Por Prof.
Alan Narvaez, 29/10/2017
Entre mis
reminiscencias especiales se encuentra una moneda ya inexistente, la Locha, muy
asociada con mis días escolares porque lo que mi papá me daba diariamente para
la merienda eran 2 Lochas. Desde que tengo memoria hasta poco después de
graduarme de economista, en 1972, las monedas eran de cuproníquel (la Puya, con
valor de 5 céntimos y la Locha, con valor de 12 ½ céntimos) o de plata (el
medio, con valor de 25 céntimos; el real, 50 céntimos, el bolívar, los 2
bolívares y el Fuerte o Cachete, de 5 bolívares).
Siempre
me dio curiosidad el valor tan singular de la locha (12 ½ céntimos) y como mi
papá sabía mucho de casi todo lo que le preguntara de niño, me explicaba con
mucha naturalidad que era la mitad de un medio (Bs 0,25) y que el medio se
llamaba así porque era medio real, de manera que una locha era un cuarto de
real y por eso le decían también cuartillo… Mi pregunta siguiente quería
encontrar respuesta a por qué la referencia era el real y no el bolívar
completo y él pacientemente me relataba que se trataba de una costumbre que
venía desde tiempos de la Colonia; pero, para tratar de de rescatar la
predominancia del bolívar, me explicaba que la Locha se llamaba así porque como
valía un octavo de bolívar y, como anteriormente a un octavo le decían ochavo
(todavía el diccionario de la RAE incluye esa palabra), a la moneda la llamaban
“la ochava” y como al decirlo sonaba “lochava”, para abreviar ese nombre
pasaron a llamarla simplemente Locha.
Como dije
antes, la Locha también se le llamaba
cuartillo pero solamente cuando se juntaba con un real, por ejemplo, era muy
común oír decir “real y cuartillo”, es decir 62 ½ céntimos. Incidentalmente, recuerdo que en un
programa de televisión del Profesor Néstor Luis Negrón, donde participé como
parte del equipo del Colegio San Ignacio (junto con Carlos Pacheco y creo que
con Sálvano Briceño), una de las preguntas que pesó para que le ganáramos a
nuestros contrincantes fue “¿Cuántos céntimos son real y medio y cuartillo?, a
lo que respondimos de inmediato: “¡87 ½ céntimos!”
A pesar
de su valor tan pequeño, la Locha tenía mucha aplicación y de allí han derivado
expresiones que aún se usan. He aquí algunos ejemplos:
* “Pan de
a Locha”, ya que durante mucho tiempo así se le decía a una pieza de pan, de
tamaño equivalente a media canilla, también llamado “pan francés”. Poco se ve
ahora este pan en las panaderías, de hecho, las maravillas del “socialismo”
prácticamente han hecho desaparecer cualquier tipo de pan, razón por la cual en
las puertas de las panaderías se ven largas colas a las horas en que van a
venderlo, lo que demuestra lo terriblemente vil que era lo que ellos llaman “la
4ª República” (realmente la República Civil o Democrática) porque como siempre
había pan y no había que hacer cola para comprarlo, la gente no aprovechaba
para socializar en ellas.
* “Me
cayó la locha”, expresión que hoy se usa para decir que uno cayó en cuenta o
entendió algo. Para entender su uso original hay que saber que en las fuentes
de soda o bares habían unos aparatos llamados Rockolas que tenían un discos de
vinil de 45 ½ revoluciones, con las canciones de moda (una por cada lado del
disco). Para oír la que uno quería había que meter una Locha y, como a veces no
caía bien por la ranura, cuando lo hacía y empezaba a tocar la canción
seleccionada solía exclamarse ¡Me cayó la Locha!
* “La
pregunta de las 64 mil Lochas” A principios de la década de los años 1960 hubo
un programa de preguntas donde a cada concursante se le formulaban hasta 5
preguntas, la primera de las cuales premiaba con 4 mil lochas (500 bolívares)
la respuesta correcta y las preguntas sucesivas con 8 mil, 16 mil, 32 mil,
hasta la pregunta final, muchísimo más difícil que premiaba con 8 mil
bolívares, es decir 64 mil Lochas. Hoy se usa esta expresión para calificar una
pregunta con respuesta muy difícil de obtener. Ejemplo: Por 64 mil Lochas:
¿Hasta cuándo podrá aguantar el pueblo seguir sufriendo el desastre económico
creado por este régimen nefasto?
* “La lucha
por la Locha de la leche” Así se llamó el movimiento de consumidores que, a
principios de la década de los 1970, se opuso y enfrentó al anuncio por parte
de los productores de que el litro de leche pasaría de costar real y medio a
costar real y medio y cuartillo, debido a la decisión del Gobierno de aquel
entonces de disminuir el subsidio que aquellos recibían para contener el precio
al consumidor en real y medio.
De lo
anterior hay que decir que Venezuela fue admirada internacionalmente durante no
menos de 30 años por los altos niveles de crecimiento económico y de progreso
de sus ciudadanos (hasta casi fines de los años 70), a lo cual contribuyó una
estabilidad de precios que nos destacó por más de 70 años con una de las
inflaciones más bajas y estables del planeta, muy tristemente todo lo contrario
de lo ahora sufrimos, con la más prolongada caída económica y empobrecimiento
de nuestra historia y con 4 años teniendo la mayor inflación en el mundo.
Los
precios eran tan bajos y la locha tan útil que la primera vez que fui a
Margarita, cuando me compré mi primer carro, en 1967 (un VW escarabajo de 1960
por el que pagué 3 bolívares de los de hoy), y me aventuré con mi compañero de
estudios Orlando Pirona en ese viaje, con los bolsillos vacios, pudimos subsistir
porque allá podíamos comprar 2 empanadas de cazón por una locha.
Cuando en
mis cursos de la Universidad empezamos a estudiar el tema de la Inflación,
inicio relatándole a mis estudiantes lo que no es inflación con un ejemplo
personal: cuando empecé a ir al kínder el rey de las golosinas, un Toronto,
costaba una Locha. Cuando egresé de 6º grado (8 años después) un Toronto seguía
costando una Locha; cuando egresé como Bachiller, 5 años después, un Toronto
seguía costando una Locha; cuando me gradué de economista, 5 años después un
Toronto seguía costando una Locha y ese precio se mantuvo por no menos de 4
años más, cuando el Toronto pasó a costa 2 Lochas: fueron no menos de 22 años
que un Toronto mantuvo su precio en una Locha… sin que le impusieran un control
de precios a la empresa Savoy, simplemente los gobiernos hasta ese entonces,
responsablemente y por el bienestar del pueblo, tuvieron disciplina fiscal y un
gasto público ceñido a los Ingresos Ordinarios, es decir la fórmula efectiva
para evitar la inflación (como dirían nuestros abuelos, arroparse hasta donde
llega la cobija). En cambio ahora los precios varían semanalmente y hoy un
Toronto cuesta más de 4 mil bolívares, es decir, más de 4 millones de bolívares
de los de antes, o sea: ¡32 millones de Lochas! ¡Cosas veredes, Sancho!
(*)
Profesor UCV / arlanwmun@gmail.com
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