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domingo, 16 de agosto de 2020

#168 Foro Hatillano.EL DAÑO ANTROPOLÓGICO A LOS VENEZOLANOS“EL FORO HATILLANO NO SE HACE RESPONSABLE DE LAS OPINIONES EMITIDAS POR EL PONENTE”. 10 Agosto. Rafael Uzcategui. Sociólogo.Coordinador General de Provea.

 

EL DAÑO ANTROPOLÓGICO A LOS VENEZOLANOS“EL FORO HATILLANO NO SE HACE RESPONSABLE DE LAS OPINIONES EMITIDAS POR EL PONENTE


Por: Marianela Escalona Montesinos.

Ponente: Rafael Uzcátegui. Sociólogo. Coordinador General de PROVEA. Editor y  ista independiente.


  Hace unos meses, Rafael Uzcátegui escribió un artículo de opinión para el diario TAL CUAL en el que disertó acerca de lo que  ha llamado "Daño Antropológico a los Venezolanos". Aunque el concepto no es de su autoría, le sirvió para sintetizar la profundidad del daño que ha experimentado nuestra sociedad en los últimos años.

  Es una práctica común de los sociólogos el uso de palabras  que describan los fenómenos que estudian. En este caso en particular, era necesario un concepto que incluyera muchas cosas, pues el drama venezolano no es solamente una crisis política, que si la es, ni exclusivamente una crisis econòmica, que también la es, o una crisis social. Desde el campo de los  Derechos  Humanos  por ejemplo,  se afirma que Venezuela  vive  una  Emergencia Humanitaria Compleja, concepto que refleja el descalabro en el cumplimiento de las obligaciones del Estado venezolano en respetar, cumplir y proteger los derechos de la población, pero que deja por fuera un elemento importante que no es otro que el trastrocamiento del proyecto de vida de cada uno de los venezolanos. Por ello es necesario un término que incluya todas y cada una de estas dimensiones.

   La Antropología es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral; la relación consigo mismo, con sus iguales y con su entorno. Estos 3 aspectos: la imagen que el venezolano tiene de sí mismo, cómo se relaciona con otros venezolanos y cómo se vincula con su entorno, son las que han sufrido un nivel de intervención y deterioro desconocido al menos en los últimos 100 años como país. La necesidad de explicar este hecho es la que llevó al uso del término "Daño Antropológico".

   Este concepto ha sido usado en debates promovidos por sacerdotes jesuitas venezolanos que trabajan en la revista SIC y el Centro Gumilla, que estaban en la búsqueda de una categoría de síntesis que incluyera múltiples dimensiones del grave debilitamiento del tejido social e institucional  en Venezuela.

 Quienes más han trabajado el concepto de "Daño Antropológico" han sido, no por casualidad, los cubanos para pensar sobre sus propios procesos de deterioro.  Rafael Uzcátegui indagó en este análisis para extrapolarlo a nuestro propio contexto.

  Según el autor Raúl Fornet "...hay daño antropológico cuando, además del deterioro en los órdenes social, político y cultural, existe fundamentalmente un daño a la condición humana como tal".  En un debate por redes sociales, alguien llamado Nora agregó: "...se habla de daño antropológico cuando la persona deja de sentir aprecio por su propia vida, cuando pierde la conciencia de sí misma como obrera de su destino y se abandona a los dictámenes con que la someten fuerzas de dominación obligándola a dejar de pensar".

  Francisco Javier  Müller, citando el libro de Luis Aguilar "Cuba y su futuro", agrupa 6 tipos de daño antropológico específicos: servilismo, miedo a la represión, miedo al cambio, falta de voluntad política y de responsabilidad cívica, desesperanza, desarraigo y exilio dentro del propio país (Insilio) y crisis ética. Por otra parte, Dagoberto Valdez Hernández  ejemplifica este fenómeno como"...el cubano a quien le han bloqueado una gran parcela de su libertad interior y que  ve suplantada su responsabilidad individual por el paternalismo de Estado, transformándose así en un perpetuo adolescente cívico... sufre un bloqueo; el peor de todos: el embargo de proyectos de vida independientes, sin los que se desmigaja el alma humana y se fomenta un desaliento existencial...".

