Por Nelson Freitez Amaro
En estos exigentes
tiempos en los que se multiplican dificultades, pérdidas y aspiraciones
vencidas, apelar a la memoria de quienes sembraron tenacidad, esfuerzos
prolongados, solidaridad y, sobre todo, dignidad, luce imprescindible.
Apuntalar nuestra
vulnerable existencia cotidiana con el referente de quienes construyeron
vigorosos tejidos humanos, organizaciones sociales consistentes y proyectos de
vida compartida, es necesario para seguir caminando.
Aludimos a uno de esos
seres, nacido en la sequía del Lara semiárido, levantado en medio de las
severas restricciones naturales que siempre han retado titánicos esfuerzos del
trabajo y la organización social de su población. Provenía del pueblo de Muñoz,
vecino de La Candelaria, en el muy ancho Municipio Torres, donde nació y se
crio su fraterno amigo Alirio Díaz.
José Alejandro Cambero,
fundador de cooperativas en el estado Lara a comienzos de los años 60 del siglo
pasado, hombre de fe que supo combinar sus profundas creencias en la caridad
religiosa con las prácticas sociales de un cooperativismo amplio y solidario
durante cerca de seis décadas.
«Camberito», como lo
llamaron sus compañeros del cooperativismo larense, nos legó un compendio de
valiosas enseñanzas y ejemplos en su larga trayectoria por la acción social.
Siempre supo estar al lado de las causas más nobles y comprometidas en
distintos momentos de su vida.
En los tiempos en los
que el reto principal del país en los años 40-50 se concentró en salvar vidas a
través de campañas de fumigación antimaláricas para evitar que estas
enfermedades endémicas continuaran diezmando a nuestra población, Camberito
asumió su lugar en ese tenaz esfuerzo nacional.
Llegó a convertirse en
supervisor de cuadrillas que enfrentaban en el terreno esa dura batalla contra
un mortal adversario de la salud de nuestra gente.
En ese tránsito a la
ciudad, en la búsqueda de alternativas sociales para construir opciones de vida
dignas para las familias, se comprometió desde las primeras iniciativas
promotoras a organizar embriones de las primeras cooperativas a la caída de la
dictadura perezjimenista.
A la Cooperativa
Kennedy en su urbanización Bararida, en Barquisimeto, le dedicó cerca de 60
años de su vida, desde su fundación en el año 1964 y, desde esta se integró a
todo el movimiento regional de cooperativas, contribuyendo sin pausas a
construir uno de los más vigorosos y participativos movimientos cooperativos de
toda América Latina.
En las distintas etapas
y evoluciones de este movimiento social, Cambero aportó su constancia,
ecuanimidad y un sentido muy comprometido de la lealtad a los ideales de la
solidaridad y la inclusión social. Acompañó todo un dilatado tránsito de unas
cooperativas inicialmente dedicadas a sus integrantes a unas organizaciones muy
expansivas integradas a sus entornos comunitarios y a la sociedad en general.
Como integrante de la
integración cooperativa Cecosesola se vinculó a la universidad pública a
comienzos de los años 2000, su Universidad Centrooccidental Lisandro Alvarado,
donde se licenció como Administrador décadas antes. Desde ese vínculo promovió
la creación de la Cátedra de Autodesarrollo en Cooperativismo en los decanatos
de Administración, hoy Ciencias Económicas y Empresariales, vigente durante más
de tres lustros, de la cual fue su principal docente y, en el Decanato de
Ciencias de la Salud, sobre Cooperativismo en Salud. La evaluación del
estudiantado participante en tales Cátedras las consideró como de las experiencias
de mayor riqueza humana y aprendizaje en su trayectoria.
Camberito vivenció su
vocación pedagógica con intensidad y compromiso con la universidad pública,
estableciendo con logros ese puente que tanto anheló entre cooperativismo y
universidad.
En el mundo social de
la iglesia católica también «militó» por décadas, asumiendo con devoción y
fidelidad su compromiso cristiano, participando en diversas obras sociales de
la iglesia, hasta asumir responsabilidades en los «Matrimonios con Cristo»
junto a su esposa, compañera de vida que le sobrevivió hasta el presente.
En las distintas
facetas de su vida, José Alejandro Cambero dejó constancia de su vocación por
el trabajo tenaz y por la búsqueda tesonera de resultados. Fruto de una
generación venida de los campos áridos, con tradición de esfuerzos sostenidos y
de austeridad en el uso de los recursos, en la universidad a Cambero no se le
vio desmayar ante las dificultades presentes en este centro de estudios para
mantener abiertas, hasta que su salud se lo permitió, las cátedras que fundó.
Su sentido del
compromiso contraído y la lealtad a las causas sociales que lo trascendían lo
demostró siempre en las obras sociales tanto de la iglesia católica como en las
distintas tareas que asumió en el movimiento cooperativo.
Un ser que transitó del
Lara muy adentro, de un caserío pequeño y árido, a encontrarse con la misión de
construir un mundo fraterno y solidario, a la cual le dedicó plenamente su
existencia. Su ejemplo nos acompaña.
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