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miércoles, 30 de noviembre de 2022

Espacio Plural #76.Junta Directiva 2022-2023.Del Concejo Municipal de Baruta.

Con Manfredo González y Gorka Carnevali

@rymgonzalez @gorkacarnevali

Todos los miércoles a las 5 pm

30 de Noviembre

Invitado:

Iñaki Alberdi
Red de Organizaciones Vecinales de Baruta

Luis Aguilar
Presidente Concejo Municipal de Baruta





 

domingo, 27 de noviembre de 2022

Primaria Oportunidad. Ismael Pérez Vigil.

 


Primaria Oportunidad

Ismael Pérez Vigil


  La oposición democrática no controla el poder, ni siquiera una parte, mucho menos una parte importante. Es decir, no controla ninguno de los poderes públicos −AN, CNE, Contraloría, Poder Ciudadano−; y lo más importante, no controla el uso de la fuerza −el monopolio de la violencia, que según Max Weber, es lo que define al Estado− pues no tiene control sobre la fuerza armada y las fuerzas policiales, ni sobre el sistema de justicia y carcelario. Mucho menos controla los mermados ingresos del Estado, que son manejados a discreción del Gobierno, con los que se genera un sistema clientelar, que cada día tiene menos ascendencia sobre la población, es cierto, pero tampoco utiliza los recursos que vierte clientelarmente, para resolver los agobiantes problemas básicos del país.

Fantasías

  Por eso, frente a esa falta absoluta de control del poder, me parece que es una fantasía inexplicable que algunos piensen que la oposición democrática es la que definirá o impondrá las condiciones para celebrar un proceso electoral, a su gusto y medida; y como esto no ocurrirá, entonces algunos dicen que no se participe; pero, ¿Cuál alternativa se propone a cambio, que sea realista, aplicable, que se aparte de esas fantasías? No sé, pero no puede ser esperar a que se obre un milagro, que el régimen se disuelva en un acto de contrición o que nos dé un proceso electoral con las condiciones de libertad, imparcialidad, justicia, etc. que deseamos y queremos. Más de una vez lo he afirmado y preguntado: Díganme, en frio, sin apasionamiento, ¿no es esa una posición un tanto absurda, irreal?

Qué controla la oposición.

  Lo que sí controla la oposición, son dos cosas importantes: una, qué es lo que puede hacer con sus votos. Al respecto, ya nos hemos abstenido, masivamente, como “estrategia política”, en varias ocasiones, en varios procesos electorales −Asamblea Nacional en 2005, elección de Asamblea Constituyente en 2017, elección presidencial de 2018 y elección de Asamblea Nacional, en 2020− e informalmente en muchas otras elecciones, para gobernadores, alcaldes, sin contar con que hay casi un tercio del país que sistemáticamente no acude a las urnas desde hace 24 años.

  En esos procesos electorales en los que nos abstuvimos, formalmente, como política, hemos dejado en claro e incólumes −al menos eso creemos− nuestros “principios”; y desde luego, nos hemos tranquilizado la conciencia, lo que a muchos les permite dormir plácidamente; pero, ¿Cuál ha sido el resultado de esas “políticas”? ¿Se ha debilitado el régimen? ¿Se ha unido más la oposición? ¿Ha mejorado la condición socio económica de los venezolanos? Esas son las preguntas que nos debemos hacer.

  Sin embargo, algo sí debemos reconocer y es que sin duda las abstenciones de 2018 y 2020, ayudaron a deslegitimar al régimen frente a la comunidad internacional. Nunca la situación que vive el país había sido más notoria y evidente para la comunidad internacional; nunca la conciencia de la comunidad internacional había estado más clara en cuanto a la verdadera condición del régimen venezolano. Por eso se tomaron medidas o sanciones contra Venezuela, aplicadas por unos pocos países, de manera incompleta y poco efectiva, según muchos; aunque seguramente esas medidas perjudicaron algunos “entramados y negocios” internacionales.

Reconocimiento internacional.

  Qué duda cabe que tanto el Gobierno Interino, como Juan Guaidó, como la oposición en general, disfrutaron de un reconocimiento internacional, durante estos tres últimos años, como nunca antes se había tenido. Hasta el punto que algunos llegaron a pensar en “renuncias” o “invasiones” para resolver los problemas del país; pero, poco más que elevar algo el nivel de conciencia, de la comunidad internacional, no fue mucho lo que se logró, al menos en términos de aliviar la situación de oprobio de una gran cantidad de venezolanos, que no comen, ni se curan de sus enfermedades, ni pueden educar a sus hijos, ni tienen servicios básicos; a pesar de esas cifras generales de crecimiento que nos enrostran y con las cuales nos marean, ni con la construcción de fastuosos establecimientos comerciales y edificios de oficinas lujosos, o con la presentación de variados espectáculos públicos, de supuesto “nivel” y, sobre todo, “precio” internacional. Nada de eso alivia la condición económica y social de la gran parte empobrecida del país, por más que algo se “cuele” por los intersticios de la estructura económica y social del país.