  En base a estas ideas Rafael Uzcátegui hace un análisis sobre el daño antropológico a los venezolanos.  Se pueden agrupar sus consecuencias en 3 grandes áreas:

1.- Imagen de sí mismo del venezolano. Autopercepción.

2.- Cómo el venezolano se relaciona con otros venezolanos.

3.- Cómo el venezolano se vincula y se desarrolla en su entorno.

 1.- Autopercepción del venezolano:

  Los proyectos de vocación totalitaria intentan siempre reescribir la historia, no tanto por el deseo de iluminar zonas oscuras y poco conocidas del pasado (lo cual sería legítimo y deseable) si no para transformar a los individuos a quienes desean dominar en personas sin raíces ni referentes propios y por tanto, en personas más fáciles de someter. Esta intención de sustituir la historia que conocíamos por una nueva narrativa impuesta desde el poder, fue promovida en Venezuela a partir de 1998 con la llegada del chavismo a Miraflores.

  El objetivo se cumplió a medias gracias a la improvisación e incompetencia bolivarianas, a juicio de Uzcátegui, pues si bien llegaron a debilitar muchos de los relatos históricos de nuestro pasado, no lograron sustituirlo completamente con el nuevo. Un ejemplo de esta intención fue el intento de crearle un linaje épico a Chávez vinculándolo a un personaje llamado Pedro Rafael Pérez Delgado alias Maisanta. Pero este intento de crear un nuevo panteón de héroes de la independencia que legitimaran al propio Chávez, no prosperó y Maisanta sigue siendo  prácticamente desconocido. El tema sobre este personaje tenía un objetivo político claro: reforzar una nueva hegemonía comunicacional en construcción.

   Sin embargo, el proceso de destrucción del  pasado que no fue completado con esta nueva historia alternativa,  nos ha convertido hoy en venezolanos que no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos. Somos víctimas de un desconcierto colectivo que incluso, para debilitó nuestro propio arraigo al territorio. Esto  explicaría  cómo,  en  pocos  años,  los venezolanos decidieron emigrar.  Este desdibujamiento de nuestra identidad se acelera con la partida de nuestros hermanos a otros países.

  La memoria, lo que fuimos, lo que nos pasó, se transmite básicamente de 2 maneras: el testimonio oral y el testimonio escrito o documentado. Hoy, ya no sabemos a quién contarle lo que nos pasó ni cuáles son las  anécdotas que podemos compartir. La magnitud de la migración de venezolanos dificulta los flujos testimoniales que pasan de una generación a otra. Si la transmisión del testimonio oral está en peligro, también lo está el acervo documental  donde queda  finalmente registrada.

   Esta situación está ocurriendo en archivos históricos del país debido a la crisis econòmica y la falta de mantenimiento adecuado por lo que nuestro acervo histórico se está deteriorando irreversiblemente. Este hecho refleja la vocación del gobierno de borrar el pasado y dejarnos en la "nada" en el presente

 2.- Cómo el venezolano se relaciona con otros.

   Hoy el venezolano se encuentra confundido por quién es y tampoco sabe relacionarse con otros venezolanos. Antes de 1998, una de las cosas buenas creadas por la cultura petrolera (porque no todo lo del petróleo fue malo) fue el haber tenido las posibilidades materiales para ayudar a otros. Nuestro país fue testigo de la expansión del gasto público gracias al aumento de los ingresos por la renta petrolera, lo que creó además, una gran franja de clase media  y  generó en toda la sociedad una capacidad adquisitiva que, sin ser ideal ni estar democráticamente distribuida, nos ubicaba en un nivel de prosperidad diferente a algunos países vecinos.

