Por Rafael Viloria, 26/08/2018
En muchas ocasiones
me he planteado hacia donde podría navegar con un barco que su tripulación este
compuesta por cuatro capitanes, cuatro timones, 4 brújulas; que además
contemple un capitán mayor desde el centro del barco que representa una
capitanía general que tiene como misión dictar según sea su visión el plan de
navegación y el rumbo del destino de navegación. La respuesta ha sido inmediata
EL NAUFRAGIO.
Similar resultado está
ocurriendo con el barco que en su seno contempla una vasta tripulación cuya visión
y misión no es otra que dar muestras equivocadas de una acción política
contraria a la eficiencia de la gestión pública y la doctrina democrática que
ha sido practica por más de 60 años en Venezuela.
En el barco en que se
mueve operativamente el gobierno nacional, todos mandan solo que nadie obedece,
todos son responsables, nadie es responsable; todos deberían trabajar, nadie
trabaja; en consecuencia, los resultados son evidentes: LA QUIEBRA de las principales fuentes generadores de
recursos económicos con que se mantiene el presupuesto nacional. Ello ha traído
como consecuencia el desarrollo incresendo de una profunda crisis social en
todo el país. El estado da evidentes muestras de no contar con capacidad absoluta
para rescatar el barco del naufragio.
Mientras que el barco
va rumbo al infinito profundo; los venezolanos somos testigos a diario de las más
increíbles improvisaciones, que, sin necesidad de ser analistas en ciencias
sociales, económicas y políticas, sabemos que no tendrán éxito alguno, la
situación se agudiza al grado de flagelo
incontenible, en ese orden el estado plantea remedios que pueden ser peores que
la enfermedad.
Por el contrario, los
venezolanos tenemos que despertar, reaccionar y actuar. Lo que frente a
nosotros no es única y exclusivamente un problema de una economía inflacionaria
que va rumbo a una deflación.
El asunto es cuatro
veces más serio que eso. En consecuencia, el país no está en condiciones para
seguir inventos utópicos carentes de racionalidad consciente.
El problema real de
la Venezuela de hoy, no se resuelve con leyes, ni con decretos ni discursos, no
es asunto de quitar o poner ceros al cono monetario, más allá de ello, es la
vida de más de treinta millones de venezolanos que arbitrariamente se nos
conmina a una obediencia totalitaria por las buenas o por las malas; para
quienes tripulan el barco del destino del propósito de imponer al precio de lo
que sea, incluyendo al límite la vida de los venezolanos; no importa lo que tengan
que hacer, con tal de lograrlo al precio que haya que pagar.
Los venezolanos
tenemos que rescatar el barco donde viaja una tripulación que destruyó el
legado épico que nos dejaron a costa de sangre y de vida derramada en Carabobo
el 21-06-1821. Ahora se trata de volver a Carabobo a rescatar la dignidad de
ser venezolanos. Erradicar el totalitarismo indeseable y restaurar como derecho
legítimo la democracia social.
No será fácil
lograrlo, pero imposible tampoco lo será si los venezolanos unimos voluntades y
disposiciones hacia una causa común que no es otra que producir los cambios,
innovaciones y transformaciones necesarias de la patria que todos queremos y
necesitamos.
La que nos han
quitado, navega hacia rumbos indeseados a los cuales hemos sido hipotecados a
fines distintos a los nuestros. Lo que está ocurriendo va a seguir ocurriendo y
terminara ocurriendo si no tomamos conciencia plena de su existencia, es
enserio, tendremos que despertar, reaccionar y actuar lo contrario será
permitir la destrucción plena del país. Lo que pasara antes y después del 20 de
agosto.
Es algo que los
venezolanos realmente no sabemos. Nos hablan de un plan que no sabemos su
contenido social, económico y político; es una improvisación más de las que nos
tienen acostumbrados.
Aquí aquello de que
amanecerá y veremos no puede ser, hay que actuar y no es mañana, es hoy. Mañana
es tarde, tenemos que vencer nuestra propia mansedumbre.
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