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domingo, 9 de agosto de 2020

" Ecología o Catástrofe". Por: Dr. Manuel Barroso.

Ecología o Catástrofe"

 Por: Dr. Manuel Barroso

“Solo cuando el último árbol esté muerto, el último rio envenenado y el último pez atrapado, te darás cuenta que no podrás comer dinero”. (Sabiduría indoamericana)

 Con el Covic19, volvemos a la historia del Génesis y afirmamos que la Biblia tenía razón. El hombre buscó ser como Dios, y terminó siendo su peor enemigo. Ahora con la tecnología en sus manos, se creyó con pleno derecho a violar las pautas sagradas del universo. El manejo del poder sin límites, la creencia que podemos violar por capricho las pautas del universo, nos ha metido a todos en una paradoja irreductible, atrapados buscando sin éxito el camino de salida.

 Ecología y Autoestima son dos pautas que, si las respetamos, nos podríamos garantizar el orden, el equilibrio, el desarrollo, y la belleza en la diversidad. Por nuestra soberbia nos hemos acostumbrado a las violaciones, hemos olvidado los límites. Einstein lo expresó con claridad: “Dios no juega a dados con el universo”.

 Autoestima: Ecología o Catástrofe. Son las pautas para el crecimiento. No debemos ignorar las pautas por seguir nuestros propios caprichos. Con cada una de las violaciones, aparecerán los reclamos del universo: los huracanes, los terremotos, los mil y un virus que andan sueltos, haciendo de las suyas.

 Y los científicos y los gobiernos de cabeza, viendo como solucionan la nueva peste. Cuando violamos las pautas, el Universo reclama, y solo nos acordamos de Sta. Bárbara cuando truena. Con el reclamo viene el castigo, los humanos le temen al castigo, pero todos seguimos violando las leyes del universo, ignorando lo establecido. Gregory Bate son, el antropólogo nos habló de la Ecología y de la diversidad. Y Robert Laing nos recordó: “Cuando se le quitan los pétalos a una rosa, se afecta el universo entero”.

  Einstein fue un poco más severo: “O el hombre cambia su manera de pensar o se enfrentará irremediablemente a su propia destrucción”. “No creeré que Dios juegue a dados con el universo”.

 “Hay una parábola según la cual, cuando la divinidad ecológica mira hacia abajo a los mortales y ve cómo el género humano peca contra la ecología - por codicia o por tomar atajos o por dar pasos en una mala dirección - suspira e involuntariamente envía la contaminación y el fall out radiactivo. De nada vale que se le diga que el delito fue solo muy pequeño, que lo lamentamos y que no volveremos a hacerlo otra vez. De nada vale que le ofrezcamos sacrificios y sobornos. El Dios ecológico es incorruptible y por lo tanto no se deja burlar”. (Bateson, 1989).

 Las condiciones afectan nuestras raíces ontológicas y éticas, hasta el punto de cuestionarnos si podremos seguir creyendo que somos lo más importante en la creación, los reyes, los dueños de la misma, los pensantes o si somos nuestros peores enemigos. Por eso lo del crecimiento por crecimiento, asusta. Los que crecen se polarizan y pierden el camino: mientras más desarrollo, más capacidad de destrucción. El crecimiento profundiza las diferencias. Seguimos aumentando la brecha: pobres vs. ricos; negros vs. blancos; orientales vs. occidentales; norte vs. sur; industrializados vs. subdesarrollados. La máquina sustituye al humano y el humano que interviene a menudo, queda marginado, carente de visión de sí mismo, del otro, de la totalidad.

  La intervención llega a los contenidos y los altera olvidándonos que la vida y el crecimiento de los sistemas está en los procesos y éstos se desconocen o se plantean fuera de contexto, generándose altos niveles de entropía. Las intervenciones propuestas no tienen relación con la totalidad, apoyando los caprichos de unos pocos, afianzando reductos de poder, creando nuevos monstruos.

  Lo importante no es valorar el medio ambiente, sino valorar la relación de la persona consigo mismo y con todo lo que la rodea y rescatar el sentido que tiene, como una única premisa válida para una visión nueva, una persona nueva con derecho a su crecimiento dentro de sus contextos.

  Autoestima: Ecología o Catástrofe

  La sabiduría exige una nueva orientación de la ciencia y de la tecnología hacia lo orgánico, hacia lo gentil, lo no violento, lo elegante y lo bello. Hablamos del desorden y del caos para que entendamos la Ecología hacia dónde deben dirigirse nuestros esfuerzos. La patología, como afirma Bateson, es fácil de analizar y categorizar, pero la salud es mucho más difícil y complicada. No sé por qué, pero generamos más resistencia cuando tratamos de curarnos. Volver a esta comprensión sagrada del universo es una condición para el crecimiento, y para la sustentabilidad.

