Por: Contrapunto.
Caracas, 13 de julio de 2018.
"Hay gente que cree que basta con persuadir a Maduro de que renuncie, o tumbarlo, para que todo se resuelva. Y no se han dado cuenta del hueco en el que estamos metidos"
“Una intervención militar puede empeorar la situación, y bastante, porque aquí pululan grupos armados de diferentes tipos” que “han sido beneficiarios de este caos y que no van a someterse porque sí”, dijo el analista de Crisis Group
Le parece poco probable que el presidente Nicolás Maduro pueda gobernar por seis años más, “porque para que eso sucediera, Maduro tendría que ser otra persona” y “mostrar indicios de flexibilidad que hasta ahora no ha mostrado”. Pero advierte, una y mil veces, que una salida violenta del mandatario nacional, lejos de resolver la crisis, la agravará, y pide a a gente pensar “en el día después”.
Es Phil Gunson, periodista y analista de Crisis Group, quien está dispuesto a conversar con Contrapunto sobre los asuntos espinosos de la era post Chávez. No es juez ni parte, porque la organización para la cual hace la resonancia magnética del país necesita, no soldados apasionados, sino cabezas que analicen. Y la de Gunson, excorresponsal de The Guardian, está bien puesta sobre sus hombros. Su labor es ver, escuchar y evaluar.
“Supongo que nos estamos acostumbrado a esto”, afirma. "Esto" es el país de las carencias y la hiperinflación. Lo compara con la anécdota de la rana que está en el agua hirviendo e intentando adaptarse, pero “faltan solo unos grados para que sea insostenible para la vida”.
A su juicio, lo que vivimos es “una adaptación absolutamente necesaria y humana a unas circunstancias muy difíciles”, porque si las personas no tienen para comer, no tienen agua para bañarse, se adaptan. “Nos estamos adaptando, y es una cosa contra la que tenemos que protegernos, en el sentido de no pensar que esto es normal, porque no es normal, y no debemos pensar que sea aceptable”.
Para Gunson, está claro que “no se le puede pedir a la gente que luche todo el día”, porque tiene que ocuparse de sobrevivir. Más que pensar que el caos sea un plan del Gobierno, sí cree que el Gobierno se aprovecha de la situación para hacer manipulación política.
Es un caos
Le llama la atención que se compare a Venezuela con Cuba. En la isla caribeña hay restricción de libertades civiles y políticas, hay un gobierno de partido único, “pero en Cuba las cosas más o menos funcionan: hay orden, no hay mucha inseguridad ciudadana, los servicios no funcionan muy bien pero más o menos puedes saber que el mes que viene vas a estar igual”. En cambio, en Venezuela sabes “que el mes que viene vas a estar peor”.
“Cuba es un país estable, es un país donde el mismo régimen tiene 60 años en el poder, la vida de la gente es previsible” aunque haya tenido crisis. Venezuela “es un país absolutamente inestable, y no creo que eso le convenga al gobierno”. Lo lógico, según la lógica del Gobierno, sería la estabilidad, pero ocurre todo lo contrario: “Esto es un caos, una economía extremadamente mal manejada”, que no tiene que ver con lo ideológico sino con el control político (como lo ha planteado el ministro Aristóbulo Istúriz). “Esas medidas económicas, que son para el control político, nos han destrozado la economía”.
No obstante, considera que “el Gobierno tiene un control político bastante sólido”, porque “la oposición está por el piso". El mandatario nacional "acaba de hacer ascensos militares” y además se “acaba de llevar a cabo una elección presidencial controversial, cuestionada, pero se hizo. Y Maduro seguramente en enero se va a rejuramentar”.
Gunson señala que en la coalición dominante hay diferencias, hay fisuras “pero no hay una fractura”, y por eso cree “que en el plano político el control es sólido”, mientras “el eslabón débil está en la economía”.
La economía venezolana se enfrenta a default, a deudas, sin flujo de caja y con una industria petrolera “en el piso, prácticamente desmantelada”, además de la hiperinflación. “Esta es una situación de catástrofe económica; ni siquiera de crisis”.
—¿Es sostenible por cuánto tiempo?
—Es la pregunta que nos hacemos todos los días.
Y el analista suma otras interrogantes: ¿por qué el Gobierno que ha causado todo esto no da el brazo a torcer? ¿Por qué no ofrece algo sustantivo en las negociaciones? Y da dos respuestas posibles: la primera, que el grupo gobernante —unas 200 o 300 personas— se ha cerrado todas las salidas: “Esa gente no tiene a dónde ir”, asevera, “no puede ceder porque no tiene vías de salida” y hasta su vida está en juego. La segunda, “el estado de la oposición, incapaz de aprovechar el momento por sus propias divisiones, fomentadas por el propio gobierno”.
