LA
RECONCILIACIÒN COMO PUNTO DE ENCUENTRO
Por: Marianela Escalona
Montesinos.
Ponente: Lic. Gorka
Carnevali. Activista Ciudadano. Director del Foro Hatillano. Coordinador
Político-Electoral de Caracas Ciudad Plural.
Nuevamente invitado al
evento más importante de la Red Joven Venezuela, El Lic. Gorka Carnevali
disertó acerca del tema de la Reconciliación dirigido a los jóvenes
participantes en el evento.
Contexto
La realidad social de
Venezuela se vincula directamente a la crisis y el trauma que estamos
padeciendo los ciudadanos en lo político,
lo económico, lo social, lo moral y hasta en lo psicológico. Desde hace
años hemos observado el detrimento de nuestras propias condiciones personales:
agua, electricidad, transporte público, gasolina, destrucción del medio
ambiente, delincuencia desatada, la violencia, el desmedro de la salud, los
catastróficos efectos de la pandemia generada por el COVID19, han afectado
dramáticamente la realidad de nuestro país. Esto ha marcado una diferencia
abismal y la fuerte hiperinflación ha aumentado la pobreza de manera dramática,
con la reaparición de enfermedades erradicadas años atrás gracias a los avances
de la medicina y de nuestros médicos venezolanos, muy bien formados, que han
sido ejemplo en la humanidad. El sistema de salud venezolano era referencia a
nivel mundial.
Esto, aunado al incremento
de la mortalidad, ha traído como resultado la emigración masiva de más de 5
millones de compatriotas que han buscado alivio en otros países. No obstante,
es imperativo coadyuvar a ubicar medios que nos conduzcan a vislumbrar un
sendero que sirva como punto de partida para el encuentro y la concertación
nacional. De allí la importancia de la reconciliación de nuestros ciudadanos
como punto de partida para la salida de esta dura situación que nos agobia y es
urgente resolver y será determinante la manera cómo nosotros la afrontemos.
El
Gran Reto.
De allí que la transición
más difícil para Venezuela será la reconciliación entre nosotros los
venezolanos, indistintamente de nuestra condición social, de dónde vengamos o
dónde vivimos, dónde estudiamos, quiénes son nuestros familiares y amigos y
cuál es nuestro entorno. Para Gorka Carnevali, uno de los primeros retos es el
encuentro de 2 bandos radicalmente polarizados que si bien varía
el grueso de sus
respectivas filas según
el momento el tamaño o cantidad, son una constante en nuestra sociedad.
Al final, 2 mitades no hacen un país.
La polarización se vive en
picos de intensidad, en curvas, en "lugares comunes", en la
indagatoria y la conversación cotidiana, en el cafecito que solíamos compartir
hasta hace no tanto. Casi todos los venezolanos cargamos en nuestras espaldas
una historia de dolor, de rabia; hay un drama presente. El rencor nos
desconecta del otro. Lamentablemente, lo ajeno se hace lejano.
Nuestro país está pasando
por tiempos difíciles y dolorosos y es por eso que queremos y debemos apostarle
al futuro, y ese futuro tiene que comenzar desde el presente...y el presente es
Hoy!
La pedagogía ciudadana, el
rescate del trabajo como valor fundamental para hacer sociedad son
imprescindibles. Somos una sociedad que trabaja con mucha responsabilidad; el
venezolano se levanta temprano, hace sus oficios y quehaceres, se compromete
con la vida. Estos aspectos debemos
respaldarlos con formación ciudadana, y el estudio y la investigación
tienen que ser el epicentro, como eje fundamental, que ayudará a transformar al
individuo y su entorno. Debemos ver con nuevos ojos y construir un futuro
diferente, sobre todo, éticamente responsable, decente y honesto.