  Errores, sí, sin duda se cometieron muchos; la prueba es que allí sigue el régimen; no me corresponde −al menos en este momento− hacer juicios de valor sobre esos errores o cuál sea la solución que pueda adoptar la oposición democrática a partir de enero de 2023, que está a la vuelta de la esquina, sobre la suerte del Gobierno Interino. Me corresponde reflexionar sobre algo más “pedestre” e inmediato: Qué podemos hacer con la fortaleza que sí tenemos, la fuerza del voto.

Fortaleza opositora.

  Esa es la segunda cosa que controla la oposición, esa fortaleza adormecida que no hemos sabido utilizar y ahora se nos presenta una nueva oportunidad para desplegarla: decidir mediante un proceso de elección primaria quien será el candidato de la oposición democrática, que quiere un cambio en el país, en las elecciones presidenciales de 2024. Desde luego hay muchas formas de llegar a ese candidato unitario −no las voy a repetir−, pero se decidió, escuchando un clamor general de los ciudadanos, que fueran estos y no las organizaciones políticas, los que decidieran quien será ese candidato. Para eso es el proceso de primaria; como dijo el Presidente de la Comisión Nacional de Primaria en su discurso durante el acto de instalación de la Comisión:

    “…se ha colocado esta elección al servicio de toda la sociedad democrática, de todos los líderes y organizaciones que procuran la democratización del país y pretenden institucionalizarlo bajo los parámetros de un Estado de Derecho, con derechos garantizados para todos. Se trata, pues, de una primaria para la democracia. Pensar en una democracia para Venezuela no es simplemente una utopía… la primaria debe ser una experiencia democrática que sirva de modelaje para la elección presidencial e ilustre sobre el sistema democrático que se quiere instaurar mediante el cambio político… En el actual contexto venezolano, de una ciudadanía que acumula tras su aparente pasividad miles de motivos para la indignación y que en cualquier momento puede despertar ante un testimonio auténtico de reunificación democrática, se avizora un episodio de lucha denodada por un futuro mejor… Una parte importante de nuestra misión consiste en rescatar el valor del voto, con toda su significación de ejercicio de ciudadanía y de libertad política…para contribuir, al facilitar el ejercicio de la voluntad popular, a que nuestros hijos o nietos vivan en democracia en su país; para que quienes injustamente están detenidos recuperen su libertad, para que retornen los exiliados, los migrantes forzados, para que sean investigadas y sancionadas las graves violaciones a derechos humanos o crímenes de lesa humanidad, para que los jóvenes recobren la esperanza… no es la primaria de un grupo determinado de partidos políticos, sino quiere serlo de la ciudadanía toda…” (Jesús M. Casal, Presidente de la Comisión Nacional de Primaria)

Conclusión.

  Está claro que el proceso de primaria para seleccionar el candidato unitario de la oposición democrática venezolana nos ofrece una oportunidad que es múltiple; no solo seleccionar el candidato con la participación de todos, sino también nos abre una oportunidad de sensibilizar al país en la necesidad de un cambio político, nos abre la oportunidad de organizar y movilizar a los venezolanos en esa dirección y, desde luego, rescatar la importancia y trascendencia del voto.

  Resumí más arriba una parte del discurso de Jesús María Casal en el Acto de Instalación de la Comisión, pero invito a leerlo completo; lo pueden encontrar en el siguiente vinculo (http://bit.ly/3ibDYMA) y concluyo citando una de sus frases: Salvar a Venezuela de la devastación institucional y social es también una tarea perentoria, aun cuando el horizonte sea nebuloso”.

 https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

sábado, 26 de noviembre de 2022

TRANSFORMAR EL CONFLICTO / Mariela Ramírez



TRANSFORMAR EL CONFLICTO / Mariela Ramírez  

  

Aún más en este país 

donde la ternura 

es una frecuente dificultad. 

Igor Barreto/ Fragmento: Mandelshtam 

John Paul Lederach es un profesor universitario estadounidense especialista en consolidación de la paz  internacional. Su perspectiva entiende la paz inmersa en la justicia, enfatiza la importancia de construir  relaciones y estructuras sociales basadas en el respeto a la vida y a los derechos humanos y aboga por la  no violencia como una forma de vida y de trabajo. Un trabajo dirigido a lograr la transformación del  conflicto. 

Esta visión inspira la acción ciudadana sostenida de cientos de activistas que se articulan en el Foro  Cívico (FC), una de las diversas y múltiples voces de la sociedad organizada en Venezuela. Un espacio  autónomo de encuentro, articulación y acción, conformado por personas y organizaciones de sociedad  civil de distintos campos de la vida nacional, comprometidas con un proceso de transformación del  conflicto, edificado con y para la gente, hacia una democracia de justicia, bienestar y progreso. 

¿Qué significa transformar el conflicto?  

Para responder a esta interrogante quiero apoyarme en El pequeño libro de la transformación del  conflicto de Lederach; en este el autor nos relata que comenzó a utilizar el término “transformación del  conflicto” en los 80, después de su experiencia en Centro América, que lo condujo a reexaminar el  lenguaje en este campo. La nomenclatura habitual en esta área es la de resolución y gestión de  conflictos. Sin embargo, Lederach encontró en sus colegas latinos, según señala, preguntas e incluso  desconfianza, acerca del significado de estos conceptos, pues para ellos, resolución y gestión traían consigo un intento por deshacerse del conflicto y una forma de obstaculizar los cambios que realmente  se necesitan.  

