No fue sencillo configurar una relación institucional válida entre las esferas militar y civil a lo largo de la historia. Uno de los más notables estudiosos de la materia militar, el profesor Domingo Irwin, sigue la ruta accidentada que condujo a la consagración del sano principio de la sujeción de la institución armada a las autoridades civiles. La competencia para su ejercicio viene de la Constitución, está en el centro de nuestra cultura política y militar y obliga a todos los ciudadanos.
Es lo que ha permitido la formación democrática de nuestra FANB y la distinguida, la honrosa función que se le ha encomendado de defender la independencia y la soberanía de Venezuela. En muchos momentos la institución armada ha gozado de la simpatía de sus compatriotas. Sin militares bien formados, dotados y disciplinados no es posible proteger el territorio, el progreso social e institucional y la paz pública.
El drama que en los años recientes ha vivido el país, cuyos indicadores y cifras hablan de su aterradora ruina, se ha traducido en un incremento extremado de la represión política y en un impresionante rechazo a la gestión del actual gobierno.
La Constitución prevé sabiamente lo que deba hacerse en circunstancias como esas. En su parte programática están incluidos derechos y garantías inalienables e irrevocables. La alternancia de gobiernos que pierdan el respaldo de los electores debe transcurrir por el cauce del voto transparente, democrático.
En la medida en que el gobierno hace habitual la violación de la Constitución, la denegación de los derechos humanos aísla prodigiosamente al gobierno y desencadena sanciones internacionales cada vez más enérgicas.
Civiles y militares son víctimas de una represión que une la agresión física al escarnio moral. Centenas de oficiales están siendo perseguidos al margen del procedimiento ordinario o militar. Ascensos revertidos, descalificaciones, cárceles e incluso presuntas torturas.
Presenciamos una feroz arremetida contra supuestas conspiraciones que nadie investiga porque las autoridades llamadas a hacerlo la enervan.
El simplismo que quiso enfrentar a militares y civiles queda elocuentemente rebasado por la ola tormentosa que golpea a nuestros compatriotas militares. Desde generales en jefe hasta oficiales de menor rango, presenciamos una embestida propia de la venganza, no de la justicia.
No queriendo permanecer indiferentes a la desgracia que cae sobre nuestros compatriotas civiles y militares, los firmantes hacen llegar a unos y a otros su más firme solidaridad. En la Constitución residen la verdad, la paz, la libertad, la democracia, la convivencia y la reunificación de los venezolanos en su diversidad ideológica y condición profesional
Venezuela más que nunca se quiere unida y plural, respetuosa de la opinión ajena e irrestricta defensora de la paz y de los derechos humanos.
José Curiel Rodríguez.
Américo Martín Estaba.
Humberto Celli Gerbasi.
Oswaldo Alvarez Paz.
Lewis Pérez Daboin.
Rafael Simón Jiménez.
José Toro Hardy.
Emilio Figueredo Planchart.
Alberto Herrera.
Pedro Pablo Alcántara.
Gustavo Velasquez Betancourt.
Gustavo Conde
Gorka Carnevali Perez.
Alirio Oliveros.
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