 El venezolano era solidario porque tenía con qué y esto construyó una cultura de cooperación con el otro que formó parte, antes del chavismo, de los que nosotros percibíamos que éramos los venezolanos. Lamentablemente esto ya no es así. Aunque no ha desaparecido del todo, ya no es lo que era; en parte porque todos estamos sobreviviendo en el día a día.

 Además de la destrucción de los referentes y las raíces de las personas, una segunda estrategia de dominación del autoritarismo ha sido la separación de la sociedad y la fragmentación, en tantos pedazos como sea posible, de sus contrarios. El chavismo ha socializado la "sospecha" entre los ciudadanos;  mecanismos de control territorial desplazados progresivamente donde de manera permanente se van levantando censos y mecanismos de identificación para separar a los "fieles" de los "herejes".

  Por necesidad o por convicción, muchos venezolanos han dejado de protestar o simulan ser fieles al gobierno para tener acceso a una caja CLAP o  a un trabajo en las instituciones del Estado o bien han sido víctimas o testigos de la represión. Por ello hoy los venezolanos se relacionan con otras víctimas del "Síndrome de la Sospecha": otros venezolanos que sospechan de ellos tanto como él lo hace de los otros, intentando descifrar si el otro es enchufado, chavista, opositor, etc.

   La incertidumbre resultante de no saber cómo tratar a cualquiera de estos arquetipos hace, como mecanismo de defensa, que nos recluyamos cada vez más en nuestros ámbitos privados, en zonas de confort donde hay un círculo restringido de personas como nosotros. Vamos perdiendo la posibilidad de relacionarnos con otros venezolanos.

  No solo se ha transformado la percepción que tenemos de los otros venezolanos si no también se han modificado los ritos y  hábitos con  los  que  antes  compartíamos  y socializábamos.  Un ejemplo de ello es la transformación de nuestro consumo de café. Antes del chavismo, en cualquier hogar venezolano la urbanidad comenzaba con ofrecer y compartir una tacita de café. Este hábito civilizador fue potenciado por las posibilidades materiales que ofreció durante décadas la renta petrolera. Sin embargo la gestión bolivariana demolió ladrillo a ladrillo el hábito de socializar compartiendo un guayoyito.

   Después de las expropiaciones de la industria cafetalera, la primera víctima fué la civilidad por la escasez del producto y los altos precios. Luego se sacrificaría la calidad cuando se estimuló la importación para el otorgamiento de divisas preferenciales,  inundándose el mercado de sucedáneos de "sabor dudoso". El resultado, entonces, no ha sido solo que ahora bebemos menos café si no que también hemos perdido el rito que lo acompañaba y que ahora forma parte del cuadro de reclusión del venezolano a su esfera individual y privada.

  El chavismo nos ha convertido en personas más desconfiadas, egoístas y solitarias en nombre de un supuesto socialismo, cuando no son capaces de generar la empatía para compartir siquiera una taza de café.

 3.- Cómo el venezolano se vincula y se desarrolla en su entorno. Desestructuración del entorno, ciudades e instituciones en general.

  Quizás esta es la dimensión más conocida y debatida en los últimos meses y sin embargo tiene aún muchas zonas grises  sin  comprender.

   Hay quienes dicen que la ignorancia es felicidad y tienen razón desde una perspectiva de nuestra actual orfandad psicoemocional, precisamente como víctimas del daño antropológico. El desconocimiento nos convierte en extranjeros en nuestro propio país, en una Venezuela que ya no reconocemos.

  La autora canadiense  Naomi Klein habla en su libro "Doctrina del Shock" acerca de la conmoción permanente como mecanismo disciplinario. Según ella "…se crea la necesidad de reducir a los adultos a un estado infantil, propensos a seguir líderes que afirman protegerlos...".