La preocupación de sus colegas lo invitó a reflexionar. Este proceso lo inclinó hacia el término  “transformación del conflicto”, para él, más preciso para expresar el significado de su trabajo en  mediación, basado en la búsqueda de relaciones y comunidades sanas, capaces de edificar respuestas  constructivas para el trazado de un horizonte común hacia el cual dirigirse. 

Ver, comprender y responder a los problemas que van surgiendo en el contexto de las relaciones y los  procesos de cambio en curso; la importancia de construir relaciones y estructuras sociales y políticas  para conseguir un cambio constructivo son, en palabras de Lederach, las claves para transformar el  conflicto.  

El Diálogo Social y Político. 

Esta perspectiva nos estimula en el Foro Cívico a hacer esfuerzos para coadyuvar en la transformación  del conflicto impulsando el Diálogo Social y Político, con el propósito de incentivar un cambio en las  formas cotidianas de relación que nos permita abordar la crisis multidimensional. Esto se ha traducido  en el desarrollo de capacidades en intermediación, interlocución para la sensibilización de los actores nacionales, incluyendo al gobierno y a la comunidad internacional, mediante lo que se conoce como  Diplomacia Ciudadana.  

Ese esfuerzo de incidencia política de la diversidad de voces que convergen en el Foro Cívico, junto al de  muchas otras iniciativas de la sociedad venezolana, demandando la atención a la emergencia social y  una solución negociada, enfocada en la recuperación de las reglas del juego democrático, parece haber  conseguido respuesta en el inminente retorno de los actores al Mecanismo de Negociación en México y  el anuncio de un Acuerdo Social, según lo publicado en medios de comunicación y en el reciente  pronunciamiento conjunto entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, así como el en Foro de París por la paz. 

Una nueva visión de transformación del conflicto. 

Los actores políticos han protagonizado diversos ciclos de negociación durante años, concibiendo la  negociación como un espacio para la extensión del conflicto, no para transformarlo, en el que ambas  partes persiguen fortalecerse una frente a la otra, en lugar de construir un marco básico de reglas del  juego político que les permita edificar un andamiaje institucional capaz de construir soluciones para los  venezolanos. 

Sin embargo, el nuevo ciclo de negociaciones pareciera estar erigiéndose sobre otras bases. Según  reflejan las informaciones extraoficiales, los actores políticos han llevado a cabo conversaciones en los  últimos meses que les han permitido llegar a acuerdos para atender y mitigar la emergencia social,  poniendo a la gente primero, como centro de la acción. Este cambio de enfoque debe ser apoyado y  acompañado con determinación por el pueblo venezolano. 

La transformación del conflicto, nos señala Lederach, gira alrededor de los aspectos dinámicos del  conflicto social. Al centro del enfoque transformativo yace también una convergencia del contexto  relacional y una profunda conciencia del hecho social. En base a esto, transformar el conflicto es  responsabilidad de todos y pasa por transformarnos a nosotros mismos, para sumarnos al esfuerzo por  entendernos con generosidad y con determinación para transitar los complejos procesos de justicia,  reparación y garantía de no repetición para las víctimas. 

Nuestro discurso histórico privilegia los antagonismos y los desencuentros, como señala la historiadora  Inés Quintero en el prólogo del libro Venezuela en clave de paz, editado por el Centro Gumilla, pero nos  advierte: “hay numerosas experiencias en las cuales, quienes tuvieron posiciones divergentes sobre el  momento político que les correspondió vivir, estuvieron dispuestos a reunirse, a verse las caras y a  buscar formas de entendimiento y acuerdo que permitiesen solventar las difíciles o críticas  circunstancias en las cuales se encontraba Venezuela para seguir adelante”. La conciencia de ese legado  de nuestros padres y abuelos debe ser fuente de inspiración para cada ciudadano venezolano. 

Las delegaciones de ambas partes tienen un compromiso con el país, pero también el colectivo nacional está llamado a comprometerse con el proceso, a saludar y apoyar los esfuerzos por construir relaciones  que hagan posible edificar un andamiaje institucional reconocido por todos. Si son ciertas las informaciones extraoficiales sobre los inminentes anuncios de reanudación de proceso y los acuerdos  alcanzados, vaya nuestra palabra de reconocimiento a los venezolanos que componen ambas  delegaciones, por la responsabilidad política que están asumiendo por el bien de la nación y también nuestro agradecimiento a los esfuerzos de la comunidad internacional apoyando y acompañando el mecanismo de negociación que hoy los reúne. 

El papel del ciudadano. 

Los ciudadanos estamos llamados a dirigir nuestras acciones y posiciones para coadyuvar a edificar un  Acuerdo Democrático Nacional inclusivo que nos permita avanzar hacia el futuro que todos anhelamos.  La población venezolana está llamada a exigir que este regreso al Mecanismo de Negociación en México  sea definitivamente el inicio de un abordaje distinto del espacio de negociación, un compromiso con los  venezolanos que sufren y las víctimas, lo que exige una obligación con la discusión de la agenda  acordada en el Memorándum de Entendimiento, firmado entre las partes, que incluye: derechos  políticos para todos. Garantías electorales para todos. Cronograma electoral para elecciones observables. Levantamiento de las sanciones. Restauración de derecho a activos. Respeto al Estado  Constitucional de Derecho. Convivencia política y social. Renuncia a la violencia. Reparación de las  víctimas de la violencia. Protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo  venezolano. Así como garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado y el  cumplimiento del apartado 4 de participación, que prevé mecanismos de consulta con actores sociales y  políticos no incluidos en la mesa.  

