Venezuela no soporta la inhumana situación a la que ha sido reducida por obra de la incalificable gestión gubernamental y del modelo que contra su voluntad le han impuesto. El país ha sido destruido material, moral e institucionalmente. La miseria se expande hasta extremos inauditos. Las muertes por carencia alimentaria y falta de medicamentos sugieren la proximidad de devastadoras hambrunas.
La emergencia de la Educación, con cifras de vértigo de niños no escolarizados, resalta otro siniestro contorno de la crisis social. Millones de compatriotas han huido. Es una herida dolorosa apenas mitigada por la infaltable protección de los países hermanos. El país se desangra. El 70% de la diáspora lo conforman jóvenes, cerca de la mitad con títulos de postgrado. Se pierde por ahora un reservorio de talento de alta calidad, pero en contraste se fortalece la convicción de que Venezuela es una causa mundial.
El gobierno de Maduro es incapaz de revertir el monstruo que ha creado. Una inmensa mayoría exige un perentorio cambio pacífico y electoral en el presente año pero con requisitos de fiabilidad como los concebidos en el Acuerdo de Santo Domingo, irracionalmente desconocido por la parte oficialista. Venezuela está en emergencia. Nos honra y agradecemos la noble solidaridad del mundo hermano, que hace más exigente nuestra obligación de redimir al país, con la fraternidad que se cultiva en la trinchera común. Es la Nación unida contra el poder opresor. Nadie sobra, todos caben. Sin mezquindad. Sin prejuicio.
En la actualidad se reconocen tres sectores en la oposición, circunstancialmente separados. Si bien uno de ellos manifiesta su deseo de votar el 20 de mayo y los otros de luchar por elecciones verdaderamente libres, no olvidamos las muchas cosas que nos unen, comenzando por el cambio de gobierno, la democratización y recuperación de Venezuela. Las diferencias no autorizan el nefasto intercambio de epítetos denigrantes.
Nuestros enemigos internos son el derrotismo, la descalificación, la enfermiza desconfianza, las fabulaciones sobre conspiraciones secretas, el temor a los valiosos contingentes que decidieron compartir con sus antiguos rivales la redención de un país. Son muy auspiciosas la incorporación de los estamentos sociales en el recién creado Frente Amplio Venezuela Libre, y que parte creciente del chavismo crítico o democrático se agrupe con los factores de la unidad nacional. Es un salto adelante que debemos alentar. La confluencia se expande. ¡Manos tendidas en todas las direcciones!
Invitamos a todos los venezolanos que aman y luchan por la restauración de la democracia y por la libertad, a quienes coinciden en lo que nos une pero que prefieren transitar otra ruta y a quienes han expresado querer votar en el proceso convocado a destiempo por el gobierno, a incorporarse a la gran unidad opositora y a efectuar sus valiosos aportes para que logremos juntos, el anhelado cambio de gobierno por la vía constitucional.
Somos venezolanos, amamos nuestro país y ahora no hay causa más noble que la de la Nación que nos reclama trabajar juntos.
De esta dura experiencia saldremos con mayor lucidez a reencontrarnos en el cauce de la unidad nacional, a conjugar fuerzas y poner en pie a Venezuela. Una tierra que todo lo merece y de todo ha sido despojada.
Siguen firmas.
José Curiel Rodríguez.
Américo Martín.
Humberto Celli.
Oswaldo Álvarez Paz.
Lewis Pérez Daboin.
José Toro Hardy.
Rafael Simón Jiménez.
Alberto Herrera.
Emilio Figueredo Planchart.
Gustavo Velásquez.
Gustavo Conde Delfino.
Pedro Pablo Alcántara.
Gorka Carnevali Pérez.
Alirio Oliveros.
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