Por eso es menester
potenciar siempre el cambio desde la comunidad como factor primario y poder
lograr desafíos. El Gran Reto comienza de inmediato...es YA! y comienza en
nuestra vereda, en la escalinata, en la barriada, los caseríos, el edificio,
nuestros sectores, las urbanizaciones, como espacio mínimo primario de contacto
, articulación, vinculación, formación y construcción de la sociedad. Es en
nuestra casa, con el vecino, el amigo, el familiar.
Por eso es que es
obligatoria esta oportunidad que tenemos hoy y es ineludible el vernos,
escucharnos, conocer nuestras historias, saber de dónde venimos, quiénes somos,
qué nos acompaña. Tenemos necesariamente que entendernos y sobre todo,
aceptarnos; comprender qué nos afecta individual y colectivamente, que nos
preocupa, que te ocupa. Pero lo más importante es lo que estoy dispuesto a
cambiar en mi para poder dar lo que me corresponde sin prejuicios, sin señalar
al otro, sin reclamar. Es asumir lo que me toca y mucho más. El cambio debe
comenzar en la familia, en el hogar.
Con la firme convicción de
que vamos a salir de esta situación, es necesario preguntarnos ¿Dónde estamos
en este momento?
Somos una sociedad cansada,
castigada, fustigada, que vive al límite con la sensación de otro día que
transcurrió con una carga, un gran peso, con mucha angustia y con la
expectativa incierta del mañana; otro día más y se verá. A veces con la
filosofía de" como vaya viniendo, vamos viendo". Entre angustia, hambre, miedo y el terror generado
por un aparato criminal que disminuye sistemáticamente las posibilidades de
soñar, de poder hacer, de crear, transformar y progresar.
El despertar de una sociedad
es requisito obligatorio y la historia nos exige asumir lo que corresponda para
salir adelante y sobre todo encontrar asidero en medio de este naufragio.
Debemos convertirnos en un barco que enrumbe hacia el horizonte, hacia el
futuro, hacia el pensar y poder diseñar una fórmula para poder lograr los
cambios que necesitamos.
Cada día que pasa no solo
aumenta la polarización, también se nota el desgano, la duda, la entrega, la
apatía de la gente, la sumisión y, mucho peor, la propia indiferencia entre
nosotros mismos. Es un sistema que ha venido confiscando diariamente nuestros
derechos fundamentales, donde los servicios públicos se han ido disminuyendo en
la mayoría de los casos, y en otros, donde ni siquiera llegan ya sea gas,
transporte, electricidad, agua, y en resumen, todos los servicios básicos
prioritarios que deben estar allí, que en algún momento tuvimos y funcionaron y
que hoy lamentablemente no están. Eso debemos rescatarlo.
Tenemos un Estado que ha
fallado en la consecución de resolver los problemas de la gente. Un Estado
ausente, desmantelado que, de manera deliberada, se ha amparado en la
corrupción, el atropello, la persecución y hasta en la muerte. Esto ha afectado
y aumentado los niveles de violencia; somos un país violento, un país que vive
la fragilidad de la persecución. Nuestra sociedad se ha ido fragmentando y
políticamente se ha ido confundiendo, sintiendo mucha desconfianza,
vulnerabilidad y por tanto, se ha convertido en asidero de la incertidumbre.
Nuestra sociedad está disuelta, ahuecada, confundida y en lo cotidiano, se
percibe que hay mucho dolor y rabia, decepción y sobre todo desilusión en un,
complicado y oscuro panorama de ver cómo se mueven y cómo se confunden nuestras
emociones, nuestros propios sentimientos, nuestros sentidos.
No es fácil entender,
efectivamente, quien defiende a quien o quien no en el ejercicio político. Se
ha convertido esto en una tribuna de revancha donde se azota y persigue al que
lo ve distinto. No tenemos claro cuáles son nuestros deberes y derechos. Lo
esencial, lo básico, el respeto a la Constitución y las leyes de la República.
¿Dónde queda nuestra carta magna, el pacto social, el contrato entre nosotros?