Esta exigencia encierra una lógica de transformación del conflicto y, por tanto, una demanda de cambios  reales en las formas de relación que nos permita hacer de la negociación una oportunidad, una  posibilidad para edificar juntos un país de justicia, de bienestar, de convivencia democrática, de plena  vigencia de los derechos humanos que nos saque del inmovilismo, el atraso, la miseria, la injusticia, la  impunidad y la corrupción que hoy nos dividen 

Lederach nos plantea la siguiente pregunta: ¿cómo acabamos con algo no deseado y construimos algo  que sí deseamos? 

Siguiendo su rastro, construir lo que deseamos nos demanda recorrer con paciencia de artesano la  topografía del conflicto, lo cual exige integrar diferentes miradas que nos permitan contrastar los  diferentes aspectos de una realidad compleja. Cada mirada aporta para ver una porción particular de la  realidad, todas son necesarias para tener una visión completa del panorama y de las aspiraciones  existentes en el ciclo de negociación que está edificándose; por ello, hacemos un llamado a todos los venezolanos a activarse coadyuvando a crear las condiciones para que sea posible una negociación  efectiva, realista y razonable. La diversidad de voces que convergemos en el Foro Cívico, consecuentes  con este enfoque, hemos impulsado desde finales del año 2021 la edificación de una Agenda Social y de  Derechos, como un aporte al complejo y extenso camino de construcción de acuerdos y obtención de  justicia y reparación que nos toca transitar a los venezolanos.  

Agenda Social y de Derechos. 

La Agenda Social y de Derechos es un proceso participativo e incluyente, impulsado desde el Foro  Cívico, para la construcción, sistematización, difusión e incidencia que concentre las propuestas de diversos sectores sociales para la reinstitucionalización democrática de Venezuela, para conseguir  justicia y reparación para las víctimas, una contribución de los sectores que convergemos en este espacio al proceso de edificación de un Acuerdo Democrático Nacional.

Esta acción se apoya en una red de líderes sociales que ya han mostrado capacidad para ser  interlocutores de la acción social y política local que se relacionan en el Foro Cívico como espacio de  dinamización, apoyo y articulación. Durante 2021, el FC realizó una ronda preliminar de encuentros con  varios de los sectores que lo conforman para explorar la pertinencia de esta iniciativa, con la compañía de la Dra. Mariana Aylwin, figura fundamental del movimiento Demanda Chile, que ofreció a los sectores  políticos chilenos los consensos en las demandas de la sociedad para la democratización en los años 80.  Se llevaron a cabo diversas reuniones sectoriales que señalaron algunos puntos de partida para la hoja  de ruta que este proyecto representa. 

En el año 2022, el FC ha trabajado en la sistematización de la primera fase del proyecto, en encuentros  regionales de consulta y su sistematización, así como en la conceptualización de la segunda fase del  proceso y en el levantamiento de capacidades para llevar adelante esta iniciativa. Aspira en el año 2023  culminar el proceso, con el fin de presentar al país la Agenda Social y de Derechos como un aporte para  la edificación de una visión compartida de futuro entre todos los venezolanos.  

En el desarrollo de esta iniciativa hemos coincidido con el esfuerzo de Fedecámaras con su propuesta:  Camino al Futuro Venezuela 2035. Bases para la discusión y construcción colectiva de un nuevo  modelo de desarrollo, y con la Red Nacional de Comuneros con su iniciativa: Diálogos Populares.  Construyendo propuestas por la vida, por Venezuela. A diario surgen nuevas propuestas que buscan  reunir la visión de sectores que componen la sociedad venezolana. La convergencia con estas voces es  una aspiración y un imperativo para quienes nos encontramos en el Foro Cívico y queremos coadyuvar  en la tarea de trazar un horizonte común. 

Un horizonte común. 

En el camino de la búsqueda de convergencia de las diversas miradas que conforman el vasto y complejo  colectivo venezolano, Lederach nos conmina a apoyarnos en: 

la cabeza, centro neurálgico de nuestro pensamiento para visualizar con actitud intencional y la  voluntad de crear y alimentar un horizonte que nos brinde un propósito y una dirección hacia la  cual orientarnos, lo cual requiere nuestra capacidad de entender el conflicto positivamente,  como un fenómeno que crea potencial para crecer constructivamente y la voluntad de  responder de maneras que optimicen ese potencial para el cambio positivo. 

el corazón, centro de nuestras emociones, intuiciones y vida espiritual para ver el conflicto no  como una amenaza, sino como una fuente de oportunidades para crecer e incrementar la  comprensión de nosotros mismos como colectivo, tomar conciencia y conocer realmente nuestra  humanidad. También para hacer del corazón motor del cambio que garantice relaciones y  estructuras sociales honestas y vivas que responden dinámicamente a las necesidades y  aspiraciones de todos. 

las manos, instrumentos para construir cosas, tocar, sentir y alterar la forma que toman los  objetos, para poner “manos a la obra” y centrarnos en crear lo positivo a partir de lo negativo o  lo difícil. Construir soluciones creativas que mejoren las relaciones, que alteren los procesos en  marcha para llevar el conflicto en una dirección constructiva. 

piernas y pies, nuestro cable a tierra para dar respuesta a los desafíos, necesidades y  complejidades de la vida real, buscando que se reduzca la violencia y se incremente la justicia en  el conjunto de relaciones con el fin de desarrollar las capacidades para unas interrelaciones constructivas, directas cara a cara con la realidad que aborden los cambios sistémicos y  estructurales. 

