LA ENERGÌA DEL LENGUAJE POSITIVO EN TIEMPOS DESAFIANTES
Por: Marianela Escalona Montesinos
Ponente: Santiago Porras. Abogado. Promotor de
bienestar en entornos de trabajo saludables. Formador de Coaches y fundador de
EXPÀNDETE S.L.
El ponente disertó acerca del Lenguaje
Positivo a objeto de cambiar lo que no agrada de la realidad a través de
palabras que activen al cerebro y poder diseñar nuevas posibilidades saludables
para afrontar la adversidad sostenida que actualmente viven los venezolanos
durante las últimas 2 décadas, y convertir esta situación en una oportunidad
para transformar favorablemente nuestras vidas.
Santiago Porras aborda el tema a partir de 3
aspectos fundamentales:
1.-Activaciòn de la Autoeficacia
Lingüística en la adversidad.
Existen muchas palabras de ánimo para
gestionar un desafío tales como: puedo, confianza, capaz, adelante, etc.
Científicamente, las palabras que usamos son las que impulsan la acción, la que
nos lleva a desarrollar un sesgo positivo o negativo del lenguaje. Así, en 100 milisegundos, una palabra conecta
al cerebro o aumenta su atención hacia ese estímulo o palabra; el cerebro
tomará la ruta que se le indique a través de conexiones neurales. Esta es una
característica evolutiva del cerebro y el comportamiento humanos.
2.- Propulsar hábitos sanos de
Autorregulación Cognitiva o capacidad de reflexión sobre las acciones.
Los estudios sobre la neurociencia dan
cuenta de esa gestión de Autorregulación Cognitiva. Es una configuración
cerebral en la que es muy importante
cómo se perciben las personas a sí mismas y a la vez las conecta con una
emoción de manera involuntaria; esa conexión que no tiene consciencia sobre el
impacto emocional va generando en el cerebro la creación de un sentimiento y
progresivamente la consciencia de agrado o desagrado de ese sentimiento. En
base a este juicio, el lenguaje va dirigiendo la conexión del cerebro hacia el
objeto de atención, lo que influye en las actitudes: si agrada es positiva y si
no agrada, la actitud es negativa.
Martin Selegman en sus estudios sobre la
auténtica felicidad encontró que, probablemente por razones de selección
natural, se favoreció el desarrollo de emociones negativas, en un mundo
vinculado al peligro, a la amenaza permanente, lo cual predominó en el llamado
“miedo ancestral” o idea de amenaza recurrente conectada a la mente. Este
peligro de amenaza en el homo sapiens, desde hace millones de años, les
permitía crear una interpretación dual sobre los acontecimientos para poder
sobrevivir: victoria o guerra. Este hecho tuvo consecuencias en la especie
humana y actualmente se manifiesta en la actividad deportiva; el que gana, lo
gana todo y viceversa. Victoria o derrota.
Este aspecto tiene una consecuencia en la
configuración cerebral que involuntario ha llevado al hombre a producir
sentimientos. Cuando experimentamos un estado propicio, en términos positivos,
el ser humano la interpreta como positiva y viceversa. En ambos casos se afecta
el bienestar de la persona.
Actualmente se sabe que la razón requiere
de un aporte emocional: conexiones emocionales intelectualizadas. Según
Descartes, está claro que existe un vínculo fisiológico y emocional muy
cercano; en los contextos culturales la desconexión entre ambos elementos ha
desarrollado la cultura de las
debilidades y de una resistencia a aceptar los errores, a asumir que el ser
humano no es perfecto, generando ansiedad; no se acepta la paradoja de ser perfectamente imperfectos.
Para Porras, hay que enfocarse en el
desarrollo de lo que si funciona bien en las personas para lograr el compromiso
de “ser la mejor versión de cada uno” a través de esos rasgos característicos y
apalancarlos de la mejor manera para generar actitudes altamente positivas.
Hay que estar atentos a las veces que se repite la palabra
NO diariamente como sesgo negativo si se trata de algo positivo (por ejemplo,
“no está mal” en vez de “está bien”). Puede resultar sorprendente reconocer que
se puede tomar consciencia para transformar la energía del lenguaje.
El Profesor Seligman inició sus estudios
sobre la Psicología Positiva basado en la observación de una epidemia de
pesimismo en la sociedad norteamericana y, para proteger a los niños de ese
virus, escribió un libro llamado “Niños Optimistas” para que cuando llegaran a
la edad adulta no tuvieran actitudes de sesgo negativo del lenguaje.
El cerebro humano es impulsado a establecer
un nuevo cableado de comunicación y, si se habitan palabras positivas, Seligman
afirma que se incita el tipo de juego Victoria-Victoria. Si se desarrolla ese
sesgo del lenguaje, el cerebro interpretará que en un ambiente negativo hay una
enorme luz de crecimiento, oportunidades y expansión de la vida para que valga
la pena ser vivida desde un lenguaje distinto, interpretando la vida como un
juego Victoria-Victoria. Si no se gana hoy, se aprende y, aprendiendo también
se gana y desde ese aprendizaje se evoluciona.
3.- Valoración de la relación entre el
lenguaje y el bienestar.
En sinergia con los estudios de la Psicología
Positiva, están los del Lenguaje Positivo con el Dr. Castellanos y otros
especialistas quienes han hecho estudios sobre Palabras de Alta Activación, es
decir, palabras que se habitan haciendo que el sesgo positivo tenga mayores
posibilidades y que permitan una mayor salud e incluso una mayor longevidad.
