Renovación de los partidos (Parte 2)
Por:
Ismael Pérez Vigil
Politólogo
Al hacer una revisión de la
forma que podrían adoptar las organizaciones políticas para dar respuesta a la
compleja realidad que vivimos, no pretendo dar con una fórmula mágica para
renovar los partidos, ni hacer una descripción completa y compleja de la estrategia
y la táctica que deben seguir los mismos. Se trata de algunas reflexiones,
mayormente teóricas, ideales, y eventualmente un resumen de lineamientos
generales, éticos, o principios iluminadores de la acción.
Lo
conceptual.
Como ya dije en mi artículo
anterior los partidos políticos, los
grandes partidos ideológicos, de masas, orientados por cuadros de vanguardias,
de fines del siglo XIX y del siglo XX, se muestran incapaces de conectarse con
los problemas reales del pueblo, ya no expresan sus intereses y objetivos y ya
no son sus “correas de trasmisión” de demandas, muchos son hoy un cascarón
vacío que ya no representan una opción en la era tecnocrática y ante el auge de
las redes sociales, a partir de las nuevas tecnologías de comunicación e información,
que nos ha traído Internet.
(https://ismaelperezvigil.wordpress.com/2020/07/04/renovacion-de-los-partidos/).
Sin duda los partidos no son
suficientes para el proceso de renovación política que necesita el país, ante
la crisis global de las instituciones y la política, pero sin ellos tampoco
será posible dar ese paso, pues siguen siendo la base para la gestión política,
para la articulación y el entendimiento de todas las corrientes de vida y
pensamiento, que están presentes en cualquier sociedad y deben reflejarse en su
estructura de gobierno.
Desafortunadamente, en los
partidos, lo ideológico ha pasado por completo a un segundo plano; la mayoría
–y en mayor medida– solo son maquinarias electorales dispuestas para pactos
momentáneos y oportunistas. Son básicamente instrumentos del populismo de sus
líderes que sirven para negociar puestos en el Congreso y repartir cargos
administrativos y prebendas, producto de las políticas clientelares. En
Venezuela hemos visto dos casos extremos, uno cuando Jaime Lusinchi (1984-1989)
nombró gobernadores de estado a los secretarios generales de su partido; y dos,
el ejemplo actual, que al ser la fuerza armada el verdadero partido que
sustenta el régimen, el PSUV es una simple maquinaria para “legitimar electoralmente”
al régimen y que ahora, cuando desembozadamente el poder se basa cada vez más
en la fuerza y menos en las elecciones, el PSUV solo quedará para repartir
algunos de los beneficios del régimen hacia las comunidades.
No creo que estos fenómenos
signifiquen una negación de la política, pero sin duda implican la necesidad de
revisar las estructuras formales de los partidos y la manera concreta de hacer
política, de militar, en esas organizaciones. Hay que tomar en cuenta que, si
bien hoy el individualismo se ha convertido en un modelo de las relaciones
sociales, exacerbado por la capacidad que nos brinda Internet para
comunicarnos, para relacionarnos, esa capacidad de internet implica también que
puede ayudarnos a ser algo más que una sumatoria de individuos aislados y que
podemos conectarnos en redes, que han demostrado su eficacia para conducir
grandes muchedumbres en diferentes escenarios, desde los sucesos
antiglobalización en Seattle en 1999, hasta lo acontecido recientemente en EEUU
y Europa, tras los sucesos por la muerte de George Floyd a manos de un policía.
Hoy, y esto es importante tenerlo en cuenta, la tendencia es a que modelos de
coaliciones y organizaciones flexibles sustituyen a las organizaciones
formales, en los partidos y en la sociedad civil.
De allí que nos planteemos
la necesidad de reconstruir los lazos primigenios, elementales, el pacto
fundamental entre ciudadanos y partidos, desde la comunidad más inmediata de
cada ciudadano, desde la preocupación más básica de cada uno, aquella que se
puede compartir y que nos llevará a la larga a plantearnos el tema del poder,
esencia de lo político. La pregunta es, cuándo llegue ese momento, ¿estará
dispuesto el ciudadano común a aceptar esa responsabilidad?
Lo
organizativo.
De lo que se trata, como
otras veces he mencionado, es de romper de una vez con el concepto que hoy
tenemos de partido político y lanzarnos sin temor en la búsqueda de uno nuevo.
Los partidos que habrán de
surgir de todo este proceso, desde el punto de vista, llamémoslo conceptual,
posiblemente mantendrán algo de orientación o contenido ideológico –que será el
primer foco de atracción hacia sus filas–; pero desde el punto de vista
organizativo, la tendencia será a construir una organización moderna, popular,
poli clasista y que se plantee claramente la toma del poder con base en una
agenda explícita, compartida, y un compromiso personal y colectivo. La
conclusión será en un programa común, en el que los elementos ideológicos
quedarán algo relegados.