Combinando estos recursos estamos llamados a edificar un horizonte común que nos guie en la  transformación del conflicto y en la imperativa obtención de justicia y reparación para las víctimas. Una  transformación que es una cualidad en continua evolución y desarrollo de las relaciones. Para que ese  proceso sea viable es imperativo que todos los venezolanos tengan voz en las decisiones que afectan sus  vidas. Es necesario trabajar desde todos los sectores del país para sensibilizar y reflexionar sobre los  patrones que generan las injusticias para cambiarlos, tanto en el nivel de las relaciones como en el de las  estructuras. Esto nos exige el desafío - ya mencionado - de la interacción cara a cara, pero también  enfatizarla necesidad de ver, perseguir y generar cambios en las formas de organización de las estructuras  sociales, desde lo familiar hasta las complejas burocracias, de lo local a lo global, como señala Lederach. 

Cumplir con esos objetivos necesita del diálogo; este es esencial para la justicia y la paz, tanto a nivel  interpersonal, como en el estructural; aunque no es el único mecanismo, es esencial, nos alerta Lederach,  pues es el instrumento o la dinámica mediante la cual desarrollamos capacidades comunicativas para  intercambiar ideas, encontrar definiciones comunes a los problemas que enfrentamos en las esferas social  y pública donde se construyen las instituciones, las estructuras y los patrones de las relaciones humanas.  Por ello, como señalaba nuestro querido maestro Pedro Nikken, estamos llamados a abrazar el diálogo y  la negociación como instrumentos para reencontrarnos, privilegiando la esperanza, sobre la experiencia y con profunda conciencia de que está en nuestras manos la definición del rumbo que tomará nuestra  sociedad. 

Lederach nos presenta la encrucijada ante la que nos encontramos con cruda habilidad, formulando dos  interrogantes: ¿Qué cambios están ocurriendo como resultado del conflicto? ¿Qué tipo de cambio  buscamos? 

Si podemos mirar el campo que dibujan estas interrogantes, los horizontes que subyacen en cada una de  ellas y el cruce que levantan ante nosotros no abrigaremos duda de que la inmensa mayoría intuye hacia  dónde debe dirigir su energía. Nuestra realidad nos interpela, llamándonos a minimizar la comunicación  deficiente y maximizar el mutuo entendimiento, como recomienda Lederach, lo que incluye según el  autor: “exteriorizar explícitamente los temores relacionales, las esperanzas y metas de cada uno de  nosotros participando activa y constructivamente en el proceso de transformación del conflicto”. 

Este es un proceso complejo que tendrá avances y retrocesos, en el que es necesario, según afirma  Lederach, que mantengamos unidas, al mismo tiempo, múltiples iniciativas interdependientes que son  diferentes, pero no incompatibles. Requiere una sabiduría capaz de comunicar que es necesario poner  en marcha un proceso dinámico de iniciativas que busca encontrar soluciones aceptables para todas las  partes, incluyendo a las víctimas que demandan justicia, ello requiere en palabras de Lederach: una  capacidad de ver más allá de los problemas que se van presentando y abarcar los patrones profundos, a  la vez que se buscan respuestas creativas a los problemas de la vida real en tiempo real con un  compromiso categórico con las víctimas, es decir, dándole la cara al conflicto con compromiso y  generosidad.  

 Aún más en este país 

donde la ternura 

es una frecuente dificultad

Igor Barreto. / Fragmento: Mandelshtam 

Caracas, 15 de noviembre de 2022


miércoles, 23 de noviembre de 2022

domingo, 20 de noviembre de 2022

Elecciones y Esperanza . Ismael Pérez Vigil



 Elecciones y Esperanza

Ismael Pérez Vigil


  Emitir opinión política no es un acto trivial, como algunos piensan o como otros lo hacen de manera ligera; mucho más hoy que las redes sociales permiten que cualquiera opine, sobre lo que sea, de la manera más profunda o ligera y que cualquiera tenga acceso a esa información para replicarla, apoyarla o negarla. De allí que opinar y cuidar lo que se dice es un tema a considerar.

  Los regímenes declaradamente hegemónicos, autoritarios, totalitarios o dictaduras, ejercen la “censura” sin ningún tipo de disimulo; simplemente, nadie puede estar diciendo y expresando públicamente, lo que le pase por la cabeza, sobre todo, si se refiere al desempeño, la acción u omisión del régimen de turno y quien lo haga recibe persecución, cárcel o exilio, en el mejor de los casos.

