Por Saúl Jiménez Beiza
Desde la Asociación
Civil “Casa del Nuevo Pueblo” del estado Carabobo, venimos desde hace varios
años acompañando procesos de formación, capacitación, Observatorios Municipales
y en los últimos años en el apoyo a las ayudas Humanitarias producto de la
Crisis Humanitaria Compleja que se vive en nuestro país.
A raíz del Decreto de
emergencia en Venezuela para la bioseguridad de la población producto de la
pandemia covid-19 nuestros programas sociales de nutrición sufrieron un vuelco
bien importante dado el confinamiento que obliga el mismo, de esa forma se
empezaron a perder los contactos diarios con los beneficiarios y ya sólo
llegaban a los centros cada 15 días para recibir una canasta alimentaria,
producto de esa situación se empezaron a cambiar los patrones de conducta y nos
empezamos a organizar para darle charla a pequeños grupo de 10 a 12 personas
cuando las vinieran a retirar en cada uno de los centros.
En Los Guayos con la
Fundación Pies Descalzos por allá por el mes de agosto se empezó a conversar la
probabilidad de trabajar huertos familiares en sus parcelas y al poco tiempo ya
2 personas iniciaron el trabajo de los huertos en sus parcelas y en octubre se
empezó a ver el fruto del esfuerzo con la cosecha de auyama, berenjena, pepino
y la cría de pollos en algunos casos, esa iniciativa de las 2 familias nos
permitió profundizar en el tema y motivar a otras familias para trabajar todo
lo que fuera emprendimiento como un mecanismo de lograr ingresos y que les
permitiera complementar los alimentos para la familia.
Por esa vía se logró la
participación de 16 familias en el tema de los huertos familiares y otras
participantes del programa de alimentación empezaron a hablar de elaborar tortas,
dulces, helados iniciativas que lo habían realizado anteriormente pero que lo
habían dejado a un lado, el entusiasmo de las charlas, conversaciones, visitas
a las casas fue dando sus frutos y así un grupo de mujeres fueron fortaleciendo
sus iniciativas con su propio esfuerzo, bien motivador por cuanto estaban en
una situación bien difícil desde el punto de vista económico.
Luego vino por febrero
o marzo una conversación por parte del Grupo Social Cesap sobre las
probabilidades de implementar un proyecto piloto con mujeres para trabajar el
emprendimiento productivo, expusimos nuestra experiencia y que nos parecía
excelente dicha propuesta, ya en junio nos informaron que la propuesta había
sido aceptada y que en poco tiempo se podía implementar.
Malala era una de las
personas del grupo y en agosto cuando se inició el proyecto participó en los
talleres de Ciudadanía, Género y Protección, Emprendimiento y todos estos
talleres fueron motivadores para que le metiera el pecho al asunto, cuando le
hicimos la segunda visita para saber cómo le habían parecido los talleres y
llenar algunos instrumentos de medición, manifestaba que estaba elaborando unos
ponqués y que han tenido buena acogida, cuando se le preguntó sobre los
diversos talleres donde participó, señaló: “Estoy muy emocionada y motivada,
voy a producir más ponqué”.
Fueron estos talleres
motivadores y las ganas y deseos de Malala a salir adelante que las ventas de
sus ponqués las convirtió en compra de pequeñas cantidades de mercancía para ir
surtiendo su pequeña bodega, en la tercera visita ya tenía mercancía como café,
jabón, azúcar y además nos invitó a pasar al espacio acondicionado para
peluquería, bien arregladito y dotado de muchos implementos y señaló que le
falta la máquina de afeitar y una hojilla para poder hacer corte de cabello de
hombres.
De las 20 mujeres que
iniciaron el proceso con el Proyecto Medios de Vida, Malala junto a 12
compañeras más fueron seleccionadas como beneficiarias del capital semilla para
impulsar su iniciativa y en diciembre cuando recibe el beneficio en insumos y
equipo para Malala, tan igual como sus otras compañeras, se llenaron de
regocijo, emoción y manifestaron mucho agradecimiento por esos insumos y además
el gran compromiso que estaban asumiendo para reivindicar la confianza que se
depositó en ellas y que esa experiencia las deben multiplicar, hoy podemos
decir que Malala y las demás compañeras participantes están impulsando su
propio desarrollo y que en un tiempo no muy lejano van a ser autosuficientes
para cubrir las necesidades básicas de sus hogares y se puedan incorporar
nuevas familias a los comedores donde hasta los momentos han sido
participantes.
Saúl Jiménez es presidente
de la asociación civil Casa del Nuevo Pueblo-Carabobo/CESAP.
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