El Pronunciamiento Unitario
Ismael Pérez
Vigil
Politólogo
La unidad es un tema mítico, en la
política venezolana. Nadie se atreve a hablar en contra de la unidad. El
concepto se matiza, se relativiza, se dice que no es un dogma, que es una
estrategia más, que unidad no es unanimidad y no implica renunciar a principios
propios, filosofías, ideologías o cuerpos de ideas, que se dará solo con los
que sea posible, y un sin número más de cosas.
Pero la unidad no se niega y quien lo
haga, políticamente estará muerto. Porque hay una convicción política en el
venezolano, en el ciudadano, que ha entendido, intuitivamente y en la práctica,
que no es posible luchar solo contra un régimen autoritario, contra una
dictadura, como se le quiera llamar.
Además, ha sido gracias a la unidad,
en la lucha política y en la arena electoral, el terreno en que la oposición
democrática ha logrado derrotar al régimen, aunque sea de manera parcial y,
sobre todo, contener su desarrollo. La unidad ha demostrado ser una estrategia
eficaz; si la unidad está definida y lograda, todo lo demás pasa a ser táctica:
vía electoral, insurrección popular, intervención interna o internacional, etc.
Ese concepto de unidad está presente y
a mi modo de ver es el tema central del reciente pronunciamiento de los
partidos políticos democráticos, que se dio a conocer el martes 6 de abril, de
manera definitiva, pues desde hace algunos días venían circulando diferentes
versiones. Algunos dicen que la salida de ese pronunciamiento tuvo que ver con
las declaraciones de la semana pasada de James Story, el embajador de los
Estados Unidos en Venezuela. Si eso es cierto, después de todo, alguna virtud
tuvo ese −para mí− indiscreto pronunciamiento.
En efecto, después de varios meses de
expectante y hasta angustiosa espera, por una definición, por una declaración
sobre estrategia, sobre la ruta a seguir por parte de la oposición, finalmente
“habló la efigie” y los partidos integrantes del Frente Amplio o del Gobierno
Interino, del G4, G7 o G27, como se le quiera llamar, se pronunciaron.
Tal pronunciamiento se recoge en un
documento cuyo largo nombre, de una vez expresa las ideas fundamentales y es
una síntesis de todo el documento. El documento en cuestión se denomina:
“Partidos políticos acuerdan reconfiguración de la alianza unitaria y
construcción de una coalición más amplia con la sociedad civil para lograr
elecciones libres y ayuda humanitaria”.
Las ideas fundamentales y, a la vez,
lo que serían los objetivos de la oposición democrática, plasmados en el
documento son:
-La idea de unidad, para derrotar a la dictadura; preservando los
“diversos criterios, visiones, aspiraciones e ideologías”; incluso algunos
voceros opositores han comenzado a hablar de “Volver a la MUD” reconocida como
la experiencia organizativa más exitosa de la oposición en los últimos 22 años.
-Ampliar a otros partidos y a la sociedad civil los esfuerzos para lograr
una mayor unidad; que no es algo nuevo, recordemos la experiencia de la
Coordinadora Democrática, entre 2002 y 2004, que no fue tan exitosa en esa
materia de coordinación entre partidos y sociedad civil, pero asumimos que hay
lecciones aprendidas
-Elecciones libres, y toda su coletilla −justas, verificables, con
observación internacional− ampliándola a elecciones presidenciales,
parlamentarias, regionales y locales.
-Ayuda humanitaria, como concepto, como objetivo y problema principal a
atender por parte de la acción opositora.
-Creo que es un documento importante, como cualquier documento de la
oposición; pero algunos lo considerarán poco atractivo, que a lo mejor no
llenará las aspiraciones de muchos, en el sentido de que esperaban un mensaje
más contundente y con más garra, sobre todo después de varios meses de
silencio. Se nota que se buscó y el documento recoge un “compromiso” −no podía
ser de otra manera en un documento político− para complacer e integrar a todos;
sobre todo a los líderes más “fuertes”, con mayor arrastre popular; de allí la
mención a elecciones parlamentarias y presidenciales; pero también a los demás
líderes −de los estados y municipios− y de allí entonces la mención a
elecciones regionales y locales. El documento también busca −y esto es también
muy importante− tender puentes hacia sectores cercanos de la sociedad civil,
involucrados en la actividad política, que reclamaban, con razón, que la
oposición debe ocuparse de la crisis humanitaria y el grave problema de la
pandemia.
El documento es sin duda un primer
intento −buen primer intento, vale decir−, si se le ve como un documento base
para la discusión, que es como debe ser considerado. Para mi gusto, sin
embargo, adolece de algunos elementos, por ejemplo, para solo mencionar uno, no
resuelve aún el tema álgido: la posición frente a las elecciones regionales.
Sobre esto hay muchas ideas románticas
y posiciones de principios; desde los que afirman que no se le puede “hacer el
juego” al régimen avalando unas elecciones que no son libres ni democráticas,
hasta los más prácticos que afirman que no se deben abandonar “espacios”; pero
muchos olvidan que, en la realidad del día a día, en la práctica, para partidos
y dirigentes, las alcaldías, los concejos municipales, las asambleas
legislativas y las gobernaciones, no son solo una fuente de liderazgo local, de
acercamiento a la población, no son simplemente un “espacio” que se debe
mantener, ocupar o rescatar, sino también una fuente de recursos, de trabajo,
de ingresos, de supervivencia, para activistas y militantes políticos.
Suponemos que la solución de este
dilema será el próximo capítulo, para el que todavía no se ha logrado un
consenso suficiente. Creo que es un punto que no se resolverá fácilmente,
porque por el momento es una pelea que está perdida a nivel de la opinión
pública, del pueblo en general, que no tiene ningún interés en el tema y que es
un campo minado, horadado, ablandado por las políticas de abstención pasiva y
sobre todo por el morbo de la “antipolítica”, que parecía haberse mitigado en los
últimos años, pero que vuelve a surgir con fuerza.
En cualquier caso, del documento o de
un pronunciamiento público, no se podía esperar un recetario de medidas, un
listado de acciones, una sugerencia de actividades; menos de un cuerpo tan
heterogéneo y disímil como lo son los diez partidos que lo integran; tenía que
ser, lo que es: un pronunciamiento general, con los principios u objetivos que
orientarán la acción. La tarea ahora es llevarlo a la discusión en todos los
niveles, en partidos y organizaciones de la sociedad civil, de donde surgirán
las propuestas de acciones concretas, sobre las cuales se debe reconstruir la
oposición. Esa es la tarea pendiente.
https://ismaelperezvigil.wordpress.com/
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