  Pero, en ciertos regímenes, más disimulados, se ejerce la modalidad de la “autocensura”; la sociedad, especialmente la política, recibe “avisos” suficientemente claros −que en algunos casos se vuelven amenazas− que les indica a los interesados, lo que dijimos en el párrafo anterior: nadie puede estar diciendo y expresando públicamente, lo que le pase por la cabeza, con relación al gobierno de turno.

  Cuando se ejercen ciertas responsabilidades, que implican a una “colectividad” o grupo de personas no se debe, por imprudencia, comprometer los objetivos de esa actividad y se debe medir bien lo que se dice. Sobre todo, en países y culturas en los que somos muy dados a la crítica fácil y palabras altisonantes y, especialmente, a reclamar a otros para que sean ellos los que hagan esa crítica. Se impone entonces un cauto silencio, un medir al extremo las palabras para evitar que se comprometan los objetivos que se deben cumplir.

  Siempre hablando de política, ese comedimiento es también válido para hacer las críticas al propio sector político al que se pertenece, pero en ese caso para evitar desestimular, desanimar, ser injustos o simplemente hacerle el juego al gobierno, demoliendo a las propias filas opositoras.

  Pero lo que no se puede aceptar es que se pretenda impedir que defendamos las propias ideas sobre lo que debe ser la democracia, si las consideramos justas y válidas; o no permitir que, por mal entendida prudencia, no difundamos mensajes de esperanza, de estímulo, para infundir un ánimo que buena falta nos hace. Por ejemplo, algunos denigran de la vía electoral para enfrentar los problemas políticos del país, obviamente están en su derecho; pero pretenden que los que creemos en esa vía, no digamos nada, no defendamos el voto como esencia y principio fundamental de la democracia y hasta se ofenden si lo hacemos.

  Se impone expresar la validez de los que defienden el voto; de los que piden y exigen elecciones libres, justas, supervisadas nacional e internacionalmente; de los que reclaman, por ejemplo, que se abra el Registro Electoral, en Venezuela y el exterior, para que todos aquellos que lo necesiten se puedan inscribir o hacer las modificaciones pertinentes para ejercer su derecho; y así, pudiera seguir listando las actividades que se deben defender para fortalecer el voto o para evitar su conculcación.

  Nadie puede tampoco impedir que alentemos a mantener la esperanza; sí, esa esperanza en que Venezuela tiene y se merece un futuro luminoso, importante, que nos libre del oprobio y la ignominia en la que hoy vivimos. Después de más de dos décadas, acumulando problemas, penurias y necesidades, ya somos muchos −y cada vez más− los que aspiramos un cambio político en el país, que permita recomponer su estructura institucional, social y económica. ¿Y cómo no desearlo y querer hacerlo, después conocer las últimas cifras de Encovi2022, del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB)?

  Las cifras de esa encuesta o estudio deben alarmar, como para que nos sintamos en la obligación de propugnar por ese cambio político y, en nuestro caso, hacerlo por la vía que consideramos más sólida y segura en el largo plazo, la vía electoral. Pero veamos que dice la encuesta.

  En la encuesta, más allá de algunos resultados que parecen favorables, se nos revela que “…la pobreza por razones sociales aumenta de 31% en 2019 a 42% en 2022.” −un incremento del 35% −. Y que esa pobreza, cada vez tiene más que ver con “…factores sociales y de infraestructura, como la vivienda, educación y servicios…”, además de los económicos que ya conocemos.

  La encuesta nos advierte que, aunque se note una cierta mejora económica, en general, en el país y en los indicadores de trabajo, la desigualdad no cede y la brecha se hace más grande, pues “…las cifras demuestran que Venezuela es el país más desigual del mundo… [y que]… la diferencia entre los hogares más pobres y los más ricos es de 70 veces el salario…”, [pues] …en los hogares con pobreza solo 45% está laborando”.

  En materia educativa es alarmante que más de “…1.500.000 niños no están en el sistema escolar… [debido a]… la poca oferta educativa… que se agrava porque el 73% de los hogares no cuentan con Internet y un 69% carece de dispositivos de comunicación…” que serían factores o instrumentos que permitirían aliviar en algo la situación.

  El informe señala que “…se redujo de 59 a 49% el porcentaje de migrantes que envían ayudas a sus familiares en Venezuela, lo que indica que van dejando de ser un complemento para los hogares venezolanos.”

  No hay excusa válida para cruzarnos de brazos con pesimismo, cuando las necesidades del país, como nos muestra Encovi2022, son tan grandes. Frente a estas cifras es necesario darnos un baño de optimismo y esperanza, en que las cosas, si las hacemos bien y unidos pueden funcionar y ayudarnos a superar la situación.

  Se nos abre un período, desde ahora y una buena parte del año 2023, para realizar un proceso de “elección primaria”, para escoger el candidato unitario de la oposición que enfrentara al del gobierno en la elección presidencial de 2024. Se abre un período para que los diferentes candidatos y aspirantes a ser representante de la oposición democrática recorran el país de sur a norte y de este a oeste, que se asomen a las entrañas de cada ciudad y pueblo importante, hasta el último caserío o barrio, ellos o sus seguidores, para decirle a sus habitantes que en el país sí hay futuro y animarlos a enfrentar la situación. Pero esos candidatos deberán tomar en cuenta que, una buena parte de los venezolanos no han conocido un sistema democrático como el que conocimos los venezolanos de las generaciones políticas que nos levantamos en el país después de 1958; y hay muchos que cuando se realizó la última elección primaria de la oposición, en 2012, tenían apenas ocho o diez años de edad; de manera que tampoco conocen lo que es escoger un candidato por una vía electoral y ahora tendrán la primera oportunidad para hacerlo.