   Las ciudades donde se construye ciudadanía en un diálogo, consenso o tensión con otros, hoy son propiedad de la delincuencia, los colectivos, los consejos comunales o las Fuerzas de Acciones Especiales. Pero además de la inseguridad y la violencia, simbólica o real para resolver conflictos, también hay un deterioro de la infraestructura y la demolición de la poca planificación urbanística que existía. Un ejemplo interesante de esto es la construcción de edificios de la Misión Vivienda, para meter la mayor cantidad de personas en el menor espacio posible, sin áreas comunes o de recreación. En realidad son espacios socioproductivos  o dispositivos de control de vecinos contra vecinos, sin espacios donde desarrollar sus capacidades y su personalidad y sin instituciones que garanticen sus derechos.

   Para Rafael Uzcátegui, no es solo el control de las instituciones que ya de por sí representa un problema, si no también la cultura institucional que se ha generado para mantenerla, donde el conocimiento y la capacidad técnica ha dejado de tener valor, siendo sustituidos por los vínculos personales y la fidelidad al partido gobernante.

   En el libro "La rebelión de los náufragos" de Mirta Rivero, se analiza el segundo período presidencial de Carlos Andrés Pérez. En él se describe el tráfico de influencias y el peso del carnet del partido que ya existentes en ese momento en Venezuela. La autora sugiere que el fenómeno surgió durante el gobierno de Lusinchi, pero ha sido durante los años bolivarianos que este fenómeno se ha agigantado hasta alcanzar nuevos territorios. Ahora no se designan a los técnicos y profesionales; los cargos de alta responsabilidad son asignados a personas cuya única credencial es su activismo político, dándole la espalda al conocimiento.

   En política siempre ha existido el incumplimiento de las promesas, pero ha sido durante el chavismo donde se ha demolido el valor de los principios que deberían guiar las instituciones y el propio valor de los antecedentes personales de quienes debieran hacer cumplir los valores del pacto social vigente.

   A pesar de lo sombrío del diagnóstico y que pareciera que aún no hemos tocado fondo, existen razones para la esperanza.

   Una de ellas es la experiencia de 2 ciudades latinoamericanas, Medellín y Lima, que hace tan solo 20 años eran sinónimo de corrupción, pobreza, violencia y el éxodo de sus habitantes buscando otros horizontes. Promoviendo políticas en múltiples dimensiones con la participación de organizaciones sociales y comunitarias, hoy en día se han transformado en un modelo de gestión exitoso, objeto de estudio por parte de políticos y académicos de varios países, y que se han convertido en una atracción turística nacional e internacional. Representan un ejemplo de progreso y fuente de inspiración.

   Hace 20 años los problemas de Colombia y Perú parecían tan irresolubles como los de la Venezuela de hoy. Medellín y Lima son modelos de habitabilidad y progreso para toda la región.

   En nuestro país tenemos capital humano para vencer nuestros problemas; tenemos la valía intelectual y humana para reconstruirlo y los problemas que hoy nos parece que no tienen solución, que lucen absolutos, también los podemos dejar atrás.

   Cualquier crisis genera las oportunidades para superarla. En el libro de Marta Rivero, se documenta cómo varios de los elementos que el chavismo exacerbó ocasionando el actual daño antropológico, ya estaban latentes en nuestra sociedad. El modelo de desarrollo basado exclusivamente en los ingresos petroleros, un acuerdo de gobernabilidad (Pacto de Puntofijo) que aunque cumplió con su objetivo de estabilización democrática, no se renovó con nuevos actores y mecanismos de participación y contraloría, el tutelaje y protagonismo ejercido por la Fuerza Armada tampoco es nuevo y la actualización de la narrativa del país   solo existía en los contenidos programáticos de los partidos políticos tradicionales, para que los venezolanos se identificaran y depositaran su esperanza en un mañana mejor.

  Hoy tenemos desafíos en la economía, la sociedad y la cultura en nuestro país que ya estaban presentes en la década de los `90, que el chavismo no pudo ni quiso enfrentar y que siguen existiendo. Esta crisis multidimensional es una oportunidad para encarar estos desafíos, aprender de las lecciones del pasado y recuperar nuestras tradiciones y expresiones culturales; reconstruir la Venezuela inclusiva y de oportunidades con la que soñamos todos.