  Respeto por el orden y conciencia por todo lo creado. El problema no creo que haya sido por mala voluntad sino por ignorancia. Todos en nuestro país, hemos nacido con la ecología a la espalda. Los antiguos tenían un temor reverencial hacia la naturaleza, confundían la ecología con el ambientalismo, buscando agradar al universo, mistificándolo en dioses y espíritus. Así se obligaban a respetar lo que estaba afuera y acomodaban sus vidas a ese orden interno que llamaban religión.

  Era la visión de la percepción de sí mismo integrado al universo en equilibrio. Nosotros perdimos ese contacto. En la medida en que hemos explorado el universo, hemos perdido la reverencia y nos hemos convertido en creadores del desorden, acentuando la polaridad. La rebeldía contra lo espiritual nos hizo perder el significado de nosotros mismos en la creación. Nos rebelamos contra los contenidos y nos olvidamos de los procesos. Ahora viene el rescate de nuestra conciencia, capaz de curar y de ayudar. Una nueva visión del crecimiento desde adentro, ayudaría a facilitar el trabajo, porque de alguna manera la crisis que nos afecta es la metáfora de la persona que está en el mundo perdido en su contrasentido.

 Los economistas siguen insistiendo que la solución está en la producción y en la adquisición de bienes materiales y en los mercados y en la garantía del abastecimiento. Nosotros, proclamamos que el comienzo de toda transformación está en la conciencia de las necesidades como el motor de nuestra existencia, orientada hacia un crecimiento personal, ecológico, y desde ahí crecer en todas las demás dimensiones.

 La transformación cultural representa un movimiento mundial de grandes alcances. El mundo ha sido sacudido por violentos cambios y entiendo que es la eterna búsqueda de volver al equilibrio. Las grandes corporaciones se están rehaciendo y estamos volviendo desde lo pequeño a desarrollar una epistemología de lo sistémico que podría ayudarnos a concebir un plan de reencuadre. Las naciones están en momentos de crecimiento, de transformación. Hacerlo con Venezuela es insertarla de nuevo en el crecimiento del universo. El valor intrínseco de nuestra crisis es que nos ha obligado a mirar hacia nosotros mismos, ubicándonos en el camino correcto de un crecimiento que no podemos perder.

 La sabiduría sistémica está en cada parte del universo, aún la más recóndita. Si algo pretendemos, lo tendremos que hacer desde un profundo respeto por la sabiduría de la naturaleza. La autoestima es la metáfora de la vida íntima de la persona que nos permite ser conscientes de una ecología para el crecimiento como solución. No es volver atrás, a la contemplación medieval o al hombre renacentista, ni al nihilismo de Monod, ni a la anarquía de las juventudes sin dirección, sino retomar la dirección que llevamos impresa en cada célula de nuestro organismo. Desde ahí podremos reencuadrar nuestro sentido de pertenencia, de vinculación y de interacción con el universo entero.

 Los aborígenes en el Sahara han llegado al conocimiento del universo más certeramente que los científicos modernos. Desde sus cuevas con los ojos de la intuición y una gran capacidad de contacto, ellos han estudiado y han vivido el universo, se han involucrado con él, han expresado la relación en una metáfora religiosa y han mantenido la unidad sagrada.

 La autoestima es la definición propia de uno mismo, la vinculación genética, el diálogo con el universo, insertándonos en una realidad triangular inevitable, el laboratorio biológico donde todo lo aprendemos. Si ese triángulo está en armonía, alineado, todos nuestros procesos de crecimiento se orientarán y realizarán en los diferentes contextos, en los cuales esas necesidades se convierten en objetivos y se satisfacen. La necesidad de todo ser vivo es vivir y vivir es crecer. Crecer es desarrollo ecológico. Si la persona vive y crece, todo lo que se relaciona con ella crece. El crecimiento es la única expresión auténtica del orden sagrado de la ecología.

 La autoestima es la energía del cosmos instalada dentro de cada uno, en un continuo crecimiento, para siempre. Está en cada una de mis células, produciéndose y manteniéndose todo el tiempo en múltiples y variadas formas. Es esa fuerza y ese poder que no tolera las mentiras “Podríamos sufrir una tremenda decepción con nosotros mismos y con aquellos a quienes hemos dado el poder de dirigirnos. No será la presente generación la que descubra como dice Bateson, que varias premisas de las profundamente arraigadas en nuestra forma de vida, son simplemente falsas y llegan a serpatogénicas, cuando son implementadas con la tecnología moderna”. (Capra. F).

“Un ser humano es parte de todo lo que llamamos un universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experiencia a sí, sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto, una especie de ilusión óptica de su consciente. Esta ilusión es como una prisión para nosotros, restringiéndonos a nuestras decisiones personales y al afecto de unas cuantas personas cerca denosotros. Nuestra tarea es ser liberados de esta prisión, ampliando nuestro círculo de compasión, para abrazar todas las criaturas vivientes y toda la naturaleza en su máxima belleza”. (Albert Einstein).


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