Pero esto es un bumerán para el grupo en el poder: “El Gobierno debería lamentar que no haya una oposición coherente, porque no tiene con qué negociar”. Cómo se negocia “si no tienes una contraparte única, coherente, consistente”, sino por lo menos tres grupos. “La oposición no ha sido capaz de provocar la fractura en el Gobierno, que es imprescindible si se va a dar una transición”, asegura.
Transición hecha por opositores y chavistas
Lo que hay por delante en el país, a criterio de Gunson, es “la posibilidad de que esto se extienda por bastante tiempo, esta situación de deterioro que cada vez está peor, y ese empeoramiento que no nos lleva a una solución”. La gente “habla de colapso”, porque “uno supone que llegará un momento en que no habrá nada de transporte público”, o que “las luces se apaguen por completo”, que “no haya agua ni haya gasolina”, y “el Gobierno ahí”.
Sin embargo, el Ejecutivo “no está nada cómodo”, e incluso “da señales de que necesita un arreglo económico” y de querer “llegar a un acuerdo con la oposición que le ofrezca un piso político mayor, lo que es lógico, porque inclusive una dictadura necesita un piso político”.
El Gobierno está perdiendo, además, el capital político del entusiasmo que tenía la población por Chávez. Nicolás Maduro, “en seis semanas de campaña” en el año 2013, “logró desaparecer varios millones de votos” y “en esta campaña también; es un anticandidato”. En los barrios todavía hay gente que ama a Chávez, “pero no le ven mucha utilidad a eso ahora, y tampoco necesariamente piensan que el PSUV, Maduro o cualquiera de los líderes políticos de este gobierno represente eso que representaba Chávez”. Lo que le queda, entonces, es la fuerza para mantenerse.
Ante “un gobierno minoritario y sostenido por la fuerza”, un sistema político disfuncional y una oposición disgregada, “lo lógico es que surja una nueva oposición, pero eso no se decreta”, e incluso, “podría tardar mucho tiempo”.
—¿Es una nueva oposición que surja del chavismo o de la oposición tradicional?
—Lo ideal, para que haya una transición sostenible sería que surgiera una oposición inclusiva.
—¿Una transición sostenible necesita de chavistas y opositores?
—Hay gente que cree que basta con persuadir a Maduro de que renuncie, o tumbarlo, para que todo se resuelva. Y no se han dado cuenta del hueco en el que estamos metidos. Mucha gente piensa en el ejemplo de Panamá, “es facilísimo, Estados Unidos manda militares, decapitan al régimen”, sacan al gobernante... pero el punto es que Panamá es Panamá, y Venezuela es Venezuela.
Aquí “no puede ser un simple cambio de gobierno”. Entre otras cosas, porque “no hay gobierno alternativo” y es evidente que "si la oposición no se sabe gobernar a sí misma, mucho menos al país”.
La Fuerza Armada “no sería capaz de resistir mucho tiempo una invasión norteamericana”, pero esto no resuelve el problema, insiste. “Inclusive, una intervención militar puede empeorar la situación, y bastante, porque aquí pululan grupos armados de diferentes tipos, más o menos políticos, más o menos delincuenciales que han sido beneficiarios de este caos y que no van a someterse porque sí”.
—¿Sacar a Maduro por la fuerza puede agravar el problema?
—Puede agravar seriamente el problema, y en esta circunstancia que tenemos ahorita la gente que habla de una intervención humanitaria, que es un eufemismo que se utiliza, no han pensado en el día después. Aquí no hay instituciones que puedas reemplazar. No hay institucionalidad.
Estima que “puede haber resistencia interna, pero no creo que sea el peor de los problemas. El problema es el colapso de todas las normas. De hecho, la sociedad está colapsada mucho más allá de las instituciones. Ya no hay respeto para nadie. Nos estamos volviendo una sociedad un poco 'Mad Max': sálvense quien pueda”.
A pesar de ello cree que “Venezuela tiene, todavía, cómo recuperarse. Tiene muchas reservas, su gente, memoria reciente de cosas que funcionaban. Sí se puede recuperar, pero no va a ser una cosa fácil, y si no tienes una base de gobernabilidad, no lo podrás hacer. Esa base de gobernabilidad se logra con un acuerdo de transición”.
—¿Negociado entre quiénes?
—Ahí está el gran problema. Por eso no hay negociación.
