Por Saúl Jiménez Beiza
Hoy a las 6 am. hablando con
Rafaela en la parada de las busetas que van hacia la parte norte de la ciudad
le preguntaba si estaba enterada del coronavirus y sus consecuencias
y porque andar en la calle y haciendo cola para agarrar buseta exponiéndose al
peligro de un contagio de acuerdo a las indicaciones que viene desde hace
varios días publicando el gobierno y que la orientación es quedarse en casa,
ella fue bien franca y clara: “Señor, si he oído y leído del coronavirus, todo
lo que puede pasar y el riesgo que corro, también he visto la propaganda que
dice: «Si te cuidas nos cuidas» y la otra que dice: «quédate en casa», son
mensajes muy buenos, pero creo que los del gobierno ni los que hicieron esas
propagandas están enterados que mucha gente, sobre todo de los barrios debemos
salir todos los días a prestar nuestros servicios en las casas de familias para
limpiar, cocinar, atender niños o ancianos para poder vivir del día a día, igual
le pasa a los hombres que salen a cuidar los jardines de las quintas o de los
edificios, los albañiles y mucha gente más, usted cree que si no lo hacemos
¿esos patrones nos van a pagar la semana? No, ni un día”.
Esa respuesta indudablemente
encierra una cruda verdad, Venezuela, desde hace muchos años vive una economía
informal donde más del 50% de la población laboralmente activa depende del
trabajo diario, bien sea como buhonero, albañil, vendedor, servicio doméstico,
mecánicos, electricistas, muchas profesiones de libre ejercicio viven del
trabajo por servicios y si no lo prestan sencillamente no tienen ingresos.
Eso, indudablemente en estas
circunstancias nos hace débiles, vulnerables por cuanto esas personas deben
tomar la decisión entre quedarse en casa y no tener nada que comer o correr el
riesgo de salir a trabajar para poder llevarle el sustento a los hijos, porque
eso que cobran en el día al regresar a sus casas se paran en la bodega a la
entrada del barrio a comprar la harina pan, queso, mortadela y con esos
ingredientes hacen una media comida y guardan para el desayuno del siguiente
día.
Pareciera que el gobierno no
ha evaluado con profundidad cuales son las estadísticas sobre el empleo
informal, y lo que eso significa para las familias que dependen de esas
actividades y que de no hacerla ya no tienen recursos para subsistir.
Para cubrir su canasta
básica no le alcanza de ninguna forma porque la inflación hace rato se devoró
el salario y los ingresos de las familias las cuales no logran tener una alimentación
balaceada y nutritiva, eso es casi imposible en un 85% de la población de allí
la gran cantidad de personas que vemos comiendo de los desperdicios que sacan
los restaurantes y que en estos momento no los generan por cuanto no están
sirviendo comida.
Igual sucede con los
comedores escolares que al estar suspendidas las clases tampoco les envían los
insumos para cocinar y que los estudiantes coman en el plantel, igualmente va a
ir pasando con los comedores populares que están ubicados en las Iglesias
católicas y de otras religiones, quienes por las medidas que decretó el
gobierno se ven en la penosa necesidad de cerrar sus puertas hasta nuevo aviso,
otro lote de personas que también dejan de comer y así le vamos sumando
sectores que se van quedando sin esa comida diaria, en ese mismo lote están los
obreros y trabajadores de las empresas que tienen derecho a una comida diaria
que paga la empresa, también esos comedores están cerrados.
Si el gobierno no toma
algunas medidas de carácter social para ver como asiste en el suministro de
alimentos a la población de forma inmediata, lo cual es bien difícil porque
también existe carencia de combustible para mover los vehículos de transporte,
es menester que el gobierno piense como implementar medidas que les permita a
la población más vulnerable de alimentarse y sobre llevar esta situación de
emergencia y pareciera que ese no es motivo de preocupación por cuanto no se
lee ni se oye algún tipo de medida en ese sentido, sólo un gobernador que habló
estar trabajando y publicar un video mostrando unas cuantas bolsas de alimentos
que a simple vista se nota que alcanzará para un barrio, o sea que es más
propaganda y vender imagen que atender la precariedad de la población.
Hoy se puede señalar que
Venezuela va hacia una hambruna colectiva por cuanto las medidas que se han
tomado a los ojos de cualquier persona se notan no se hicieron evaluando todas
las variables y todos los focos a atender sino que es una medida lineal en base
a un problema complejo como lo es el covid-19, agravándose al tener los campos
producción e igual las industrias de alimentos pero que no se pueden mover por
la carencia de combustible que les permita su movilidad.
Ya esta semana se notó en el
mercado mayorista de Valencia donde la mercancía que ingresó no llegaba al 40%
de lo que normalmente ingresa un día martes o viernes, esa es nuestra realidad
y debemos hacer un llamado a la reflexión para que nuestra población no caiga
en una hambruna que nos lleve a una situación más grave que el virus que
estamos viviendo.