Por: Ismael Pérez Vigil. Politólogo.
Caracas, 6 de abril de 2018.
Hemos venido hablando de ciudadanos, ciudadanía y sociedad civil —que son términos inseparables— y su relación con los partidos políticos.
El trato de ciudadano ha estado siempre presente en las 26 constituciones que ha tenido el país, pero solo en la de 1999 dejó de ser solo una fórmula de cortesía o protocolo, para convertirse en una manera de relacionarse con la política y el Estado. En cuanto a la sociedad civil, como sus fronteras siempre son muy difusas, por sociedad civil también vamos a entender ese espacio “organizacional” en el que se mueve el ciudadano que no tiene partido, que aunque siga una “línea” o directriz determinada, no está comprometido, atado, con la organización que la emite; hablamos de ese “reino del ciudadano” que ya hemos llamado ONG y cuya tarea es el ejercicio de la ciudadanía. Y por ciudadanía —que sin duda es la palabra que mejor resume la tarea política del momento— vamos a entender una forma de participación política y social basada en el reconocimiento de que el vínculo que nos une a los demás es compartir los mismos derechos.
Hablamos, entonces, de ese individuo que durante años se fue separando cada vez más del estado, de lo público; a quien le fueron socavando sus mecanismos de participación y representación, que dejo de sentirse expresado por los partidos, sindicatos y organizaciones gremiales y que ha ido encontrando nuevas maneras de expresarse y está cambiando su forma de relacionarse con todo; con el Estado, con los partidos, con sindicatos, gremios y hasta con las propias organizaciones de las que forma parte y a las que dio vida.
Hasta las ONG más formales, se han visto sobrepasadas por nuevas formas de organización, descentralizadas, semiespontáneas y neoanarquistas, que sustituyen a las organizaciones permanentes, estructuradas y formales y que apoyadas en pequeñas redes y en los medios de comunicación tienen un gran impacto publicitario y son capaces de grandes movilizaciones, manifestaciones y demostraciones, a las que no se les puede categorizar como vulgares procesos de masificación histérica o populista, porque ni siquiera son un mero efecto del proceso de globalización.
Sin embargo, ha habido varias desviaciones, importantes de analizar. Todo aquel que “disiente” bien sea por un problema de fondo, bien sea por una diferencia personal, forma “tienda aparte”, constituye una ONG o Asociación Civil, monta una página Web ingeniosa y dinámica y gracias a la maravilla de las redes sociales e Internet, difunde sus mensajes e ideas y tiene la ilusión de que es visto y leído por millones de personas, cuando en realidad la estadística lo que nos indica es que es un bajo porcentaje de la población venezolana el que tienen acceso directo a redes sociales e Internet. (Sabrá Dios, además, cuantas personas realmente leen los miles de mensajes que circulan a diario).
Sin contar con esas desviaciones, persiste además un problema adicional, un grave problema. Estos “movimientos” masivos, espontáneos, eficaces hasta cierto punto para promover ideas, discusiones y debates, son movimientos básicamente de ideas, no destinados a tomar el poder —me refiero al poder político, el poder del Estado— y de allí la frustración, el fracaso, esa incapacidad de producir una alternativa coherente, a pesar del gran poder de movilización que algunas ONG tienen. Estos movimientos así generados, aunque muy concientizados, producto de intensos y largos debates políticos, de una muy activa participación y resistencia contra el poder del Estado, muy claros en sus aspiraciones y en lo que rechazan, pero que no pueden entrar en negociación porque nadie está en capacidad plena de negociar en nombre de ellos. No cabe duda que estas dinámicas ONG “expresan” una realidad de nuestra época, pero habría que ver cuánto de la población representan realmente o son capaces de movilizar.
Sin que sea un termino peyorativo, son lo que algunos autores califican de movimientos pre-políticos. Son como olas que nacen en lo más profundo del océano, que asustan, que baten fuertemente las rocas, pero que al final llegan a la playa a deshacerse o morir.
@Ismael_Perez
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