Por eso en lo social hemos perdido sensibilidad, nos hemos apartado
radicalmente de lo esencial, del otro. ¿En qué momento dejaron de importarnos
los demás?
Tiene que haber una
reflexión profunda de por qué no nos acercamos al otro, por qué no tratamos de
entenderlo. Políticamente nos hemos disuelto, la esperanza está muy afectada.
Gorka Carnevali considera que el país debe perdonarse y reconciliarse, tiene
que encontrarse.
Es bueno aclarar que el
perdón no es impunidad. La justicia tiene que prevalecer en el espíritu de una
nueva sociedad. El delito deberá castigarse severamente; pero definitivamente,
debemos avanzar.
La reconciliación es un
proceso que toma tiempo: meses, años décadas y hasta siglos. Las preguntas son
¿Cuándo comenzamos? ¿Cómo lo lograremos? y ¿A qué costo?. Es un proceso largo
al que hay que dedicarle tiempo, comprensión, formación, estudio y
entendimiento. Nunca es igual que antes, los días pasan, el ayer no es igual al
hoy y el hoy será diferente al mañana. Además, hay heridas que son difíciles de
curar, las cicatrices perduran en el tiempo, en nuestra memoria y nuestros
corazones, porque han causado dolor, indignación y rabia. ¿Cuánto daño nos ha
hecho este discurso agresivo, irresponsable, descalificador y violento de
pretender pulverizar al otro? ¡Ya basta!
Aquí hay
una herida que
se ha zanjado
durante 20 años profundizándose, lamentablemente, en los últimos
5 años con una radicalización perversa, donde lo emocional, lo visceral, está a
flor de piel. Nos hemos convertido en sujetos susceptibles. ¿Qué ha pasado con
el venezolano? Poco queda de la
comprensión, la reflexión, el debate de
las ideas y del entendimiento. Las Redes Sociales se han convertido en
un paredón implacable en donde se lincha al que piense distinto. ¿Dónde
quedaron la tolerancia, el respeto mutuo, la diversidad? El proceso, de forma
deliberada, ha enfrentado al país y no solo en lo político si no también en lo
social, cultural, con nuestra propia idiosincrasia. Se han dividido familias,
amigos, vecinos y han generado la mayor diáspora de la historia de la
humanidad; son coterráneos buscando refugio y la posibilidad, en otras latitudes,
de tener una vida más digna en donde 1 vaso de agua en condiciones salubres no
sea un imposible.
Un sector minúsculo pero muy
poderoso, desvergonzado, protegido por el uso y la administración de la
violencia, el odio, la avaricia desmedida, la indolencia, la corruptela,
apoyados en sus armas, son hoy "los de arriba", y el resto
mayoritario, donde estamos tu y yo, donde nos reflejamos según la última
Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (ENCOVI), donde el 96% de los habitantes
de este país estamos empobrecidos y de este grupo, 76% bajo el yugo inclemente
de la pobreza extrema. Es el país mayoritario; nosotros somos los de abajo y
este sistema nos ha venido depauperando. ¿Hasta cuándo el discurso separatista
que nos enfrenta? ¿Cuánto daño nos ha causado el radicalismo exacerbado?
Pretender pasar facturas sencillamente por no aceptar que hay otros que ven la
vida diferente.
Es muy inocente pensar que
los que han recibido algún subsidio son los partidarios del régimen; hay gente convencida
ideológicamente y que cree en el proceso. A ellos también se los margina y
mucho, con una mirada de desprecio por su penuria, por su ignorancia, por su
apariencia y hasta por su propia condición social. Es vergonzoso ver al otro de
esa manera.¿En qué momento haremos un acto de contrición y reflejemos bondad,
acercamiento y entendimiento? Esa mirada ausente que ha estado de este lado nos
obliga a ver con sinceridad dónde hemos fallado, con quién debemos
disculparnos. Hay que rectificar, cambiar y, sobre todo, avanzar.
