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domingo, 11 de julio de 2021

Encontrarnos para andar por @Sauljimenezbei1

Por Saúl Jiménez Beiza

Estar en el barrio con todas las cargas emocionales que eso implica es continuar avanzando en el acompañamiento social como mecanismo de apoyo para la dignificación de las personas; no hay otra forma de hacerlo, excepto que caigamos en el paternalismo, grave daño que se le hace a los sectores populares cuando se crea dependencia de las ayudas.

Los sectores populares están viviendo situaciones difíciles, por cuanto cada día que pasa se agrava la situación en el país y la crisis humanitaria compleja se vuelve más compleja, debido a que no se logra montar una barrera de contención ante esa situación. Las estadísticas que se manejan así los reflejan.

Ya tenemos 94% de pobreza en Venezuela y la pobreza extrema se registra en 67%. En el caso de Carabobo, el 65% de la población está en pobreza extrema según cifras del 2020. Si nos vamos a otras cifras la situación se agrava. 11.4% de la población vive en viviendas inadecuadas, es decir, que viven en invasiones, barrios que no cuentan con ningún tipo de servicio y que significa que es un caldo de cultivo para las desviaciones sociales.

Por eso vemos todos los días cómo se incrementan los embarazos en adolescentes y con adolescentes, lo que significa que ninguno de los padres está preparado para asumir la responsabilidad de un hijo. Generalmente, los varones no lo quieren asumir como su responsabilidad y esa joven embarazada queda viviendo con los padres, lo que significa agravar aún más la situación social de esa familia.

Si esta realidad se estaba viviendo en el inicio del 2020, luego de la aparición de la pandemia en Venezuela (marzo 2020) este cuadro se agrava, por cuanto la cuarentena ha conllevado  que las personas no salen de su comunidad; existen más motivos para estar juntos, se ha incrementado la violencia de genero intra y extra hogares, no se cuenta con mecanismos de recreación, estudio, trabajo que permita mitigar la situación.

El otro elemento que se manifiesta gravemente en la situación de los hogares en los barrios es el incremento en el costo de los alimentos.

El 42% de las familias están haciendo una sola comida diaria, 48% dos comidas diarias y solo un 10% logra hacer las tres comidas al día y esas comidas, en la generalidad de los casos, no contienen proteína animal. Las familias pueden pasar fácilmente un mes sin probar carne, pescado o pollo, por cuanto es inalcanzable para ellas, con el consecuente deterioro de la salud de los niños y ancianos, al no contar con comidas balanceadas que les permita una nutrición adecuada.

Es allí donde se enfoca el trabajo social que nos permita por un lado lograr, por lo menos, una comida balanceada al día, cinco días de la semana; además de eso, que los encuentros en los comedores nos permitan trabajar todo el tema de los valores, compromisos, derechos, embarazos, lactancia materna, alimentación sana, violencia de género, alimentación alternativa, y últimamente se iniciaron talleres motivacionales con las familias para alentar sembrar huertos familiares en sus pequeños espacios dentro de sus casas y por esa vía lograr producir algunos vegetales y hortalizas que mejoren las condiciones de nutrición en la familia, pero sobre todo de los más pequeños.

Podemos señalar que lo iniciado con un plan motivacional ya empieza a tener resultados satisfactorios, por cuanto ya van 26 familias que tienen sus pequeños huertos familiares que les permiten producir para sí mismos e intercambiar con otras familias, llevan donaciones de auyama, berenjena, calabacín al comedor para complementar los alimentos, ya negocian algunos productos que le sobran, es decir, la llamita está encendida y debemos seguirle echando combustible para mantenerla e incrementarla y que este proyecto de huertos familiares y podamos llevar esta experiencia la podamos llevar a otros comedores.

Es una tarea entusiasta, por cuanto vamos hacia familias con sentido de pertenencia, con compromiso social y solidaridad; es un trabajo para el bien común y que nos integra como ciudadanos para una mejoría en las condiciones de vida, es atreverse a innovar y cambiar con los pocos recursos que se tengan y que esa pequeña experiencia nos permita seguir avanzando en el sentido correcto.

Uno de los elementos muy importantes para ir logrando la suma de voluntades en este sentido en las alianzas de diversas organizaciones, no solo desde el Grupo Social Cesap sino con otra diversidad de organizaciones que hacemos vida en Carabobo, y que progresivamente nos hemos venido encontrando para andar juntos en este camino de la superación de las dificultades y, como en un trabajo complementario, podemos alcanzar mayores logros en beneficio de los más necesitados y que no sea una actitud paternalista sino de acompañamiento en la solidaridad.

sajidb47@yahoo.com.ar

Saúl Jiménez es presidente de la asociación civil Casa del Nuevo Pueblo-Carabobo/CESAP

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