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domingo, 18 de julio de 2021

Combustible: escasez y corrupción por @nefreitez

 Por Nelson Freitez


Con este expresivo título se identifica un excelente video de Transparencia Venezuela sobre la grave crisis de la producción y distribución de combustible en el país. En esta pieza audiovisual se presentan las causas de la debacle de la industria petrolera en el lapso del mayor ingreso de divisas al país por concepto de comercialización del petróleo. Asimismo, se evidencian los principales efectos del desmantelamiento de la principal industria del país expresado en la caída de la producción de combustibles y en la ya crónica escasez de diésel y gasolina. Y, como consecuencia, en la expansión de la corrupción en su distribución, y en la conflictividad social que trae aparejada.

El colapso de la industria petrolera ocurrió en el período de mayores ingresos al país por venta del petróleo.

Entre los años 2004-2008 los precios del barril de petróleo venezolano se ubicaron por encima de los 80$, ingresando al país hasta el año 2014 cerca de un billón (millón de millones) de dólares, en un período en el cual la producción paradójicamente decreció hasta llegar a una caída considerable a partir del año 2015. Todo ocurrió tres años antes de que se aplicaran sanciones internacionales directas a Pdvsa.

Esta enorme riqueza fue dilapidada bajo una gigantesca corrupción. Entre los principales casos de corrupción investigados por Transparencia Venezuela en estas décadas, el 81% ocurrieron en el sector petrolero en 92 casos que implicaron unos 42 mil millones de dólares sustraídos por altos funcionarios y grupos concatenados a estos. Todo lo cual se tradujo en desinversión, abandono del mantenimiento, despilfarro de recursos y parálisis de procesos productivos.

La reducción en la producción de diésel y gasolina comenzó en el año 2010, cayendo significativamente a partir del año 2014, lo que influyó en la escasez en su distribución y suministro, sobre todo desde el año 2019, agudizándose en el tiempo de la pandemia para terminar agravando la emergencia humanitaria compleja que ya experimentaba el país desde años anteriores.

 

En estos largos meses de la pandemia se ha ido acrecentando la escasez de gasolina y desde inicios del 2021 la del gasoil, generando un conjunto de efectos negativos sobre la producción agropecuaria e industrial, la movilidad y el transporte de la producción y la población e, incluso, en la salud de los grupos sociales más vulnerables.

Entre tales consecuencias negativas resaltan en la producción, según informes del Consejo Ciudadano por el Combustible (Consecom): disminución de la superficie sembrada en varios rubros alimenticios y pérdida de producción por imposibilidad de su movilización a los mercados; reducción significativa de la movilización de cargas de alimentos desde centros de producción a mercados de consumo; aumento de empresas industriales con dificultades para acceder al diésel (9 de cada 10, según Observatorio de Productividad de Fedecámaras), reducción de su producción industrial y aumento de sus costos por compra del mismo en mercados informales (8 de cada 10 empresas).

En lo relativo a la movilidad de la población, el principal efecto es la parálisis en un 90% del transporte urbano e interurbano de pasajeros, según reportan las asociaciones de transportistas, con la consecuente carencia de medios de transporte público para la población.

Igualmente, el aumento progresivo del tiempo de espera en las colas para surtir gasolina en las estaciones de servicio, hasta alcanzar entre tres y cinco días en promedio por vehículo, sobre todo en entidades fronterizas donde transcurren semanas sin ser atendidas por la distribución del combustible, lo cual también ocurre con centros poblados del interior de los estados.

Este caótico, militarizado y opaco proceso de distribución de un combustible cada vez más escaso y altamente demandado, está caracterizado por tres rasgos resaltantes: irregularidades crecientes en las estaciones de servicio propiciadas por sus mismos custodios militares y/o civiles-paramilitares al permitir privilegios en el suministro a quienes cancelen aportes a tales custodios (extorsiones); desinformación total sobre el volumen del combustible a suministrar por las estaciones de servicios, horarios, fechas, número de vehículos a atender y; creciente conflictividad en tales estaciones, por un lado, entre custodios y usuarios por protestas de estos por las frecuentes irregularidades de los custodios y, por otro, entre militares y grupos de civiles paramilitares que demandan control de las estaciones para extorsionar a los usuarios.

En general, la corrupción ha marcado la producción de petróleo, su refinación y la distribución del combustible a lo largo de estas últimas décadas, contribuyendo al desmantelamiento de la industria, a la escasez crónica del crudo y el combustible y sometiendo a la nación a una sistemática violación de los derechos de la población.

La caída de la producción, la parálisis de la movilidad y el agravamiento y fallecimiento de personas que no pudieron trasladarse a los centros de salud por falta de medios de transporte, son imputables a esta debacle de expoliación, carencias y extorsión. El saldo histórico es que la mayor reserva de petróleo de mundo terminó convertida en el reino de la escasez, la corrupción y el caos.

nefreitez@yahoo.es

Nelson Freitez Amaro es cooperativista. Sociólogo y Doctor en Estudios del Desarrollo (Cendes-UCV).  

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