¿Qué compromiso se adquiere cuando se
expresan este tipo de palabras? ¿Qué sensación brindan? ¿Qué hay de excelente
al usarlas? Estas preguntas sirven para tomar consciencia de las palabras que
se habitan, viviéndolas desde el legado que dejan al ser pronunciadas: mayor
confianza en sí mismo, mayor confianza en otros, mayor autocuidado y cuidado de
otros, mayor autenticidad porque educarán los sentimientos para que la vida
tenga una interpretación de buenas historias, de conexión con lo mejor de cada
uno e invitan a compartir la vida y la buenas relaciones.
Ejemplo de Palabras de Alta Activación son:
alegre, feliz, enérgico, animado, activo, entusiasta, ilusionado, orgulloso,
reír, anhelo y otras directamente vinculadas con la salud y la longevidad.
En algunos estudios sobre bienestar y
Psicología Positiva, se señalan que los seres humanos disponen de 24 fortalezas
de carácter con las que puede hacer funcionar la vida de manera óptima. A
juicio de Santiago Porras, hay una de estas fortalezas que atraviesan
transversalmente a la persona: la Autorregulación que es regular de forma
consciente lo que se siente y lo que se hace; da disciplina a las personas, da
control sobre las apetencias emocionales, permite manejar voluntariamente los
contrastes de los instintos emocionales que surgen de manera espontánea y que
requieren el manejo del repertorio emocional de manera eficiente.
Para lograr la Autorregulación se debe
desarrollar un conocimiento sobre la función y utilidad de todas las emociones;
las negativas o restrictivas (porque las opciones de respuesta son más
limitadas) y las positivas con una capacidad de respuesta más expansiva y
diversa.
En la cultura de la gestión de las
debilidades, existe la creencia de que las emociones negativas hay que
rechazarlas o ignorarlas, lo que impide tomar previsiones ante el miedo real
que avisa y alerta; no tiene nada que ver con el miedo tóxico que solo está en
la mente, no es real y genera ansiedad.
Desde su experiencia, Porras considera que
en la búsqueda del bienestar verdadero hay un proceso de autorregulación entre
las emociones y el lenguaje. Si se asume la vida como una empresa, los “costos”
son las emociones y los pensamientos negativos, y las “ganancias” son los
pensamientos y emociones positivas. Si se tiene un balance de más pensamientos
y emociones positivas, la “empresa “ de la vida está generando “utilidades”.
¿Qué es el bienestar?
Según los estudiosos, el bienestar es la
capacidad de reflexión al llegar a una opinión con respecto a la vida haciendo
un juicio global. Es la manera como una persona evalúa su vida que proviene de
emociones positivas en equilibrio con las restrictivas. Este bienestar es de
naturaleza cambiante porque es un proceso continuo de autorreflexión.
Por ello es importante habitar palabras
positivas y conocer acerca de las emociones para poder hacerse cargo y no dejar
que la emoción maneje a la persona.
¿Cómo se mide el bienestar?
A través de un Balance General de Bienestar
(algo como un balance de ganancias y pérdidas) que representa el patrimonio de
bienestar. Los activos emocionales, lingüísticos y fortalezas, menos los
activos emocionales restrictivos, representan el patrimonio de bienestar y
ofrece un movimiento que auspicie un proceso óptimo de Autorregulación, con un
enfoque en lo que si funciona, a través del desarrollo de la consciencia en las
fortalezas, el conocimiento, el manejo
emocional y el habitar palabras
positivas.
En Psicología Positiva este modelo se
conoce como CRECER (acróstico en español)
Compromiso
Razón y Propósito
Emociones Positivas
Conexiones Sociales
Expectativas saludables
Reto o Aprendizaje constante
Con estos elementos podemos desarrollar
conscientemente nuestro bienestar y autorregularnos.
Lo que se busca con el Lenguaje Positivo y
el Bienestar es un posicionamiento óptimo y la fortaleza “optimismo “ juega un
importante papel. ¿Cuál es la actitud
optimista?
“Todo será para bien y, sea lo que sea,
todo será para bien” (Juliana Norwich).
La esperanza también es una emoción
positiva que propulsa el contacto con un pensamiento y una palabra positiva
como “optimismo”: espero lo mejor dentro de lo que pueda ocurrir. Para el
optimista, siempre habrá una salida frente a la adversidad y se puede estar
bien pese a la adversidad; el pensamiento y la actitud positiva protegen.
El Lenguaje Positivo requiere entrenamiento
y una dosis de esperanza, que es la emoción que impulsa a reacciones
resilientes, a la resistencia saludable en momentos de adversidad.
El futuro no es algo que nos sucede sino
una creación personal, con posibilidad de diseño.
El Lenguaje Positivo nos conduce a la acción
ciudadana positiva para salir adelante porque el lenguaje positivo es un
conductor de bienestar muy efectivo. Un lenguaje promotor de bienestar sirve
para diseñar posibilidades esperanzadoras frente a adversidades de larga
duración.
“Todo pasa. Ningún acontecimiento ni
ninguna emoción son permanentes; como el día y la noche, hay momentos de
alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la
naturaleza mismas de las cosas”.
Con la participación 256 ciudadanos.
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