La tercera guerra mundial
08 de octubre de 2024 12:37 am
Nunca se arrepentirán suficientemente quienes le negaron el voto a Henrique Salas en 1998. De haber votado mayoritariamente por él, otro Gallo cantaría en Venezuela, en vez de un par de zamuros que lo que han hecho es comerse las entrañas de una nación, otrora rica y próspera.
“Uno de nosotros será Presidente; y aquél que sea electo dejará una huella imborrable, porque marcará con su inteligencia, con su capacidad, con sus intenciones, con su carácter, con su capacidad de unir o desunir a los venezolanos, todo lo que va a ocurrir en Venezuela en los próximos quince años”, dijo entonces
Y años después: “Habrá un cambio en Venezuela, no por factores internos sino producto del juego geopolítico mundial, ya que nuestro país no es en este momento parte de Occidente (está secuestrado por factores antioccidentales). Será consecuencia de una negociación entre USA y Cuba, y de ahí saldrá un gobierno de transición. Maduro es incómodo para los secuestradores”.
Ahora, que la tercera guerra mundial ya comenzó: "China, Rusia e Irán están unidos contra Israel en esta guerra, e Israel la está ganando”. “Los 10.000 miembros de Hezbollah se están replegando en Venezuela".
Como en los “Juegos de Tronos” virtuales, donde el jugador manipula su ejército que va eliminando enemigos de mentira. Dependiendo de su habilidad en el manejo del control remoto, logrará matar a todos los oponentes, hasta alcanzar el objetivo: conquistar el reino ambicionado y quitarle la vida al rey vencido; de lo contrario, perderá el juego.
Ahora, en la realidad de Ucrania y Rusia, o de Israel y Palestina, los eliminados son soldados, pero también niños y adultos inocentes, todos verdaderos.
Mientras en Estados Unidos los demócratas tratan de esquivar las “trumpadas” republicanas y los países europeos vacilan frente a la agresión rusa contra Ucrania, estas potencias, que podrían poner un poco de orden en medio del desconcierto entre naciones, se cuidan de no molestar a la Rusia que les suministra combustible, o a China y Corea del Norte, que amenazan con sus respectivos pertrechos nucleares.
En la Segunda Guerra Mundial, países aliados con los de América del Norte luchaban contra un eje nacionalsocialista, que amenazaba con destruir a la media humanidad compuesta por razas y credos diferentes a los del autor de “Mi Lucha”; matanzas masivas en cámaras de gas o fusilamientos al borde de las fosas donde quedarían enterrados. Hombres, mujeres y niños eran asesinados en masa por ser de otra raza, millones de soldados morían en trincheras en campos estériles, o en playas de desembarco,
Ahora los métodos son otros: cohetes teleguiados, lanzados desde miles de kilómetros, o drones de la más avanzada tecnología, cargan sus mortíferos explosivos hasta las posiciones militares estratégicas del enemigo, pero también alcanzando escuelas, hospitales y viviendas indiscriminadamente.
Todo por codiciar las fértiles tierras del otro, o por complejos conflictos entre religiones, en un triángulo cuyos vértices son Cristo, Jehová y Mahoma.
Venezuela no escapa a esa codicia: las riquezas naturales de su subsuelo son objeto de una brutal explotación que destruye su medio ambiente, y la exportación de los valiosos minerales extraídos, por vías a veces subrepticias o ilegales, pero que producen pingües ganancias al estamento dominante, la hacen vulnerable a las maniobras de los países en conflicto, mientras a sus habitantes se les niega el beneficio de esas riquezas y se les obliga a emigrar.
Zamuros cuidando carne...
Peter Albers
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