Por Oscar Bastidas Delgado
Invitado como
conferencista al Congreso La Empresa Cooperativa en tiempos de Crisis. El
Camino hacia la Resiliencia Social y a la IX Convención Financiera del
Cooperativismo, eventos organizados por la Federación de Cooperativas del
Nordeste y el Consejo Nacional de Cooperativas respectivamente, me encuentro en
este hermano y humano país conociendo sus experiencias, acompañando procesos
formativos de sus cooperativas, y celebrando a octubre como el mes del
Cooperativismo, dado que en ese mes de 1946 se fundó la Cooperativa
Manoguayabo, la primera en el país, y en el de 1963 se promulgó el Decreto-Ley
No. 31-63.
En este país, al igual
que en otros latinoamericanos como Puerto Rico, Colombia y Venezuela, el
cooperativismo, particularmente el de ahorro y crédito, se inició bajo el
impulso de sacerdotes latinoamericanos formados por instituciones canadienses
como la de la St. Francis Xavier University en Antigonish, en Nueva Escocia, o
canadienses como el padre Alfonso Chafe de la orden de los Padres Scarboro, quien
fundó la cooperativa mencionada ut supra.
El primer organismo de
integración fue la Federación Dominicana de Cooperativas (Fedocoop, 1949-1960),
liquidada por una tiranía que afectó sensiblemente este movimiento pero que fue
rescatada en 1971 y transformada en Federación de Cooperativas Metropolitanas
(Fedocoop) en febrero del 2013.
Luego de la
constitución de diversas federaciones y de la Confederación Dominicana de
Cooperativas (Codocoop, 1966-2003), esta confederación se relanza como Consejo
Nacional de Cooperativas (Conacoop, 2003), organismo que ahora, presidido por
el Lic. Jorge Eligio Méndez, integra las siete federaciones: Metropolitana de
Cooperativas (Fedocoop), Regional del Cibao Central (Fecoopcen), de
Cooperativas de la Región Este (Fecoop – Este), de Cooperativas del Nordeste
(Fecoopnordeste); de Cooperativas del Sur (Fecoopsur); y la Nacional de
Cooperativas de Ahorro y Crédito (Fencoop) que a su vez agrupa afiliadas a la
Asociación de Instituciones Rurales de Ahorro y Crédito (AIRAC); Conacoop
constituyó el Instituto de Formación Cooperativa (Infcoop). En este panorama
juega papel clave la Escuela Nacional de Educación Cooperativa (Enecoop)
coordinada por la Lic. Germania Luperón, que ha rendido una labor de
importancia y calidad en la formación de los cooperativistas dominicanos.
Según Cuna Mutual
Group, para el año 2014 el cooperativismo dominicano aportaba el 3% de PIB con
activos equivalentes al 7% del de la banca y, según Conacoop, había tenido
interesantes ciclos de crecimiento como el de un 133,72 % del año 2017 con
respecto al 2012, teniendo para ese año un total con 1.904.564 asociados en 916
cooperativas destacando las de Servicios Múltiples / Ahorro y Crédito, con un
18,92% de penetración demográfica. Produce el 15% de la caña de azúcar, el 12%
del arroz, 80% de pollos, 62% de los cerdos y el 47% del café.
Actualmente, según el
presidente de Conacoop, este cooperativismo, con sus dos millones 200 mil
asociados, 49.62 mujeres y 50.38% hombres, en sus 1.500 cooperativas, genera
80.000 puestos de trabajo y contiene el 21.43% de la población dominicana
estimada para 2019 en 10.266.000 y el 43.92% de la población económicamente
activa (PEA), estimada para 2019 en 5.008.937. También impulsa un proyecto de
código cooperativo que propone convertir al Instituto de Desarrollo y Crédito
Cooperativo (Idecoop) en una Superintendencia de Cooperativas, y firmó un
acuerdo con la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña a propósito de
aportar educación continua y formación de tercer y cuarto nivel a
cooperativistas. Todo ello a pesar de la crisis producto del Covid-19.
En cuanto a
cooperativas de base he quedado gratamente impresionado por varias afiliadas a
la Fecoopnordeste como la de Emprendedores, la de Camioneros, la Sanchera, y la
de Reciclaje Profesor Evaristo Ortiz, la de 72 familias campesinas de Sabana
del Rey con su proyecto de envase de agua potable.
Finalmente se suman la
Coopdefima, cooperativa de sólo tres años, constituida por jóvenes
emprendedores con claros preceptos en cuanto a la competitividad como apoyo al
estilo Ganar – Ganar en las labores emprendidas por sus asociados; y la muy
dinámica Cooperativa Herrera en Santo Domingo con la que tuve interesantes
conversatorios con sus directivos, delegados, y trabajadores – asociados.
En este panorama
resalta la de Ahorro y Crédito Maimón presidida por el profesor Ramón Antonio
Díaz, tanto por su penetración demográfica de 130.000 asociados a nivel
nacional que rebasa los 22.000 habitantes del municipio del mismo nombre, como
por los impactos de sus buenas prácticas sociales, entre ellas, la funeraria
que por solo el equivalente a cuatro dólares anuales aporta el sarcófago, el
velatorio, el traslado al cementerio y un nicho por cinco años, y la Casa Club
que es referencia nacional obligada del anclaje social del cooperativismo como
centro de esparcimiento y formación de la comunidad. Experiencias como estas
realzan el orgullo de ser cooperativista.
oscarbastidasdelgado@gmail.com
Oscar Bastidas es
cooperativista, consultor y facilitador en Emprendimiento Asociativo y
Microempresas.
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