Debemos transformar la
realidad individual para poder cambiar el entorno más inmediato y que sirva de
efecto multiplicador. Esto tiene que ser como la energía: tiene que contagiarse
y propagarse. Seamos portadores de luz, de paz, progreso y esperanza.
Estamos ante el desafío de
quedarnos en la "caverna" de Platón o salir y lograr un salto
cuántico en lo cultural, en lo evolutivo y lo espiritual. Carnevali está
convencido de que el venezolano tiene con qué!
El régimen ha utilizado las
mentiras, él descrédito, el rumor, la propaganda, como estrategias de poder
direccionadas para fragmentar la confianza y la convivencia que ha ido
desvalijando, controlando y dominando la psique del venezolano.
Llegó la hora de cambiar! no
podemos perder la esperanza de que la reconciliación se dé, cueste lo que
cueste, con el esfuerzo que debamos realizar, con dedicación, trabajo sostenido
y convencimiento.
Es urgente un
replanteamiento político, moral y ético y es necesario aprender a coexistir;
hay otros con derechos que ven las cosas distintas. Esto es un elemento
fundamental para la reconciliación. Debemos generar respeto desde nuestras
diferencias y la diversidad, porque se ha alimentado el odio en la sociedad y ha
fragmentado la posibilidad de buscar espacios de entendimiento y sobre todo, de
encuentro.
La reconciliación requiere
reconocer al otro, producir relaciones de confianza, convivir e interactuar,
establecer acuerdos para generar mejores condiciones de vida, llegar a la
verdad, reparar y perdonar; no es olvidar pero si castigar, con todo el peso de
la ley, la impunidad, las injusticias, los delitos atroces de lesa humanidad y
especialmente, la arbitrariedad. Tiene que ser la justicia la que se encargue
de investigar, enjuiciar y sentenciar; nosotros no somos los jueces. Debemos
buscar reconectar y reconstruir la institucionalidad del Estado. El cambio
político es necesario para que la
reconciliación sea una política pública, y de allí que la reconstrucción del
tejido social debe buscar el rescate de los servicios y espacios públicos.
A lo largo de estos años, se
ha promovido deliberadamente el deterioro y la desidia como factores de
desmovilización social para alejarnos; por eso es importante actuar en
comunidad. El país debe realizar un trabajo inmediato y constante para
recuperar la belleza pública y la atención al ciudadano y del ciudadano, para
que pueda colaborar en la propuesta de lo que tiene que ser una reconstrucción
del país y para entender que el Estado debe cumplirle a sus requerimientos.
Esto tiene que movilizar nuestro espíritu de pertenencia. Ante el
amedrentamiento, debemos impulsar la rehabilitación social de la esperanza y
este cambio comienza en la comunidad.
Nelson Mandela decía que
"...la reconciliación significa trabajar juntos para corregir el legado de
una injusta pasada". Así que
comencemos a trabajar!!
Venezuela se encuentra en
una dramática situación de Emergencia Humanitaria Compleja que nos afecta en lo
interno y de la que no se escapa, inclusive, la región, por la migración
galopante. No podemos debatir la ayuda hacia las personas más vulnerables en el
territorio nacional. La muerte no tiene color ideológico preferido. Las
secuelas de la polarización están en todas partes.
La fuerte polarización
política de los últimos 20 años ha sacudido al país. La vida social, económica,
política, siente y resiente los residuos de esta catástrofe de carácter
sociológico y politológico. El Estado fue permeado en su funcionamiento. Es la
delincuencia voraz, el "cuanto hay para eso", la inhumanidad y el
hampa en funciones de gobierno que durante todos estos años socavo y destruyó a
la sociedad entera. Más grave aún ha sido el impacto social provocado por el
exacerbado odio y visceralidad humanas que ha afectado severamente la
convivencia democrática. Frente a ello, para que la recuperación del país es
necesario e indispensable la reconciliación, más allá de los ataques
despiadados que se dirigen desde un laboratorio social que experimenta con el
individuo, con el ser humano, y la agresión desmedida, incentivada en las Redes
Sociales diariamente. Es apremiante dar inicio y fomentar un debate donde el
espacio genere y permita ordenar y consensuar las ideas y los puntos donde
existan más coincidencias, minimizando las diferencias que han caracterizado a
la población. Es tarea de todos restablecer y relanzar la convivencia ciudadana
y democrática.