 

Cumplido este proceso, le tocará a la oposición democrática enfrentar con ese candidato unitario y un Programa Mínimo de Gobierno, acordado por todos los aspirantes y los factores políticos del país, para lograr en la elección presidencial de 2024 una victoria como las obtenidas en 2007, en 2015 y en otras elecciones en una buena cantidad de Estados y municipios importantes del país. Salgamos de nuestra comodidad o desprendámonos del pesimismo y la desesperanza, desempolvemos nuestros mejores ánimos y que los venezolanos recorran el país, junto a esos candidatos de la oposición democrática, tras el que más les guste, pero tras alguno de ellos. Rescatemos para nosotros, para nuestros hijos y nuestros nietos, el valor del voto.

 https://ismaelperezvigil.wordpress.com/


jueves, 17 de noviembre de 2022

Foro Hatillano #254. Resiliencia: Transformación positiva de la adversidad. Foro Chat Whatsapp. Jueves 17 de Noviembre de 2022


 por Marianela Escalona Montesinos


Ponente: Dra. Jazmín Sambrano. Psicóloga (UCAB). PhD en Psicología del Aprendizaje (Estados Unidos). Profesora (UNIMET).

 


            La importancia del tema explica la nutrida participación de 407 ciudadanos a través de un chat de WhatsApp, en esta Edición No. 254 del Foro Hatillano.

 

   La Resiliencia es un término que viene del latín "resilium" que significa rebotar y que se usaba en la ingeniería para designar la capacidad de algunos materiales de volver a su estado original después de sufrir una gran presión.

 

   En las Ciencias Sociales la Resiliencia se define como la "capacidad de los seres humanos para salir fortalecidos de las adversidades y con nuevos aprendizajes". Esta definición aplica no solo para personas sino para todos los entes del Universo que puedan ser resilientes: animales, plantas y hasta ciudades. La Dra. Sambrano abordó el tema desde la perspectiva de la transformación positiva de la adversidad, ya que todas las personas en algún momento de sus vidas las han padecido manifestadas como desastres naturales, un diagnóstico sorpresivo, la pérdida de un ser querido, etc, y estas adversidades llevan al sufrimiento que a su vez genera procesos de duelo que deben ser elaborados de manera sana a través de la Resiliencia. La Resiliencia es acción.

 

   Los venezolanos han estado viviendo muchas situaciones adversas y una muy reciente ha sido la pandemia. Actualmente se está en la etapa de post pandemia en la que es necesario ser resilientes a través de algunas actividades, con un contacto directo no solo con el entorno social sino también personal, buscando los recursos internos que todas las personas poseen cuando atraviesan una adversidad para salir fortalecidos y resurgir. Jazmín Sambrano invita a transformar la adversidad positivamente con Resiliencia.

 

   ¿Qué NO es Resiliencia? Resiliencia No es aguantar, soportar, sufrir desesperadamente, ser pasivo ante la adversidad, repetir situaciones dolorosas, frustrarse, resignarse, resistirse al cambio a pesar del sufrimiento, conformarse con poco, sentirse no merecedor, abdicar ante el primer resultado negativo, rendirse, renunciar al privilegio de vivir plenamente.

 

   Se dice que el venezolano es resiliente pero para la Dra. Sambrano, al venezolano aún le falta transformar la adversidad en aprendizaje para vivir una vida diferente después de haber sufrido algún contratiempo o haber salvado un obstáculo, para realmente ser resiliente.

 

   Pilares que sostienen la Resiliencia:

      .-Identidad Cultural: sentido de la propia cultura y amor por ella.

      .-Autoestima Colectiva: es la actitud de orgullo por parte de la población; el orgullo de ser venezolanos.

      .-Vida Cultural y Deportiva.

      .-Democracia activa en lo cotidiano en los espacios más cercanos como la casa, la escuela, el trabajo, etc.

      .-Jerarquización de Valores Éticos: moralidad, prácticas religiosas (independientemente del culto que se profese), espiritualidad.

      .-Salutogénesis o disposición para generar salud y prevenir enfermedades.

      .-Distribución equitativa de Bienes y Servicios.

      .-Participación Ciudadana con Liderazgos de Gestión.

 

   Todos estos pilares son importantes y deben estar presentes a la hora de la acción pués permiten que un país, una ciudad, o municipio, sean resilientes.

 

   Nadie está exento de vivir alguna circunstancia como desastres naturales, contingencias de todo tipo, pérdida de seres queridos, guerras, violencia, estrés, enfermedades, desempleo, maltrato físico o psicológico, injusticias, exilio y muchas más que ameritan ser resilientes.

