energía para continuar.
Aunque
necesitaremos el apoyo solidario de los pueblos libres del mundo, nadie lo
enfrentará por nosotros porque es nuestra responsabilidad, la responsabilidad
de nuestro liderazgo político, empresarial, sindical, estudiantil, vecinal y
del ciudadano común.
Cada
venezolano, no importa el lugar desde el que actúe, tiene que preguntarse a sí
mismo ¿Qué está dispuesto a hacer? pues todos somos parte del problema o de su
solución. No hay otra opción. Es cuestión de decidir el papel que nos gustaría
desempeñar y que cuando nos toque hacer el balance de nuestras vidas, podamos
sentirnos orgullosos.
EL FORO HATILLANO NO SE HACE RESPONSABLE POR LAS
OPINIONES EMITIDAS POR EL PONENTE
La importancia del tema explica la nutrida
participación de ciudadanos a través de dos chats simultáneos de WhatsApp, para
un total de 348 asistentes en esta Edición No. 200 del Foro Hatillano
Como regalo el escritor del libro un Sueño para Venezuela Roberto Casanova les deja este enlace para que pueda leer su libro:
https://drive.google.com/file/d/1lxhJts4rnr9TZGV9Jqn-RK-ysFf2hGbm/view?usp=sharing