Existe un retroceso
significativo en la calidad de la democracia, la personalización del poder en
desmedro de las instituciones, el culto a la personalidad de un caudillo que ha
desmontado la institucionalidad del Estado hasta su desaparición, que se ha
diluido en la distribución del poder público concentrando toda su fuerza en un
hombre o un grupo, un "cogollo", una élite, causando el descalabro de
toda una sociedad. Se fueron deslegitimando los mecanismos constitucionales y
legales para convivir de acuerdo a la norma establecida, la norma de la delincuencia.
La Reconciliación como
proyecto nacional es tarea de todos y es urgente para salir de la crisis.
Tenemos que rearticular el Tejido Societal para darle sustentabilidad a esta
nueva fase política y econòmica. Las
iglesias con todas sus organizaciones, las ONG, gremios, sindicatos,
universidades, estudiantes, empresarios, partidos políticos, la sociedad civil
en su conjunto con todos sus miembros y todo aquel que quiera aportar su
granito de arena para reconstruir y relanzar la convivencia ciudadana y la
calidad de la democracia en Venezuela, serán los factores determinantes y
claves para propiciar el encuentro y dibujar , con la participación de las
mayorías, un horizonte compartido que configure una nueva legitimidad política
y social. Es ver el futuro actuado desde el presente.
Hay que construir una nueva
narrativa pública e institucional apoyada por los medios de comunicación
tradicionales, digitales, el boca-oído.
Llevar el mensaje en la comunidad, en los puntos de congregación que tiene que
privilegiar el encuentro y la reconciliación. Es tiempo de minimizar el odio
esparcido y esto tiene que convertirse en una caja de resonancia de los puntos
en común por encima de las diferencias.
La identidad nacional tiene
que ser nuestra bandera; el rescate de nuestras costumbres, tradiciones,
gastronomía, música, el variado folklore venezolano que es tan rico y hermoso.
Somos un país con la gracia de Dios y eso tenemos que rescatarlo y ponerlo de
nuevo como un elemento que nos une a través del orgullo y la impronta del
pasado que tiene que regresar con fuerza y vigor.
Es indiscutiblemente
necesario enfocarnos en lo que podemos y en lo que debemos hacer y no anclarnos
en el pasado; no se trata de olvidar ni de que haya impunidad, si no el regreso
de la justicia y la institucionalidad. Este aprendizaje tiene que servirnos
para no volver a cometer los errores que nos trajeron a esta penuria. Es el
momento de sembrar en esta "tierra arrasada" la esperanza y proyectar
al futuro. Venezuela tiene que ser un ejemplo de ello hacia lo interno y un
reflejo hacia lo externo.
Debemos allanar el camino de
la Reconciliación porque sin ella no habrá manera de alcanzar el desarrollo de
las instituciones y del país.
Estemos conscientes que
desde la impunidad no hay paz y que nuestra lucha debe ser incesante por la
justicia y, en el momento que podamos alcanzarla, avanzaremos como país y como
nación. El reencuentro en la reconstrucción del tejido social es nuestro norte,
es la piedra angular. Tenemos un compromiso de construir una Venezuela distinta
sobre la base de un proyecto de país compartido y anhelado por todos, y de
concretar una ruta de acción que permita movilizarnos con mucha disciplina,
orden y organización; articularnos para
el cambio en positivo. Que se emprenda la reconstrucción de esta hermosa
tierra, cuna de libertades, siendo indispensable la inclusión, el trabajo por
el bien común y el acatamiento de nuestra constitución, que es nuestro pacto de
convivencia nacional. Tenemos que detener el colapso del país respetando al
Estado y éste, a su vez, debe ser fiel garante de los Derechos Humanos de los
venezolanos.