   Enfrentar  el daño antropológico es abordar sus múltiples y complejas consecuencias, lo cual no es solo el trabajo del liderazgo político si no que nos convoca a todos.

 ¿Qué podemos hacer desde la Sociedad Civil para mitigar y revertir ese impacto?

  El proceso de recuperación de la memoria que tiene que ver con el desbarajuste de nuestra autopercepción como venezolanos, posee 3 dimensiones que pueden rememorarse y generarían amplio consenso:

 -Memoria Deportiva: historias emocionantes de atletas brillantes del pasado.

-Memoria gastronómica: qué hemos comido los venezolanos y cuáles son los sabores presentes en nuestras evocaciones gustativas.

- Memoria Musical: canciones de artistas venezolanos que nos deleitaron y nos acompañaron durante años.

 Todos tenemos elementos de algunas de estas 3 posibilidades de memoria en algún rincón de nuestra casa. "Lo que no se comparte se olvida".

 Podemos digitalizar fotos, recortes de periódico y revistas, discos, grabaciones de viejos programas de televisión y publicarlos en nuestras Redes Sociales. La recuperación de la memoria no es solo un esfuerzo institucional si no especialmente la evocación que de ella hace una sociedad que atesora sus recuerdos y los comparte para que se mantengan vivos en la memoria colectiva.

 Todos podemos aportar en esta labor y, colaborativamente, crear montañas de memorias de lo que fuimos y  de dónde venimos para conjurar el olvido del daño antropológico.

 Para recomponer nuestra relación con otros venezolanos, Uzcátegui sugiere crear deliberadamente espacios de confianza y vinculación, promover cualquier espacio de encuentro en base a un interés común y que esta sea una labor constante.

 La acción colectiva con sentido político vendrá con el tiempo y solo será posible si nos reunimos y dejamos de sospechar de las personas de nuestro entorno. Los ciudadanos tenemos la responsabilidad de asumir, frente al vacío de referentes, iniciativas y emprendimientos para recuperar el tejido social y el amor a la patria. Parafraseando a Albert Camus quien afirmó  que “una política es, ante todo, una política bien informada" para Rafael Uzcátegui esta es la magnitud del desafío que nos exige la mayor responsabilidad posible. Si el chavismo socavó la utilidad del conocimiento, un sencillo acto de resistencia es tener los mejores y más sólidos argumentos precisamente para enfrentarlos.

 Otras consideraciones.

 Existen aspectos negativos en la cultura venezolana, como la "viveza criolla", que se ha exacerbado de manera escandalosa en los últimos años y ha terminado eclipsando nuestros aspectos positivos. El desafío es superar esto. La Venezuela del mañana, la que tenemos que construir, tendrá vestigios de estos aspectos negativos que no desaparecerán completamente. Lo importante es que no sean socialmente apreciados o valorados, que no tengan valor social para la gente como mecanismo de supervivencia, si no que por el contrario, tengan un alto costo personal, sean vetados y no sean emulados por otros. Que sean motivo de desprecio.

 ¿Qué se puede hacer desde el exilio? 

  Se puede ayudar a los que estamos en el país a "pensar fuera de la caja", para analizar con mayor claridad y tener otra mirada sobre la situación, y sobre todo aprender nuevas herramientas y adquirir nuevos conocimientos para abordar los diferentes problemas que tenemos en el país. Conocer y aprender  lo que se ha hecho en otros países para solucionar algunos de nuestros problemas adaptándolo a nuestra realidad.

 Debemos construir una nueva promesa de futuro para que todos los venezolanos nos sintamos de nuevo esperanzados e incluidos en esa nueva Venezuela inclusiva, de oportunidades, con respeto a la propiedad privada, los Derechos Humanos, sin posturas de venganza ni discriminación para revertir el daño antropológico y comenzar a caminar juntos de nuevo.

 Con la participación de 255 asistentes.

 “EL FORO HATILLANO NO SE HACE RESPONSABLE DE LAS OPINIONES EMITIDAS POR EL PONENTE



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