Como Nicaragua
Phil Gunson está convencido de que en algún momento habrá una negociación: “Algo va a haber que negociar, y es mejor que comencemos ahora, pero para eso tienen que poner de su parte el gobierno y la oposición. El Gobierno, primero que nada, porque tiene que reconocer que su poder no va a durar para siempre, que al final de este proceso pierdes el poder”.
Por ello, su versión más optimista de un cambio es esta: “Tendría que haber una fractura en el gobierno, y que una parte más pragmática llegue a la conclusión de que sus intereses no se corresponden con los de quienes detentan el poder”. Piensa que ese grupo, dentro del mismo chavismo, podría sentarse a negociar.
El analista de Crisis Group relata el ejemplo de lo sucedido en Zimbabue y también de la caída de Ceaucescu en Rumania, cosas que sucedieron sin que fuesen largamente orquestadas. Lo que puede ocurrir en Venezuela posiblemente suceda por sorpresa, enfatiza.
China ha apuntalado al Gobierno venezolano, pero podría dejar de hacerlo, asoma. “Una cosa que hay que explorar es la posibilidad de que los chinos modifiquen su política hacia Venezuela, no para tumbar al gobierno, sino para ver qué está pasando” y para que posiblemente apoyen una negociación.
—Ante una salida violenta de Maduro, ¿cómo sería ese día después?
—Una salida violenta de Maduro solo nos garantiza más violencia, una violencia que se extienda indefinidamente.
“Tendríamos un gobierno muy débil, con poca credibilidad interna y externa, y por lo tanto, con grandes dificultades para establecer su autoridad, para recuperar la economía y el funcionamiento de las instituciones”, agrega.
—¿Si la salida fuese negociada entre chavistas y opositores?
—Sería gradual, y no sería del agrado de la gente que piensa que “Maduro, vete ya” es la solución.
En todo caso, en ninguno de los escenarios queda fuera la Fuerza Armada. “Con una salida violenta probablemente queda una institución militar desmembrada, en muchos casos individualmente resentida, bien entrenada para causar daño”, describe. Con una salida negociada, el país convivirá con militares chavistas, como ocurrió en Nicaragua con la transición entre el sandinismo y el gobierno de Violeta Chamorro. Como lo aclara Gunson, “ninguna transición es igual a otra”, pero “cada una deja lecciones”.
Rumbo a la hambruna
Si todo sigue igual, augura Gunson, el año 2018 probablemente va a terminar peor. “Puede que a esas alturas tengamos hambruna, lamentablemente,. Mucha gente se va a morir. En los próximos seis meses esto se va a poner muy feo”, advierte.
Una parte de la crisis humanitaria “la estamos exportando”, recuerda, y para Colombia esto va a implicar “hacer muchos ajustes”. La cooperación internacional puede tener formas de entrar en Venezuela: “Lo que no se puede admitir es que esa preocupación, legítima o no” del Gobierno que teme una invasión “se convierta en excusa para no recibir ayuda que permita que la gente viva”.
-¿El triunfo de Iván Duque puede generar ese escenario, puede generar un pretexto que lleve a la ruptura de la situación política venezolana?
-Me preocupa que Duque en sus contactos con la oposición haya sido tan parcializado. Creo que no es una buena señal y no veo a las fuerzas armadas colombianas interesadas en un conflicto con Venezuela.
-¿Las sanciones internacionales a los funcionarios ayudan en algo o hacen que se coloquen más rodilla en tierra?
-Nosotros creemos que las sanciones pueden tener su utilidad, pero están llegando a rendimiento negativo. Creemos que es legítimo restringir a los corruptos, que los países determinen quienes pueden o no entrar a su territorio; incluso, creo que han sido importantes las sanciones financieras norteamericanas. Pero las sanciones en vez de producir las fracturas han servido para promover a los sancionados y asegurarse de que la gente que está conmigo no me abandone. Nosotros hemos recomendado que los países latinoamericanos impongan sanciones, hagan algo aunque sea simbólico, para dar un mensaje importante que es que no es el imperio: es la comunidad democrática la que no está de acuerdo.
-¿Crisis Group está trabajando para la salida de Maduro?
-No. El problema no es Nicolás Maduro: es que hay gente que se niega a una transición y no están todos del lado del gobierno. No es solo cambiar el gobierno. Va a ser un proceso largo y creo que vamos a necesitar un gobierno de transición, no con los presidenciales de siempre, sino con gente de buena fe que ponga manos a la obra. Va a tardar en restablecerse la institucionalidad necesaria. Yo no dudo que venga una transición, pero hay que saber el destino de la transición. Las transiciones generalmente suelen ser manejadas por gente del mismo grupo gobernante. Lo otro es un golpe.
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