Para reconciliarnos tenemos
que lograr la paz que es un bien preciso al que debe aspirar toda la humanidad.
La paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial y de este
modo cualquier situación difícil se puede dirimir y aceptar, si lleva hacia una
meta. Carnevali cree que esa meta se puede lograr, a pesar de lo grande que
resulta. Por eso tenemos que buscar los mecanismos para que con el esfuerzo
cotidiano, de la mano de la esperanza que tiene que ser nuestro combustible
y nos dará alas para avanzar. Cuando los
obstáculos parecen insuperables y cuando pareciera que no hay salida a los
problemas, no debemos perder la fe y la esperanza.
Se sabe que los conflictos
por lo general, comienzan por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que
fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio; nace en el corazón del
hombre por el egoísmo, la soberbia, el odio que instiga a destruir, a encerrar
al otro, creando una imagen negativa y
perversa para excluirlo y eliminarlo. El conflicto se nutre de la perversión de
las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del
miedo al otro, y de la diferencia vista como un obstáculo.
Estamos en la obligación de
encontrarnos, el momento histórico lo reclama y Venezuela lo merece. Hay que
abrir y trazar un camino de paz, a pesar de lo complejo del desafío. Son muchos
los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades,
relaciones de poder, relaciones entre naciones. Son múltiples y a veces
contradictorias. De allí que se hace necesario apelar a la conciencia moral, a
la voluntad personal y a la política. La paz brota con fuerza de las
profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita
rehabilitación y revitalización para abrir unos procesos que reconcilien y unan
a las personas y a las comunidades.
El reto es construir desde la comunidad. Por eso el trabajo paciente, basado en el poder de la palabra, la justicia, la equidad, la honestidad y la verdad, pueden despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa para avanzar.
La reconciliación es también escuchar y contemplar el mundo con la participación responsable y activa de cada uno. Es un cambio en las convicciones y en la mirada que nos abra más al encuentro con el otro para que, desde la diversidad, se celebre y reciba la vida, recibirla y compartirla, preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro.
Hay que ocuparse del futuro,
del medio ambiente, de la propia vida. Y también hay que incrementar el bien
común de toda familia humana.
¿Cuando iniciamos este
maravilloso viaje con nosotros mismos y con los demás? ¡Ese viaje comienza hoy!
Para finalizar, Gorka
Carnevali opina que Venezuela sigue siendo un país de oportunidades, y que la
recuperación de la libertad y la democracia es tarea de todos, y es
impostergable. El anhelo de tener un país normal tiene que ser una realidad. Un
país en el que funcionen los servicios públicos, donde podamos trabajar y
progresar, donde imperen el respeto y la tolerancia, apego a la norma. Donde
crezcan nuestros hijos sanos y con educaciòn de calidad, en paz, seguros. Donde
nuestras necesidades básicas sean atendidas. Sin pobreza ni violencia. Con
posibilidades de realización personal y comunitaria.
Hay que construir el país
posible, en el que envejezcamos y dejemos huella, descendencia y sobre todo,
trascendencia.
Se trata de tener un país
que con el esfuerzo y trabajo de todos nos sintamos orgullosos de ser
venezolanos. ¿Hay que levantar el tricolor! ¿Volemos y cantemos alto como el
turpial! Es momento de poner la mirada en el futuro. Asumamos nuestra
responsabilidad; Venezuela nos necesita y vamos a recuperarla.
Juan Pablo II decía:
"La verdadera reconciliación entre los hombres enfrentados y enemistados
solo es posible si se dejan reconciliar al mismo tiempo con Dios".
Fe y Esperanza...vamos a
salir de esto! Con trabajo cotidiano, responsabilidad,
compromiso y honestidad nos
encontraremos, para arar en tierra fértil donde el progreso y la paz sean el
norte de cada venezolano.
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