 

   Desde la infancia hay que enseñar a los niños a resolver problemas por sí mismos (cuando el problema sea del tamaño de la capacidad del niño para resolverlo), a tener responsabilidades en la casa, a ser capaces de tomar decisiones y sentirse importantes dentro del hogar independientemente de su edad, para ir construyendo poco a poco esa capacidad de los seres humanos de reconstruirse.

 

   Competencias personales para ser resilientes: Jazmín Sambrano las clasifica en 3  grandes categorías:

      .-Competencias Emocionales: implican autonomía (capacidad de ser independientes), autoeficacia (saber cuándo se hacen bien las cosas y cuando hay que corregirse), presencia de modelos satisfactorios (padres, maestros, etc) que inspiren, habilidad social (capacidad de interacción), liderazgo tanto consigo mismo como en la comunidad.

      .-Competencias Cognoscitivas: creatividad, sentido del humor, iniciativa, organización, estructura, capacidad de tomar decisiones, solucionar problemas y negociar.

      .-Competencia Éticas, Morales y Espirituales: sentido de la vida, normas y valores, responsabilidad.

   La buena noticia es que ¡la Resiliencia se puede aprender! Personas vulnerables ante cualquier situación adversa se derrumban pero pueden surgir usando las competencias para ser resilientes.

 

   El planeta está padeciendo el Cambio Climático, problemas políticos, institucionales, medioambientales, económicos, de salud, además de los desastres naturales que pueden ocurrir de forma inesperada; en este ámbito también es importante la Resiliencia. Al vivir con otros es importante hacer sinergia a través de las competencias para ser resilientes.

 

   Las Naciones Unidas determinaron 10 aspectos esenciales para lograr Ciudades Resilientes los cuales son:

      .-Asignar presupuesto para la reducción de riesgos por desastres naturales.

      .-Mantener información actualizada sobre las amenazas y vulnerabilidades, conducir evaluaciones de riesgo para elaborar planes de contingencia con el fin de tomar decisiones de forma inmediata asociadas con el desarrollo urbano.

      .-Invertir y mantener la infraestructura para reducir riesgos.

      .-Evaluar la seguridad de las escuelas e instalaciones de salud y mejorarlas en cuanto sea necesario.

      .-Aplicar y hacer cumplir todos los reglamentos de construcción y principios para la planificación del uso del suelo y de todos los espacios para los que están destinados.

      .-Velar por el establecimiento de programas educativos y de capacitación sobre la reducción de riesgos de desastres, tanto en las escuelas como en las comunidades locales.

      .-Proteger los ecosistemas y las zonas naturales de amortiguamiento para mitigar inundaciones, marejadas, vaguadas y otro tipo de amenazas.

      .-Instalar sistemas de alerta temprana y desarrollar capacidades para la gestión de emergencias en las ciudades.

      .-Llevar a cabo regularmente simulacros para que el público esté preparado.

      .-Si un desastre ya ha ocurrido, hay que velar porque las necesidades de los sobrevivientes se sitúen en el centro de los esfuerzos de reconstrucción, que se les brinde apoyo y que las organizaciones comunitarias diseñen y apliquen respuestas inmediatas para la reconstrucción de hogares y medios de sustento.

   En este contexto ya se han implementado Ciudades Resilientes que son capaces de responder rápidamente a desastres o contingencias inesperadas

 

   ¿Qué pueden hacer las personas para ser resilientes?

      .-Generar apoyo social dentro y fuera de la familia

      .-Tener trato estable con las personas de referencia.

      .-Brindar un clima educativo emocionalmente positivo, abierto, orientador y regido por normas.

      .-Balancear las responsabilidades sociales y buscar resultados.

      .-Poseer modelos sociales que estimulen conductas constructivas.

      .-Desarrollar las competencias cognoscitivas, éticas y emocionales.

      .-Tener rasgos de comportamiento que favorezcan una actitud eficaz.

      .-Propiciar la experiencia, autoeficacia, autoconfianza, autoestima, el concepto positivo de sí mismo.

      .-Estimular la actuación positiva frente a los inductores de estrés.

      .-Ejercitar la búsqueda de sentido, estructura y significado del propio crecimiento y de la vida.

 

   ¿Cómo construir Resiliencia? Se puede abordar como un trabajo personal y también social/comunitario, pudiendo implicar políticas públicas. Si bien es necesario que todas las personas sean resilientes, también es importante que existan líderes resilientes o que estén dispuestos a aprender a serlo. Para la Dra.  Sambrano hay 10 formas de construir Resiliencia:

      .-Establecer relaciones positivas con todas las personas del entorno y consigo mismo.

      .-Ver las crisis como oportunidades de cambio, para hacer nuevas cosas.

      .-Aceptar el cambio.

      .-Enfocarse en las metas.

      .-Llevar a cabo acciones decisivas. Tomar decisiones.

      .-Buscar oportunidades para conocerse mejor a sí mismo.

      .-Cultivar una visión positiva de sí mismo.

      .-Mantener las cosas en perspectiva mirando el problema desde lejos.

      .-Mantener viva la esperanza.

      .-Cuidar de sí mismo.

   La capacidad de ser resiliente es la capacidad de resistir, rehacerse y renacer, transformando la adversidad en algo positivo; es la capacidad de seguir adelante con nuevos aprendizajes.

 

Resumen realizado por Marianela Escalona Montesinos.

 

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