En otras ocasiones he discutido
el tema de la organización política de los tiempos que corren; nuevas
organizaciones con un núcleo central de políticos profesionales, con carácter
permanente, apoyados en una amplia periferia, que se activa y desactiva de
acuerdo con circunstancias y tareas específicas. Hemos visto que así funcionan
ahora muchas empresas y organizaciones de la sociedad civil, apoyándose en las
tecnologías actuales de comunicación, en las redes, y si este esquema funciona
para el mundo de los negocios y de los ciudadanos, no hay razón para pensar que
no habría de hacerlo para el mundo de la política. Pero demos un paso más.
En este momento la
construcción de cualquier partido en Venezuela pasa por dos objetivos; uno
inmediato: derrotar a la tiranía y reconstruir la democracia, corrigiéndola de
los errores del pasado que nos condujeron a este régimen de oprobio; el segundo
objetivo, habiendo comenzado el anterior, es construir una opción política para
tomar el poder y lograr la modernización del país, a partir de “…un capitalismo
eficiente, ético y con prosperidad para todos… un sistema en el que las
ganancias de unos benefician a todos…” (Carlota Perez, entrevista para BBC News
Mundo, 6 de julio de 2020 https://www.bbc.com/mundo/noticias-53237230), de
construir una economía de mercado, que cree empleos productivos y riqueza, que
genere empresas y no negocios.
Para el primer objetivo –y
también para el segundo, pero a menor escala– desde el punto de vista de la
organización, ya hemos dicho que es imprescindible tomar en cuenta
acontecimientos sociales recientes, ya referidos, donde vimos como activistas,
organizados a partir de la rápida comunicación que permiten ahora las redes
sociales, pudieron poner en jaque a diversos gobiernos alrededor del mundo,
actuando como verdaderos “enjambres”.
Para el segundo objetivo, se
puede continuar en las acciones concretas con esta misma práctica, pero
acompañadas de una mayor reflexión, discusión y profundización, con técnicas de
comunicación y reuniones virtuales que se comenzaron a usar masivamente durante
la pandemia. Desde luego, sin olvidar que un gran porcentaje de los venezolanos
–que escasamente tiene luz algunas horas del día– solo tiene acceso, en el mejor de los casos a
mensajes de texto, pero no tiene acceso a comunicación a través de Internet,
por lo que será preciso llevar a cabo algún tipo de contacto más directo, más
cara a cara, más parecido al trabajo político de los comienzos de la vida
democrática en Venezuela, pueblo por pueblo, casa por casa, pero cada quien en
su comunidad inmediata de actividad y trabajo, orientados real o virtualmente
por los líderes de la organización y por ese plan estratégico de mayor alcance.
Principios
éticos
Desde luego, hay algunos
principios éticos que deben estar presentes en este proceso de renovación
organizativa de los partidos y estos principios, de manera muy elemental, los
resumo a continuación:
Deben partir de un proyecto
o programa concreto, explícito, y compartido de modificación y transformación
de la sociedad venezolana en una economía de mercado moderna y de cuya
discusión no deben excluir a nadie, ni siquiera a esa parte de la población que
hoy se dice chavista.
Ser absolutamente y
radicalmente democráticos, en sus formas de organización y toma de decisión y
que no saquen al individuo de su medio y de su comunidad concreta, en donde se
desempeña su trabajo, su vida y su actividad.
El programa mínimo, de
postulados éticos que deben estar presentes en cualquier organización política
debe contener: La transparencia en el actuar y en las funciones de gestión
pública; la correcta separación entre los legítimos fines privados del
político, los fines del partido y los fines del Estado; la conciencia, en sus
militantes y líderes, de que la función pública, es una función educativa.
Que utilicen las redes
sociales como medios de difusión y discusión, en donde pueden jugar un
importante papel intelectuales y profesionales, conocedores de técnicas
gerenciales y expertos en la utilización de esos medios de difusión y
procesamiento de la información.
En lo inmediato, para salir
del hoyo profundo en el que estamos e ir reconstruyendo la confianza ciudadana
en las organizaciones políticas, tenemos que demostrar que nuestros partidos
han tenido un proceso interno de renovación, democrático y transparente; que
están ideológica y sólidamente constituidos, pero sobre todo dispuestos a las
alianzas necesarias que respondan a un programa preciso para enfrentar la
situación que vivimos y en el largo plazo, una propuesta para el desarrollo de
la democracia, el estado de derecho y la economía de mercado.
Vamos a exigirles democracia
interna comprobable; vamos a exigir que nos dejen a los ciudadanos supervisar
esa democracia interna, que nos dejen ser los garantes de ella, que de verdad
es democracia, que esas ideas que nos presentan acerca del país que queremos
construir son producto del debate interno, que los candidatos y líderes que nos
presentan surgen de la base, de un proceso de lucha interna de ideas, en
igualdad de condiciones. ¿Estarán dispuestos los partidos y sus líderes a
someterse a este proceso de renovación y a ejercer sus funciones en apego a los
principios enumerados? Solo así volverán a ser los agentes protagónicos, que
fueron, del cambio social.
https://ismaelperezvigil.wordpress.com/
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